LLAMA

Heb. 3827 labbah, לַבָּה = «llama»; raíz verbal 3851 lahab, להב = «brillar, resplandecer»; gr. 5395 phlox, φλόξ relacionado con el término latino fulgeo, «resplandecer». Vapor incandescente de fuego. Aparte de su uso natural, se emplea como metáfora de emociones intensas, como la ira o la indignación: «Mi corazón se enardeció dentro de mí; fuego se encendió en mi suspirar, y así hablé con mi lengua» (Sal. 39:3; Jer. 20:9). En otro sentido, que es más común en la Escritura, denota las propiedades de la naturaleza divina que tienen que ver con el poder irresistible y penetrante de la divinidad: «Entonces se le apareció el ángel de Yahvé en una llama [labbah, לַבָּה] de fuego en medio de una zarza» (Ex. 3:2). La llama de fuego es escogida como el símbolo de la santidad de Dios que se manifiesta en el aborrecimiento del pecado. En el NT se dice que Dios hace a sus ángeles tan activos y poderosos como una llama de fuego (Heb. 1:7); en Ap. 1:14; 2:18; 19:12, los ojos del Señor Jesús despiden llamas como símbolo de un penetrante juicio que descubre lo malo.
El gr. phlox, φλόξ, aparece en la párabola de Lázaro y el rico, cuando este último dice desde el infierno: «Padre Abraham, ten misericordia de mí y envía a Lázaro para que moje la punta de su dedo en agua y refresque mi lengua; porque estoy atormentado en esta llama» (Lc. 16:24). Junto a pyr, πῦρ, «fuego», significa siempre «llama de fuego» (Hch. 7:30; 2 Tes. 1:8), entendida como instrumento del juicio divino. Véase FUEGO.