CABEZA

CABEZA Parte del cuerpo humano que se consideraba como la fuente de vida, pero no necesariamente el asiento del intelecto, función que los antiguos atribuían al corazón. A menudo, cabeza se usa con sentido metafórico. Perder la cabeza es perder la vida misma (Gn 40:19; cf. Jn 19:30). Levantar la cabeza expresa la idea de tener éxito en cualquier empresa de la vida (Sal 27:6; Gn 40:13). Cubrirse la cabeza con las manos, o con polvo o ceniza, es señal de humillación y lamento (2 S 13:19; Lm 2:10). La piedra angular se considera como cabeza del edificio (Sal 118:22).
En hebreo, el término cabeza, ro˓s, indica además el comienzo u origen de alguna cosa: la fuente donde nace un río (Gn 2:10), el punto donde comienza una calle (Ez 40:1), el primer momento de un período (Éx 12:2; Jue 7:19). En el Antiguo Testamento se usa también para designar al jefe de una familia o tribu (Éx 6:14; Dt 33:5), es decir, el progenitor del linaje.
Para los grecoparlantes la palabra kefalê (cabeza) no expresaba el sentido de mando. En los escritos griegos de los siglos inmediatamente antes y después de Cristo, la palabra kefalê se usa como metáfora que señala el «origen» o «comienzo» de algo. Puede significar también la persona en sí. Pero no se encuentra ninguna evidencia en toda esa literatura griega donde kefalê signifique «jefe» o «autoridad». Donde el Antiguo Testamento dice cabeza con el sentido metafórico de «autoridad» o «jefe» de familia o tribu, los traductores que tradujeron el Antiguo Testamento al griego no usaron la palabra kefalê. Emplearon unas catorce palabras griegas distintas para traducir esa acepción de ro˓s.
Estos datos lingüísticos exigen que cabeza en diferentes pasajes se entienda en sentido de «origen» o «fuente». Al decir que Dios es la cabeza de Cristo y Cristo la cabeza del varón, 1 Co 11:3 expresa el concepto de que Dios es la fuente de todas las cosas y que Cristo es su agente directo en la creación (1 Co 8:6). Primera de Corintios 11:8–9 revela que cabeza en este capítulo tiene el sentido que le da el relato de la creación en Gn 2:21–22: el hombre sirvió de origen para la mujer, pues esta procede de su costilla. En cambio, no se ajusta a la nueva creación «en el Señor», debido a que Cristo es origen de la nueva vida tanto de la mujer como del hombre (1 Co 11:11).
En Ef 4:15–16, la imagen de Cristo como cabeza de su cuerpo, la Iglesia, define la función de la cabeza como fuente de la vida y el crecimiento del cuerpo: «Crezcamos en todo en aquel que es la cabeza, esto es, Cristo, de quien todo el cuerpo … recibe el crecimiento para ir edificándose en amor».
Colosenses 1:18 conserva el sentido de cabeza como «origen» o «comienzo», al indicar que Cristo es la cabeza de la Iglesia al ser «el principio, el primogénito de entre los muertos». En su resurrección Cristo se constituyó en «primicias» de todo un linaje de nuevas criaturas que resucitarán en su venida (1 Co 15:20–22). Según Ef 1:22 y Col 2:10, el Cristo resucitado y exaltado goza de nuevo de la primacía en relación con «todas las cosas» (cf. 1 Co 8:6 arriba). Como cuerpo que pertenece a esta cabeza, la Iglesia participa en su gran plenitud.
El significado de cabeza que vemos en todos estos pasajes del Nuevo Testamento ilumina su uso en Ef 5:23: «El marido es cabeza de la mujer, así como Cristo es cabeza de la iglesia». El autor dedica los vv. 25–28 a instruir a los maridos sobre lo que esto significa. El marido debe imitar la conducta de Cristo con la Iglesia, es decir, debe amar a su esposa hasta el punto de entregarse por ella. Efesios 5:21, «sujetaos los unos a los otros», ofrece el marco para esta discusión y aclara la palabra dirigida a las esposas. La sujeción de ellas (vv. 22, 24) representa la contraparte del amor totalmente consagrado que se exige del esposo.