LOCO, LOCURA

Heb. 7696 shagá, שׁגע, raíz prim. «arrebatar, ser o estar excitado por la locura, enloquecer, ser un loco o un demente»; 7697 shiggaón, שִׁגָּעוֹן = «locura» (Jer. 25:16; 1:18; 51:7; Ecl. 1:17, etc.); Sept. manía, μανία; 5528 sakhal, סכל, «portarse locamente»; 5530 sakhal, סָכָל = «necio, ignorante, insensanto, loco»; Sept. moraínein, μωραίνειν; en el NT gral. se usan los términos maínesthai, μαίνεσθαι o 3130 manía, μανία = «locura» (como en Jn. 10:20; Hch. 26:24; 1 Cor. 14:23); en 2 Pd. 2:16 la pralabra es 3913 paraphronía, παραφρονία, en el sentido de perder el juicio.
Persona demente que actúa como fuera de sí, privada de juicio y de uso de razón. También define una acción desmedida, inconsiderada o anómala (Dt. 28:34; 1 Sam. 21:13; Jn 10:20; 1 Cor. 14:23). Los trastornos mentales se presentaban y eran reconocidos como tales entre los antiguos hebreos y los pueblos de alrededor. La exaltación de ánimo producida por algún afecto, acontecimiento, disposición mental, gr. manía, μανία, era tenida en gran estima entre los antiguos, con una nota casi sagrada, por atribuir su misma excentricidad a la inspiración de los dioses. Algunos profetas hebreos distinguen claramente entre inspiración y locura, p.ej. Os. 9:7. La locura puede ser un castigo enviado por Dios para confundir la soberbia humana (Dt. 28:28; Is. 44:25; cf. Jer. 25:16; 51:7). Para el monoteísmo judío del Segundo Templo, la locura no podía ser sino obra del demonio, como se aprecia en el reproche lanzado contra Jesús: «Demonio tiene y está fuera de sí» (Jn. 10:20). Por loco también se entendía la persona arrebatada por una pasión que afectaba a sus facultades intelectuales, p. ej. el reproche de > Festo contra Pablo: «Estás loco, Pablo» ¡Las muchas letras te vuelven loco!» (Hch. 26:24, 25).
Con todo, había un tipo de locura o manía altamente estimada en Oriente; las personas que manifestaban estos síntomas eran tenidos por santos o individuos favorecidos por el Cielo. Esto podría explicar el comportamiento de David ante el rey filisteo Aquis, cuando fingió estar loco para salvar así la vida (1 Sam. 21:10–15). A esta misma mentalidad haría referencia el apóstol Pablo: «Con gusto toleráis a los locos, siendo vosotros sensatos» (2 Cor. 11:19).
Karl Jaspers diagnosticó al profeta > Ezequiel como una personalidad esquizofrénica. Tiene frecuentes visiones en las que actúa y participa (Ez. 1:1–3:15; 3:16a–22ss; 8–11; 37:1–14; 40–48). Más que ningún otro profeta realiza acciones simbólicas y mímicas: batir palmas, bailotear. Es propenso al abatimiento, aunque otras veces se muestra casi insensible; pero lo que estos textos indican es solamente que Ezequiel tenía una sensibilidad especial, más fina y aguda que la de otros profetas (E. E. Broome, “Ezekiel’s Abnormal Personality”, en JBL 65 (1946) 277–92; K. van Nuys, “Evaluating the Pathological in Prophetic Experience”, en JBR 21 (1953) 244–51; N. H. Cassen, “Ezekiel’s Psychotic Personality: Reservations on the Use of the Couch for Biblical Personalities”, en The Word in the World, F. L. Moriarty (Cambridge 1973) 59–70).
Los «ataques de locura» eran proverbiales (Prov. 26:18). Algunos estudiosos creen que Saúl presenta un cuadro patológico de locura, manifestada en su odio a David y sus ataques de ira: «Confiado y enérgico al principio, obtuvo importantes y decisivas victorias militares sobre los enemigos de Israel, pero cuando los problemas que se le planteaban se hicieron más difíciles y numerosos su propensión latente a los trastornos psíquicos se convirtió en enfermedad cada vez más patente» (G. Rosen). Véase LUNÁTCO, NECIO.