BALAAM

BALAAM (devorador o glotón). Vidente famoso, hijo de Beor, que vivía en Petor de Mesopotamia. Según Jud 11, es ejemplo de un hombre religioso que sucumbe ante la tentación de la avaricia (Nm 22:1–20).
Cuando Balac, rey de Moab, le pidió maldecir a los israelitas, Balaam consultó inmediatamente a Jehová, quien le prohibió hacerlo (Nm 22:8–13). Al llegar otros emisarios de Balac con la misma petición, Balaam les reiteró la negación de Dios (Nm 22:18). No obstante, volvió a consultar a Jehová. Esta vez Dios le dijo: «Vete con ellos; pero harás lo que yo te diga».
Camino a Moab un ángel intentó obstruirle el paso. Balaam no lo vio, pero su asna sí, y Dios la hizo hablar para reprender al profeta. Su avaricia lo llevaba por un camino peligroso. Balaam confesó que había pecado, pero siguió adelante según le indicó el ángel (Nm 22:34ss).
Balaam es también ejemplo de cómo un pecador puede ser, en contra de su voluntad, un instrumento de Dios para declarar un mensaje. Balaam y Balac subieron a cuatro colinas (Nm 22:39, 41; 23:14, 28) desde las que se dominaba el campamento israelita, procurando, en sentido figurado, franquear los muros de salvación (Is 60:18) que Jehová puso alrededor de su pueblo. En cada una de las colinas Balaam ofreció sacrificios y, bajo la inspiración de Dios, profetizó con respecto a Moab, Israel y el propio Mesías (Nm 24:17; Ap 22:16).
Balaam volvió a su casa (Nm 24:25) y, privado ya de la presencia de Dios, dio malos consejos a Balac (Ap 2:14), con lo que ocasionó la muerte de 24.000 israelitas (Nm 25:9). Hubo después una guerra de represalia entre Israel y Madián en la que Balaam murió (Nm 31:8; Jos 13:22).