Música

Heb. 7892 shir, שִׁיר = «canto, canción»; gr. 4858 symphonía, συμφωνία, lit. «sonar juntamente» (Lc. 15:25).
1. Música en el AT.
2. Canto coral y congregacional.
3. Música en el NT.
I. MÚSICA EN EL AT. A través del largo período histórico que abarca la Biblia, se encuentran muchas referencias a la música en la vida de sus pueblos y culturas. La música tenía lugar en casi todas las actividades de la vida del pueblo de Israel. La más antigua referencia a la música se encuentra en la lista de los descendientes de Caín, al apuntar a > Jubal como «padre de todos los que tocan arpa y flauta» (Gn. 4:21).
Algunos cantos antiguos se relacionan con eventos específicos tales como la victoria sobre los enemigos (Ex. 15:1–18; Jue. 5:1–31) o el ritual junto a un pozo (Nm 21:17–18). Otras referencias sugieren música vigorosa acompañada de movimiento físico: instrumentos musicales, canto y danza, aunque hasta nosotros han llegado sólo las letras, sin música escrita. Desde sus manifestaciones más antiguas el profetismo israelita se caracterizaba por la música, el cántico y la danza (1 Sam. 10:5, 2 R. 3:15, Isa. 5:1–7, Ez. 33:32). Famosos son los cánticos de Moisés (Ex. 15:1–18), de María, hermana de Aarón (Ex. 15:20), de Débora, de Ana, etc. Salomón compuso «mil cinco cantares» (1 R. 4:32), indudablemente para ser acompañados de instrumentalidad musical, como debió de ser el caso de David, «el dulce cantor de Israel» (2 Sam. 23:1).
Como todos los pueblos de la antigüedad, los hebreos prestaban atención especial a la música, no como pasatiempo individual sino como acompañamiento del culto sacro y de las ceremonias reales. Durante las fiestas familiares y las solemnidades religiosas había música vocal e instrumental, y danzas (Jer. 25:10; 1 Mac. 9:39; Lc. 15:25). Los hebreos también compartían la creencia en el efecto terapéutico de la música, es especial para apaciguar a los atormentados por un mal espíritu, como el caso de > Saúl (1 Sam. 16:14–23). En ocasiones la música contribuía a alcanzar el éxtasis profético (1 Sam. 10:5–10). Buscando inspiración, Eliseo pidió que le tañeran un arpa para predisponerse a oír la voz de Dios (2 R. 3:15). Posteriormente se observa cómo los músicos eran convocados «para que profetizasen con arpas, salterios v címbalos». Los reyes poseían músicosprofetas profesionales (2 Cro. 35:25; Ec. 2:8), como > Asaf, que «profetizaba bajo las órdenes del rey» (1 Cro. 25:1–3).
La ascensión de un soberano al trono, su casamiento, sus festines, era todo ello alegrado por los músicos (2 Sam. 19:35; 1 R. 1:40; Sal. 45:9).
Las victorias y los grandes eventos se celebraban y anunciaban con acompañamiento de música. Las trompetas resonaron durante la toma de Jericó (Jos. 6). Tras la muerte de Goliat, las mujeres de Israel danzaron «con cánticos de alegría y con instrumentos de música» (1 Sam. 18:6–7). Tiempo después, cuando David rescató el arca de la alianza y la llevó triunfante de vuelta a Jerusalén todos celebraron con gran entusiasmo «cantando y danzando con todas sus fuerzas, al son de la música de arpas, salterios, panderos, castañuelas y platillos» (2 Sam. 6:5, DHH)
La música y la danza estaban presentes en las celebraciones, tanto grandes como pequeñas, que marcaban los eventos importantes en la vida del pueblo. En las despedidas (cf. Gn. 31:27). En los momentos de duelo, como se desprende de la instrucción para que «todos los cantores y cantoras» reciten las lamentaciones de Jeremías (2 Cro. 35:25). En tiempos de Cristo se acostumbraba contratar músicos, especialmente flautistas, para los entierros (Mt. 9:23). Según Maimónides, hasta el más pobre de los israelitas tenía el deber de contratar por lo menos dos músicos para el entierro de su esposa. En las fiestas y los banquetes, especialmente de los ricos (Is. 5:12; cf. Ecl. 2:8). En las labores del campo los trabajadores cantaban para mantener el ritmo de su trabajo y completar a tiempo los deberes del día. Sin embargo, conforme Israel evolucionó de ser una sociedad tribal, nómada y pastoril hasta convertirse en una cultura urbana, la música cambió y se volvió más compleja e institucionalizada.
