CUERPO

CUERPO En el Antiguo Testamento no hay una palabra específica para cuerpo, aunque la idea está incluida en la palabra hebrea basar, que equivale más bien a → CARNE. El concepto bíblico del → HOMBRE es monista (se le considera como una unidad) y no dualista como el griego; en el cual el hombre tiene dos elementos: cuerpo y alma.
La ausencia de un término preciso para cuerpo como algo separado del alma, hace necesario considerar brevemente la palabra hebrea nefes, a menudo traducida como → ALMA. Sin embargo, en numerosos pasajes nefes se refiere concretamente al cuerpo y a sus sensaciones físicas: hambre, sed, sueño (Nm 11:6; Is 29:8; 55:2; Jer 50:19). Es evidente que se refiere a la persona, sin precisar sus diferentes elementos, e involucra al ser visible e invisible que es a un tiempo cuerpo, intelecto, voluntad, afecto, etc.
La esperanza del hebreo no reside entonces en la inmortalidad de un alma incorpórea, sino en la → RESURRECCIÓN del hombre (Dn 12:2).
En el Nuevo Testamento también encontramos este mismo concepto unitario del hombre, pero aparece la palabra griega soma, que significa precisamente cuerpo, y para carne se reserva sarx. En Mateo 10:28 se habla del cuerpo y del alma en una clara referencia a lo corruptible y a lo eterno del ser humano (cf. 1 Ts 5:23), sin que necesariamente tenga relación con el concepto griego de que el cuerpo es el recinto malo que alberga el alma pura.
Por el contrario, en la teología paulina hay una notable valoración del cuerpo, que aunque corruptible, es bueno porque Dios lo hizo (1 Co 12:12–24). Y para Pablo cuerpo y personalidad llegan a ser sinónimos, pues dice: «vosotros sois templos de Dios» (1 Co 3:17) o «vuestro cuerpo es templo del Espíritu Santo» (1 Co 6:19). Y en Romanos 12:1 exhorta a presentar nuestros cuerpos a Dios como ofrenda agradable.
Pablo no establece una tensión entre el cuerpo malo y el espíritu bueno. El malo es el hombre, en quien cuerpo y alma son indivisibles. El hombre redimido (Pablo lo llama nuevo hombre) está habilitado para hacer lo bueno porque tiene el Espíritu y la vida de Dios; el apóstol reserva la palabra «carne» para designar la inclinación pecadora del hombre natural. Pero Dios espera que el creyente íntegro le sirva a plenitud por el Espíritu Santo (Ro 6:12s,19; 2 Co 5:10).
En toda la Biblia el cuerpo está incluido en la redención (por ejemplo, Ro 8:18–23), simplemente porque el cuerpo es el hombre así como el alma lo es también. Y la esperanza del creyente es la resurrección del cuerpo (1 Co 15; Flp 3:20s) que es sinónimo de la resurrección del hombre (1 Ts 4:13–17).