CREACIÓN

CREACIÓN Acto del libre albedrío de Dios por el cual hizo todo el universo para su propia gloria, sin valerse de materiales ya existentes. El relato de la creación en Gn 1–2 no debe considerarse como texto científico de geología, sino más bien como una exposición teológica de la soberana intervención de Dios, que dio origen a «todas las cosas, las que hay en el cielo y las que hay en la tierra, visibles e invisibles» (Col 1:16). Por cuanto todo lo que sabemos mediante la revelación tiene elementos de «sabiduría de Dios en misterio» (1 Co 2:7), la verdad bíblica de la creación es evidente solamente por medio de la fe. Como se afirma en Hebreos 11:3, «por la fe entendemos haber sido constituido el universo por la palabra de Dios, de modo que lo que no se ve fue hecho de lo que no se veía».
La Biblia descarta tanto el dualismo de la filosofía clásica de los griegos como el materialismo absoluto. El primero enseña que las fuerzas del bien y del mal son eternas y que el espíritu refleja el bien mientras la materia refleja el mal. El materialismo absoluto, en cambio, enseña que la materia es eterna y que la historia es determinada por las leyes del desarrollo material. El primer versículo de la Biblia contradice ambas filosofías al decir: «En el principio creó Dios los cielos y la tierra» (Gn 1:1). De igual manera, la doctrina bíblica de la creación descarta el panteísmo. El universo no es una manifestación externa de Dios mismo, sino la obra de sus manos, y como tal, completamente distinta de la esencia divina.
La creación la realizó el Dios trino. Se le atribuye al Padre (Gn 1:1; Sal 33:6), al hijo (Jn 1:3, 10; Col 1:16) y al Espíritu Santo (Gn 1:2; Job 26:13), sin hacer distinción entre lo creado por cada persona de la Trinidad.

Creación Del Universo
La Biblia enseña que Dios hizo el universo de la nada. Antes del «principio» no existía ninguna cosa material, ni existía el tiempo mismo. Solamente existía Dios. Génesis 1:1 se refiere a la creación ex nihilo de toda la materia y energía de que se compone el universo. Desde entonces, han variado de forma, pero no ha sido necesaria otra creación. Dios no creó el universo impulsado por necesidad, porque Dios no necesita de nada (Hch 17:25). Lo hizo espontáneamente, movido por su voluntad y para su propia gloria.
El lenguaje de Gn 1–2 no es científico; se escribió en una época precientífica por un hombre precientífico. El Espíritu Santo no se propuso revelar en aquel entonces los descubrimientos posteriores de Copérnico, Galileo, Newton y Einstein, hallazgos que le correspondían al hombre bajo el mandamiento divino de sojuzgar la tierra y señorear en la creación (Gn 1:28). Por tanto, el lenguaje bíblico es fenomenológico; describe solamente lo perceptible. Sin telescopio ni microscopio, sin haber descubierto siquiera que el mundo no fuese plano, el hombre tenía por delante mucho que estudiar e investigar. Desde ese punto de vista, es evidente que no hay ninguna contradicción entre la historia bíblica de la creación y la ciencia moderna, ni la habrá cuando la ciencia de un siglo futuro haga anticuada nuestra ciencia de hoy.
Con el desarrollo de la geología, por ejemplo, ya se sabe que los «días» de Génesis 1 pudieran no ser días literales de veinticuatro horas. Más bien, son etapas de duración indefinida, expuestas en lenguaje fenomenológico. Es innecesario postular un cataclismo en Gn 1:2, donde dice que «la tierra estaba desordenada y vacía», para reconciliar la geología con la Biblia. Asimismo, es artificial e innecesaria la teoría de que Dios pudiera haber creado todas las rocas y fósiles en una semana en la forma en que existen actualmente, dándoles solamente una apariencia de antigüedad. También en otras partes la Biblia dice → DÍAS para referirse a períodos que no son de veinticuatro horas (Is 13:6; 2 Co 6:2; 2 P 3:8)..

Creación de La Vida
La creación de la vida levanta ciertos interrogantes en cuanto a la teoría de la evolución; pero, nuevamente, si se entiende la Biblia en el sentido correcto, no hay conflicto. Evidentemente Dios creó la vida por lo menos en siete etapas, con un «género» en cada etapa, durante los «días» tres, cinco y seis. En el sexto día creó al hombre.
No se sabe con exactitud a qué corresponde un «genero» en la taxonomía moderna. Un factor importante es que la creación de todos los géneros no fue ex nihilo, sino por medio de algún material ya creado y existente: «Produzca la tierra hierba verde» (Gn 1:11), «produzcan las aguas seres vivientes» (Gn 1:20), «produzca la tierra seres vivientes» (Gn 1:24), etc. Posiblemente Dios creó al progenitor de cada género, y luego permitió que las leyes naturales (que también Dios estableció) operasen para el desarrollo de miles de especies distintas en forma paulatina. En ese sentido pudiera haber ocurrido un cierto proceso de evolución, y las pruebas científicas parecen ser abundantes para sostenerlo como hecho evidente de la naturaleza. Tal proceso no contradice la enseñanza bíblica que sostiene que la mano del Dios soberano desempeñó un papel sublime en el origen de toda la vida.

Creación Del Hombre
El hombre fue la culminación de toda la creación. Nuevamente, Dios usó elementos materiales ya existentes («del polvo de la tierra», Gn 2:7), pero la diferencia de toda otra creación radica en la declaración de que Dios creó al hombre a su imagen (Gn 1:27). Ningún animal asumió la → IMAGEN de Dios, y por eso no había entre ellos una «ayuda idónea» (Gn 2:20). El concepto de la imagen de Dios decididamente no se presta a la teoría de que el hombre es producto de la evolución, sea en el sentido de evolución materialista o en el sentido de evolución teísta. El soplo de «aliento de vida» (Gn 2:7) alude a un acto instantáneo y no a un proceso largo. La «imagen de Dios» como tal no pudo evolucionar. El concepto de una imagen de Dios parcialmente desarrollada es un tanto absurdo.
La imagen de Dios, por supuesto, no tiene significado material, puesto que Dios es espíritu (Jn 4:24). La semejanza del hombre con Dios no está en su cuerpo, sino en su espíritu. Por consiguiente, algunos teólogos opinan que el asunto del cuerpo físico del hombre se puede tratar en renglón aparte. Fisiológicamente, es evidente que el hombre tiene mucho en común con los animales superiores, y de ahí que, según algunos, Dios intencionalmente creó un nuevo cuerpo muy parecido físicamente a los antropoides ya existentes. Algunos teólogos modernos creen, sin embargo, que Dios tomó un antropoide ya desarrollado y sopló en él «aliento de vida», dándole así un espíritu según la imagen de Dios. En este caso, el primer ser que «recibió» la imagen de Dios pasó a ser → ADÁN. Además de otras dificultades que podría tener, esta última teoría no toma suficientemente en cuenta la íntima relación que existe entre el cuerpo y el espíritu humanos. Olvida algunos detalles específicos del relato de la creación, como por ejemplo el hecho de que Dios formó al hombre del polvo.
La Biblia enseña la unidad de la raza humana como un punto teológico muy importante. De la primera pareja, Adán y Eva, desdendió todo ser humano (Hch 17:26). La caída de Adán, que implicó la caída de todo el género humano (1 Co 15:22), hace resaltar esta unidad.