Esto es observable en el desarrollo del culto en Jerusalén. Cuando el arca fue instalada en Jerusalén un cuerpo oficial de músicos y cantantes entrenados se estableciópara dirigir la adoración (1 Cro. 16:4–7, 39–42). La música jugó un papel vital en la adoración en el templo de Jerusalén; en especial, los salmos ocupaban un lugar muy importante. Las frases que encabezan muchos salmos tales como «Salmo de Asaf» o «de los hijos de Coré» los relacionan con ciertos gremios de músicos, mientras que otros encabezados tales como «al líder: con instrumentos de cuerdas de acuerdo con el Seminit» pueden indicar cierta melodía en particular. Algunos títulos indican que el salmo es de un tipo particular tal como «de lamento». De hecho, el análisis de los salmos en sus diferentes «géneros» constituye un estudio importante en sí mismo. No se tienen datos sobre las notas que utilizaban y si tenían alguna forma escrita para señalarlas. Ciertas acentuaciones en los salmos sólo tienen por propósito ayudar a la recitación. Todavía no se sabe con certeza cuál es el significado de la palabra > selah que aparece en varios salmos, aunque se sugiere en la Misná que se trataba de una pausa para que la congregación realizara alguna otra acción de culto durante ella. En los encabezamientos de algunos de los salmos se leen ciertas palabras de difícil interpretación, y piensan algunos que son una referencia a instrumentos musicales y otros a posibles tonadas muy conocidas.
Peregrinar a los lugares sagrados era una actividad común entre los israelitas. A lo largo del trayecto ellos cantaban cantos propios al tema de su peregrinación, tales como los «cánticos de las subidas» —Salmos 120 al 134— que exaltaban la oportunidad de «subir» a Jerusalén y adorar en el templo de Jerusalén, en Sión. Estos cantos estaban asociados probablemente con las tres grandes festividades agrícolas (Ex. 23:17; Dt. 16:16). Sin duda era muy impactante para el israelita común participar en la peregrinación y la adoración en el templo. Además era un evento con gran atractivo estético e importancia simbólica; por ejemplo, las trompetas representaban la autoridad de Dios, su majestad y poder.
En algunos libros como Amós se indica que la música fue volviéndose más formal; músicos «profesionales» fueron contratados para formar coros y orquestas que servían en los diversos templos y lugares sagrados, y en el palacio. No obstante, la alta calidad de los músicos no representó necesariamente que la música fuera aceptada por Dios. Durante la visita de Amós a Betel, él predicó en contra de la injusticia en esa sociedad y la vaciedad del culto en el templo de allí (cf. Am 5:21, 23).
La > sinagoga como institución parece haber comenzado durante el período de la > cautividad en Babilonia. La palabra en sí significa «lugar de asamblea», y no implicaba necesariamente un edificio o lugar concreto —eso se dio más tarde, a mediados del siglo III a.C. El culto de la sinagoga fue adaptado del estilo del culto del templo, pero organizado y conducido por personas laicas, no herederos de la línea sacerdotal. Los servicios incluían lecturas de la Ley y los Profetas, Salmos, enseñanza, oración y la bendición final.
II. CANTO CORAL Y CONGREGACIONAL. Bajo la administración de David se introdujo la música en el culto de una modo institucional. Como directores de canto, unido a la profecía, al frente de los levitas cantores, se encontraban > Asaf, > Hemán u > Etán (Jedutún), los tres maestros expertos de la música sagrada. Salomón continuó esa política (2 Sam. 6:5, 14; 1 R. 10:12; 1 Cro. 15–16), reintegrada por Ezequías y Josías (2 Cro. 29:25; 35:15). Los cantantes y músicos levitas bajo la dirección de Asaf tenían como misión alabar al Señor delante del Arca del Tabernáculo en Sion, en tanto que los coros de Hemán y de Jedutún estaban dispuestos para la alabanza en el antiguo Tabernáculo en Gabaón (1 Cro. 16:4–6, 39–42). Más tarde, los tres coros se reunieron para el servicio del Templo.
