ESTRELLA DE BELÉN

ESTRELLA DE BELÉN Estrella que anunció el nacimiento de Jesús, es muy probable la aludida en Nm 24:17 (Mt 2:1–12; cf. Is 60:3). Fue un fenómeno celestial que atrajo el interés de los → MAGOS que vivían al este de Palestina, en Arabia, Babilonia o Persia. Según el relato bíblico, guió a algunos de estos magos a Jerusalén y luego de la visita a Herodes, los condujo a Belén y se detuvo en el lugar donde yacía el niño.
En un intento por identificar este fenómeno se han formulado las siguientes teorías:
1. Kepler observó una conjunción de Júpiter, Saturno y Marte en 1604, que desapareció en 1605 d.C. Se calcula que hubo una conjunción semejante de estos tres planetas en el signo zodiacal de Piscis (¿signo de los judíos?) el 29 de mayo, 1º de octubre y 5 de diciembre del año 7 a.C., pero de poca duración cada vez.
2. Quizás se trató de la presencia de Júpiter («regente» de Judea) en el signo de Aries (constelación de Siria Palestina), especialmente el 14 de abril del 6 a.C. conjuntamente con otros planetas.
3. El cometa Halley apareció en 11 a.C. y otro cometa en 4 a.C., pero su duración fue breve.
4. Tal vez fue una supernova (estrella que adquiere temporalmente un brillo superior al normal) de ocurrencia muy rara (no la ha habido desde el invento del telescopio), pero duradera. Sin embargo, no se conoce ninguna mención extrabíblica de tal fenómeno.
5. Marte, el planeta de Siria Palestina, quizás se combinó con otros fenómenos astronómicos, de marzo del año 7 a.C. a marzo del año 5 a.C.
Todas estas conjeturas sobre la naturaleza de la estrella de Belén tropiezan con problemas cronológicos (→ JESUCRISTO) o históricos. Algunos intérpretes sugieren una aparición sobrenatural, un signo creado especialmente para los magos. Pero es más consonante con los milagros de la Biblia suponer una señal celestial, tal vez de breve duración (la frase en Mt 2:9 se debe traducir «vimos su estrella en su salida»), que los astrólogos reconocieron, gracias a la ubicación en la bóveda celeste, como referente a Judea. Entonces, al salir de Jerusalén, la misma señal volvería a aparecer (cf. la teoría #1 arriba), confirmando que su comprensión de la señal fue cierta y que les conduciría a su destino.
Esta explicación, sin negar lo milagroso del caso, reconoce lo humano, la curiosidad insaciable del hombre de ciencia, y la creencia general de la época en el pronto nacimiento de un rey en Judea que exigiría el homenaje universal.

ESTRELLA DE ORIENTE. La interpretación más ajustada al relato del texto es que se trató de un acontecimiento sobrenatural, análogo a una estrella, que los magos vieron en el cielo. Influenciados posiblemente por la profecía de Balaam (Nm. 24:17) o por otras predicciones, los magos pensaron que el fenómeno anunciaba el nacimiento del rey de los judíos. Cuando estos sabios salieron de Jerusalén, después de su consulta a Herodes, se les apareció nuevamente la estrella, que les condujo, deteniéndose donde se hallaba el divino Niño (Mt. 2:1–2, 9). Se han propuesto varias interpretaciones naturalistas, en base de las cuales nos hallaríamos frente a un fenómeno natural, mediante el que fueron dirigidos los magos de una manera providencial. En diciembre de 1603, el astrónomo Kepler observó una conjunción de Júpiter y de Saturno. En marzo de 1604 el planeta Marte se aproximó a los anteriores. En octubre de 1604, una nueva estrella, sumamente brillante, se unió a los tres astros; después fue desvaneciéndose lentamente, y desapareció en febrero de 1606. Kepler calculó que se había dado una conjunción de los mismos planetas en los años 7 y 6 a.C. Creía él que si la estrella variable se hubiera unido entonces a los tres planetas, como había sucedido en 1604, ésta debió de ser la estrella de oriente. Sin embargo, una estrella no puede ser asimilada a una conjunción; por otra parte, no coincide con la cronología del nacimiento de Cristo, que ha sido precisada mediante consideraciones independientes. Y el relato bíblico indica que el acontecimiento fue muy distinto a esta racionalización naturalista (Mt. 2:9).