CANTO

CANTO Los israelitas cantaban en muchas y diferentes ocasiones. Por ejemplo, fiestas de despedida (Gn 31:27), victorias militares (Éx 15:1s; Jue 5:12), el descubrimiento de un pozo (Nm 21:17), y en las fiestas de vendimia (Is 16:10). El canto expresaba también tristeza (2 S 1:17–27; Lm passim) y tenía incluso poderes curativos (1 S 18:10s; junto con la → MÚSICA INSTRUMENTAL). Pero sobre todo, la dinámica del canto se experimenta en la adoración de Dios.
Ya fuera para una instrucción fácil de memorizar (Dt 32:1–43, el cántico de Moisés), o durante una oración particular (p. ej., muchos salmos), la música cantada se consideraba el mejor vehículo para el culto. Aunque el cronista sabe de la gloriosa música instrumental de la era salomónica, insiste más en la coral (1 Cr 15:16–16:6; 25:1–8; 2 Cr 5:12ss). En efecto, dentro de pocos siglos los judíos llegarían a considerar la voz humana como el único instrumento digno de expresar los sentimientos en el culto (cf. Neh 12:27, 46).
Los → SALMOS son cánticos cuya ejecución se ha adaptado a estilos musicales muy variados. Aun la lectura pública de las Escrituras (Neh 8:1–18) pronto asumió en el templo y en la sinagoga la forma de una «cantinela».
La piedad cristiana continuó las prácticas judías (→ HIMNO) y muchos creyentes en Corinto, por ejemplo, traían a su asamblea un salmo (1 Co 14:26). Las instrucciones paulinas sobre el canto (Ef 5:19; Col 3:16) aparecen en un contexto de instrucción bautismal sobre la nueva conducta del cristiano, y asocian el canto con la plenitud del Espíritu y la palabra de Cristo.