LAMENTACIÓN, LAMENTO, LAMENTAR

Heb. 5092 nehí, נְהִי = «elegía, lamentación, endecha»; 7015 qinah, קִנָה = «elegía» acompañada de golpes de pecho o instrumentos; endecha, lamentación; 56, abal, אבל = «lamentar, llorar, estar de luto», término común en heb. antiguo y moderno; 1058 bakhah, בכה = «llorar, lamentar»; gr. 2355 threnos, θρήνος = «lamentación», del vb. threneo, θρηνέω, «cantar una endecha» (Mt. 11:17; Lc. 7:32); «lamentarse» (Jn. 16:20); «hacer lamentación» (Lc. 23:27); 2875 kopto, κόπτω = «golpear», de la costumbre de golpearse el pecho como señal de dolor; 3997 penthos, πένθος = «llanto, lloro», relacionado con el vb. 3996 pentheo, πενθέω, «lamentar», a veces traducido como «llanto» (Stg. 4:9; Ap. 18:7, 8; 21:4), indica especialmente manifestaciones externas de dolor; 2799 klaío, κλαίω, «gemir, llorar», ya sea con lágrimas o con cualquier otra expresión exterior de dolor, se refiere sobre todo al llanto por los muertos (Mt. 2:18; Mc. 5:38, 39; 16:10; Lc. 7:13; 8:52; Jn. 11:31, 33; 20:11, 13, 15; Hch. 9:39); también se emplea en exhortaciones (Lc. 23:28; Ro. 12:15; Stg. 4:9; 5:1).
Los pueblos antiguos, y especialmente los orientales, expresaban sus emociones, tanto la alegría como la tristeza, de un modo altamente escandaloso y hasta ostentoso para nuestra cultura actual. Las desgracias, y en especial la muerte, se manifestaban con gran ostentación de dolor y señales de duelo, como llantos, gritos, automutilaciones, etc. Los israelitas mostraban públicamente su desolación con la abstención de ornamentos y descuido en el vestido (Ex. 33:4; 2 Sam. 14:2; 19:24; Mt. 6:16–18); como expresión de duelo se rasgaban la túnica al nivel del cuello, asi como sus ropajes y mantos (Lv. 10:6; 2 Sam. 13:31; Jl. 2:13). Entre las clases acomodadas era costumbre contratar profesionales, plañideras y endechadores, que acompañaban al muerto hasta el sepulcro con música formal y cánticos. Había flautistas ante el cuerpo sin vida de la hija de Jairo (Mt. 9:23; cf. Jer. 9:17). Famosa es la elegía de David por la muerte de Saúl y de Jonatán (2 Sam. 1:17–27). También existía una fiesta llamada «de lamentos», que tenía lugar después del funeral, con el propósito de ofrecer consuelo a los abatidos. El profeta Jeremías se refiere a esta costumbre al hablar del «pan de luto» y el «vaso de consolación» (Jer. 16:7). Esta fiesta de lamentación ponía fin al período de tristeza y ayuno. En el cristianismo, las manifestaciones de extremo dolor ante la muerte se consideran incompatibles con la esperanza de la vida eterna y el gozo de ir a la presencia de Dios. Véase DUELO, LLANTO, PLAÑIDERA.