CIELO

CIELO Término que puede referirse a las regiones atmosféricas y siderales o a la morada de Dios. Con ambos sentidos suele usarse indistintamente en plural y singular tanto en el castellano como en los idiomas originales.

«Los Cielos Y La Tierra»
Expresión que aparece en el primer versículo de la Biblia (Gn 1:1) y en otros muchos pasajes para designar todo el universo. Los escritores bíblicos aluden metafóricamente a las puertas o ventanas del cielo, las cuales se abren o se cierran para dar paso al agua o detenerla (Dt 11:17; Sal 78:23). Se habla del sol, la luna y los astros como si estuvieran colocados en el cielo (Gn 1:14–17). Sería un error interpretar al pie de la letra tales metáforas escritas en una época precientífica.

Los Tres Cielos
En 2 Co 12:2 se menciona «el tercer cielo» de donde se deduce la existencia del primero y segundo cielo. Sin embargo, en la Biblia no se habla de ello. Puede ser que el primero sea la atmósfera que rodea nuestro planeta; el segundo, el espacio físico más allá de la atmósfera; y el tercero, la morada de Dios. Pablo fue arrebatado hasta el tercer cielo, pero se le prohibió divulgar lo que allí vio y oyó (2 Co 12:1–9). Según parece, Juan tuvo una experiencia similar (Ap 4:1) en la cual basó la mayor parte de Apocalipsis.
Lo fundamental en estas experiencias de Pablo y Juan no es lo que nos permiten descifrar en cuanto a la estructura del cielo, sino lo que aportan al conocimiento de Dios.

La Morada de Dios
En varios pasajes aparece el cielo como morada de Dios y los seres que con Él habitan. Por ejemplo: «Padre nuestro que estás en los cielos» (Lc 11:2). Con Dios viven «los ejércitos de los cielos» (Neh 9:6) y los ángeles (Mc 13:32). Después de su resurrección, Cristo ascendió al cielo (Hch 1:11) y de allí volverá otra vez (1 Ts 4:16).
A veces cielo es sinónimo de Dios. El hijo pródigo dice: «He pecado contra el cielo y contra ti» (Lc 15:18). Ejemplo conocido es el término «reino de los cielos» en Mateo, evidentemente sinónimo de «reino de Dios».
La Biblia le promete al hombre regenerado una morada en el cielo (Jn 14:1–3). Hebreos 2:10 lo llama «la gloria». Hay una herencia incorruptible reservada en el cielo para los creyentes (1 P 1:4). El cielo es un lugar de bendición, mientras que el infierno promete tormento y miseria.
La referencia en Ap 21:1 a «un cielo nuevo y una tierra nueva» sugiere que el universo físico actual será completamente renovado.