BABILONIA

BABILONIA (región e imperio). El nombre de Babilonia se le da también a la región de límites imprecisos situada en el curso inferior de los ríos Tigris y Éufrates. Su centro es una llanura a la que algunos textos nombran como Sinar (Gn 10:10; 11:2; 14:1; Zac 5:11). Al este de Babilonia se encuentra la región montañosa de Elam. Sin embargo, puesto que la transición de la llanura a las montañas ocurre de manera paulatina, los límites entre Babilonia y Elam siempre dependieron del poderío militar de una u otra región. Al oeste, Babilonia se extiende hasta el desierto de Arabia. Debido a que los babilonios rara vez se inclinaron a atravesar ese desierto, ya que había innumerables grupos nómadas que se dirigían a Babilonia a través de él, la influencia de estos pueblos nómadas sobre Babilonia fue grande a través de toda su historia. Sus límites hacia el sur y el norte no eran tan precisos. Durante la hegemonía de Babilonia se le daba ese nombre a todo el sur de Mesopotamia, que se extendía hacia el norte hasta las fronteras mismas de Asiria. Sin embargo, en otros tiempos, se distinguían de Babilonia propiamente dicha las regiones de Sumeria y Caldea al sur, y las de Asiria y Mesopotamia al norte. (En la antigüedad, el término «Mesopotamia» por lo general no se aplicaba a toda la región entre el Tigris y el Éufrates, sino a una zona mucho más pequeña que se encontraba entre el Tigris y el Zab.)
La civilización babilónica es una de las más antiguas en el Cercano Oriente; los sumerios ya habitaban Babilonia mil años antes de Abraham. Allí se encontró la escritura más antigua conocida; ese fue el inicio de la escritura cuneiforme en la que más de 500 figuras simples representaban, en un inicio, objetos e ideas y, más tarde, sílabas. Antes del año 2000 a.C. sus artesanos ya hacían joyería en oro y plata, armas de bronce y cobre y estatuas.

Las condiciones geográficas de Babilonia determinaron en gran medida el modo de vida de sus habitantes. Los ríos Tigris y Éufrates, con sus inundaciones periódicas (aunque no tan precisas y abundantes como las del Nilo), permitían la irrigación de una vasta región mediante toda una red de canales y compuertas. De este modo Babilonia llegó a ser una de las regiones más fértiles del mundo. Como la piedra era escasa, los babilonios construían sus edificios con ladrillos que a menudo solo amontonaban unos sobre otros, aunque otras veces los unían con barro o algún material semejante. Por esta razón la mayoría de sus enormes construcciones, que una vez asombraron al mundo, han quedado reducidas a ruinas. La topografía de la región también la dejaba abierta a múltiples situaciones, de modo que en Babilonia vivieron, a través de los siglos, diversos pueblos y se hablaron varios idiomas, como el sumerio, el arameo y otros.
En tiempos de su mayor extensión, las ciudades más importantes de la región babilónica eran, además de Babilonia: → UR, de donde partió Abraham en su peregrinación (Gn 11:27–31); → EREC (Gn 10:10); Nipur, que data de la época de la hegemonía sumeria, y en la que se han hecho importantísimas excavaciones; y → CUTA, de donde se dice que procedían algunas de las personas que Sargón II utilizó para repoblar Samaria después de tomarla (2 R 17:24).

Esta reconstrucción de Babilonia del tiempo del rey Nabucodonosor II muestra el enorme zigurat a la izquierda y el templo del dios pagano Marduk a la derecha.

Cuando aparecen los primeros registros históricos, Babilonia se encontraba dividida en una serie de ciudades, cada una con su rey, que a menudo chocaban y se disputaban la hegemonía. Esta situación desapareció cuando Sargón de Acad o Agadé logró unificar por primera vez toda la Mesopotamia del sur bajo un solo rey (al menos, las antiguas leyendas le atribuyen este gran logro). En todo caso, el poderío de Agadé no duró mucho, pues cuando los pueblos de las montañas invadieron la llanura, lo destruyeron. Poco después Ur logró establecer su poderío sobre toda la región, aunque solo para perderlo a causa de una invasión elamita. Surgieron entonces tres dinastías simultáneas en Isín, Larsa y Babilonia, hasta que → HAMMURABI, rey de Babilonia, logró imponer su poderío y organizar la región en un vasto imperio en el que las demás ciudades quedaron relegadas al rango de capitales provinciales. Sus sucesores no pudieron retener el imperio que este formó, sino que vieron limitado su poder cada vez más hasta que los → HETEOS tomaron a la misma Babilonia.
La segunda y tercera dinastías de Babilonia ocupan un período de alrededor de 600 años. Durante ellas Babilonia no logró reafirmar su poderío y de ellas se sabe muy poco. La tercera dinastía la destruyó una invasión elamita. Fue durante la cuarta dinastía, bajo → NABUCODONOSOR I, cuando Babilonia comenzó a restablecerse de su decadencia, aunque muy lentamente. Este proceso se interrumpió en el siglo VIII a.C. cuando → ASIRIA logró establecer su poderío sobre toda Mesopotamia. El Imperio Asirio duró poco más de un siglo. Su capital, Nínive, la tomaron los medos en 606 a.C. Aprovechando esta coyuntura, Babilonia se independizó bajo una dinastía procedente del sur de la región, de → CALDEA. De ahí que a menudo se da el nombre de «Caldea» al reino neobabilónico que sucedió a Asiria en el dominio de Mesopotamia. El más importante de los reyes caldeos fue Nabucodonosor II. El último de ellos fue Nabonido, cuyo hijo → BELSASAR gobernaba representativamente la ciudad de Babilonia cuando la tomó → DARÍO.


Foto: Colección fotográfica Matson

Las ruinas de Babilonia, que una vez fuera la orgullosa capital del poderoso Imperio Babilónico.

Con la caída de Nabonido termina la historia independiente de Babilonia. Desde entonces pasó a formar parte del Imperio Medo-Persa. Cuando Alejandro derrotó a los persas, quedó unida a su imperio y luego pasó a manos de su sucesor Seleuco I. Al resurgir el Imperio Persa, Babilonia quedó supeditada a él, para que luego la conquistaran los musulmanes. El período de la civilización babilónica que más interesa al estudioso de la Biblia se discutirá aparte bajo el título de «Caldea» (véase 2 R 23–24).
La religión de los babilonios era politeísta hasta el punto de que son más de 2.500 los nombres de sus dioses. A los dioses se les representaba mediante imágenes, por lo general de forma humana, en las que se creía que residía el dios representado. Los hombres se creían dirigidos por un destino prefijado y no había esperanza de una vida después de la muerte (→ UR).