Vida

Heb. 2417 prop. jay, חַי, «vida, viviente», gral. en pl. intensivo jayyim, חַיִּים, que significa indistintamente vida y felicidad; gr. 2222 zoé, ζωή, «vida» como existencia física en contraste con la muerte y la no existencia (Gn. 2:7; 25:7; Lc. 16:25; Hch. 17:25; 1 Cor. 3:22; 15:19; Heb. 7:3; Stg. 4:14; Ap. 11:11; 16:3). Es posesión común de todos los animales y hombres por naturaleza (Hch. 17:25; 1 Jn. 5:16). Del término griego se derivan los vocablos «zoo» y «zoología».
Otros términos que a veces se traducen como «vida», son heb. 5315 néphesh, נֶפֶשׁ, prop. «criatura que respira»; y yom, יוֹם = «día», entendido como «duración vital», traducido por la LXX por el gr. 979 bíos, βίος, en cuanto duración de la vida (cf. Lc. 8:14; 2 Tes. 2:4; 1 Pd. 4:3); también tiene el matiz de manera de vivir o conducta moral (cf. 1 Ti. 2:2; 1 Jn. 2:16). Bíos sign. «vida» en cuanto a su forma externa. A diferencia de zoé, el término bíos se usa poco en el NT (11 veces). En contraste con zoé, bíos no describe ningún bien salvífico. Se refiere más bien al ámbito de lo humano y secular. A veces aparece con el sign. de bienes de fortuna (Mc. 12:44; Lc. 15:12).
El término gr. 4151 pneûma, πνεῦμα, hace referencia al «aliento» o «espíritu» vital; y 5590 psykhé, ψυχή, además de su referencia a la mente, indica el «alma» o principio de la vida natural (Mt. 2:20; 6:25; Mc. 10:45; Lc. 12:22; Hch. 20:10; Ap. 8:9).
Vida es aquello por lo cual un ser creado disfruta del lugar en el que el Creador lo ha puesto. Dios sopló en la nariz del hombre aliento de vida, «y fue el hombre un ser viviente» (Gn. 2:7). Al entrar el pecado, el hombre pierde el derecho a esta vida, y Dios la reclama, diciendo: «Ciertamente demandaré la sangre de vuestras vidas; de mano de todo animal la demandaré, y de mano del hombre; de mano del varón su hermano demandaré la vida del hombre» (Gn. 9:5) En ello se instituye la pena capital por el asesinato, nunca abrogada o alterada.
En las Escrituras se reconoce la diferencia entre la «vida» en un sentido moral y la «existencia», como indica este pasaje: «¿Quién es el hombre que desea vida, que desea muchos días para ver el bien?» (Sal. 34:12). El hombre, en su estado natural, es considerado moralmente muerto en pecados, y necesita ser vivificado por el poder de Dios; o como viviendo en pecados, y necesitado de aceptar la muerte a fin de poder vivir en Cristo (cfr. Ef. 2:1; Ro. 6:2, 11). Véase HOMBRE, SALVACIÓN.