FARISEOS

FARISEOS Secta de los judíos.
El nombre farisaı́oi aparece por primera vez en el contexto de los reyes → MACABEOS (ca. 150 a.C., Josefo, Antigüedades XIII.x.5–9). El equivalente hebreo perusim generalmente se entiende en el sentido de «separados» (por ejemplo, Esd 6:21; Neh 10:28s). Probablemente era un apodo impuesto por sus enemigos ya que los fariseos vivían apartados de lo impuro, es decir, del «pueblo de la tierra» (Jn 7:49). Ellos mismos preferían llamarse jeberim (compañeros), que revela algo de su organización. Como grupo particular, los fariseos lograron destacarse durante el reinado de Juan Hircano (135–104 a.C.), al oponerse al deseo de este de extender su poder político y militar. En el reinado de Alejandro Janneo (103–76 a.C.) la oposición alcanzó tal magnitud que este la suprimió brutalmente, crucificando a ochocientos de los líderes fariseos (Antigüedades, XIII. xiv.2). Cobraron nueva importancia bajo Alejandra Salomé (76–67 a.C.), pero pronto perdieron su influencia directa en la vida política del país. Quien intentó ganar su apoyo fue → HERODES EL GRANDE, ya que solo se dedicaban a la vida religiosa, pero desistió ante las sospechas que aún mantenía, basadas en las rebeliones anteriores. Durante la vida de Jesucristo la mayoría de los fariseos practicaban la devoción religiosa y no participaban en la oposición creciente de los → ZELOTES contra la ocupación romana. Por tanto, después de la destrucción de Jerusalén (70 d.C.), Vespasiano permitió que el rabino, Yohanán ben Zakkai, fundara una escuela en Jamnia; y, aun más, después del levantamiento de Bar Kokeba (135 d.C.), los fariseos llegaron a representar el judaísmo oficial. De esta fecha en adelante brotó la literatura rabínica (→ TALMUD; MISNÁ; TARGUM; MIDRÁS).

Relación Con Otras Sectas
Se acepta generalmente que los fariseos descendieron de los jasideos (devotos) que lucharon al lado de los → MACABEOS por la libertad religiosa (166–42 a.C.). Quizás derivaron del grupo de escribas empleados por los jasideos (1 Mac 7:12ss). Probablemente ca. 100 a.C. los → ESENIOS se separaron de los fariseos por considerar que se acomodaban demasiado al ambiente político. Por su parte, los fariseos rechazaron la postura apocalíptica que habían adoptado algunos de los esenios en aquel entonces (→ QUMRÁN). Los fariseos se distinguían de los → SADUCEOS por su interpretación de la → LEY y por su actitud frente al Antiguo Testamento. En cuanto a lo primero, los fariseos, cuyos representantes más importantes eran Hillel y Sammai (ca. 25 a.C.–10 d.C.), se oponían como laicos a la aristocracia de sacerdotes profesionales. Lograron una posición poderosa en el → SANEDRÍN durante el siglo II a.C. Los fariseos interpretaban las tres divisiones del Antiguo Testamento (Ley, Profetas y Escritos), adaptándolas, por medio de una serie de tradiciones (→ TRADICIÓN) orales, a las necesidades cotidianas del pueblo. Los saduceos, por su parte, se concentraban en la interpretación de las leyes rituales, aplicándolas solamente al culto del templo. Con la destrucción de este, desapareció su razón de ser y los fariseos surgieron con un poder único. La inmensa mayoría de los → ESCRIBAS eran fariseos y los términos son casi sinónimos. Es probable que la frase juanina «los judíos» se refiera principalmente a los fariseos.

Enseñanza
Los fariseos organizados en pequeñas comunidades, se dedicaban a la docencia y promovían el desarrollo de la religión de la → SINAGOGA. Esto muestra su compromiso con la formación del pueblo sencillo en el conocimiento y práctica de la Ley de Moisés, que incluye la Torah oral. Además, emprendieron una labor proselitista entre los gentiles (Mt 23:15). Diferían de los saduceos principalmente en su aceptación del concepto de la inmortalidad. Creían en la inmortalidad del alma, lo cual implicaba la resurrección del cuerpo (Hch 26:8), y en la existencia de ángeles y espíritus. Recalcaban el uso de la razón en la comprensión del deber religioso. Esto los llevaba a una concepción de la soberanía de Dios que incluía la fatalidad.
Los fariseos se proponían alcanzar una perfecta obediencia a la Ley de Moisés tal como la interpretaba la tradición oral (Mc 7:13). Su enseñanza era primordialmente ética y práctica, no teológica (→ DIEZMO; SÁBADO).

Relación Con Jesús Y Los Apóstoles
A diferencia de los esenios y los zelotes, los fariseos aparecen a menudo en los libros del Nuevo Testamento. Generalmente los encontramos opuestos a Jesús (Mc 2:6; 3:6; 7:1ss; Jn 5:10; 6:41; 7:45ss; 9:13ss, etc.) quien, igual que Juan el Bautista, denunció su hipocresía (Mt 3:7ss; 5:20; 6:5; 9:13; 12:7; 16:6; 23:1–36, → HIPÓCRITA). Jesús rechazó la autoridad excesiva que ellos otorgaban a la Ley oral. Sin aceptar incondicionalmente el juicio favorable de Josefo sobre la secta, sería falso concluir de los Evangelios y Hechos que todos los fariseos se oponían al mensaje y ministerio de Jesús. Es probable que fueran fariseos los que esperaban la consolación de Israel (Lc 2:25, 38; 23:51; 24:21). Varias veces Jesús tuvo encuentros amigables con ellos (Mc 12:28ss; Lc 7:36; 13:31; 14:1; 18ss). Varios fariseos creyeron en Él y fueron bautizados (Jn 3:1ss; 7:50s; 8:31; Hch 6:7; 26:5), entre ellos el más famoso fue Saulo de Tarso (Hch 9:1–18; Flp 3:5). El maestro de Saulo, → GAMALIEL, que defendió a los apóstoles (Hch 5:34–39) fue nieto del rabino Hillel.