Bajo David, sumaba cuatro mil miembros en total (1 Cro. 23:5), de los que 288 eran maestros en el arte, encargados de la instrucción de los menos hábiles (1 Cro. 25:7, 8). Estos 288 estaban divididos en veinticuatro órdenes, comprendiendo cada uno de ellos a doce maestros; cuatro de estos órdenes estaban compuestos de miembros de la familia de Asaf, seis de Jedutún, catorce de Hemán. Para el acompañamiento del canto había el conjunto de instrumentos de cuerda y de címbalos, de los que posiblemente se servía el músico principal, para indicar el tiempo (1 Cro. 15:19–21). De este pasaje se desprende que la proporción de arpas y salterios era de seis a ocho. El toque de trompetas, con las que los sacerdotes acompañaban a los instrumentos de cuerdas, se oía en raras ocasiones (2 Cro. 5:12, 13; 7:6). En el segundo Templo fue reducido el personal de la orquesta y el coro. Si en dicho Templo se daba un acompañamiento de trompetas a los instrumentos habituales, sólo se tocaban durante las pausas o como responso (Esd. 3:10, 11). Los músicos se situaban al este del altar (2 Cro. 5:12).
Los instrumentos acompañaban al unísono (1 Cro. 15:20, 21). Los títulos de los Sal. 9, 22, 45, 56, 57 y los de otros son probablemente indicadores de estas melodías. Se practicaba la antífona y el responso (Ex. 15:21; Neh. 12:31–43), con frecuencia también en el Templo (Esd. 3:10, 11; Jer. 33:11). Ello está demostrado por la estructura de diversos salmos (p.ej.: Sal. 24:7–10; 136). En el primer Templo la asamblea participaba en raras ocasiones en el cántico, como no fuera para participar en el final amén (1 Cro. 16:7, 36). En el Templo de Herodes, el pueblo entonaba, a veces, el responso.
III. MÚSICA EN EL NT. La destrucción del templo de Jerusalén en el año 70 d.C. provocó que los judíos desarrollaran nuevas formas de expresión musical. Para entonces ya se habían impuesto restricciones sobre el uso público de música y danza en la celebración del > sábado. Como resultado del poder y la cultura grecorromana aumentaron aun más las restricciones. Sólo en Lc. 7:32 y en Mt. 11:7 se menciona específicamente el uso de la flauta y danza en el NT, y el pasaje en Lucas lo menciona en el contexto de los juegos infantiles.
La música en la sinagoga cumplía una función de ayuda emocional y como instrumento en la enseñanza para el mantenimiento de la fe judía y el estilo de vida. Los coros del templo ya no existían y la música instrumental estaba prohibida en la sinagoga. Los salmos, las oraciones y las lecturas eran entonados en forma recitativa, es decir, se recitaban en un tono alto semejante a una letanía. El texto era cantado en una sola nota, con variaciones melódicas simples que indicaban la estructura gramatical. Probablemente los primeros cristianos adaptaron a su propio culto lo que ya conocían de la música en la sinagoga, en la forma de salmos, himnos y cantos espirituales, cantando y alabando al Señor (Ef. 5:19).
El servicio del culto de la sinagoga, tanto el canto de himnos como el canto coral, contribuyó al sentimiento emocional comunitario necesario para la edificación del nuevo movimiento cristiano. Muchos de los primeros cristianos solían congregarse en la sinagoga local y debían estar familiarizados con esa forma de culto. Ellos sabían los mismos himnos y fueron agregando nuevos cantos que reflejaban su nueva fe en Jesús.
Las palabras de algunos himnos primitivos aparecen en el NT. La narración de la natividad que aparece en el Evangelio de Lucas incluye el canto de María (el Magnificat), el canto de Zacarías (el Benedictus) y el canto de Simeón (el Nunc Dimittis). Las palabras de otros himnos cristianos primitivos se mencionan en algunas epístolas (Flp. 2:5–11, 1 Ti. 3:16, 1 Pd. 3:18–22). Hay otros fragmentos de himnos en Ap. 4:1; 5:9–10, y los cantos de victoria y confianza en Ap. 7:15–17; 11:17–18.
A medida que la Iglesia crecía y el evangelio se extendía en otras culturas, se introdujeron otras influencias musicales. Sin embargo, hubo oposición contra la música instrumental y la danza, porque eran asociadas con las religiones paganas, los espectáculos del coliseo romano, la vida disipada y la inmoralidad. En los siglos subsecuentes los cristianos no sólo han desarrollado formas musicales propias y de expresión distintiva, sino también aprovecharon las tradiciones musicales de muchas culturas. A través de las generaciones sucesivas los cristianos han discutido sobre los tipos de música y expresiones musicales apropiadas para el contexto de la palabra de Dios y el culto a Dios. Véase CÁNTICO, DANZA, HIMNOS, INSTRUMENTOS LITURGIA, MUSICALES, MÚSICO, SALMOS.