CAMELLO

CAMELLO Mamífero rumiante muy apreciado como animal de silla y de carga en las regiones desérticas del Oriente. Se le llama «el buque del desierto». Mide casi 2 m de altura. Es extraordinariamente vigoroso y resistente para el trabajo. En la planta de las patas posee una almohadilla ligeramente convexa, que envuelve y mantiene unidos los dedos, cubierta por una suela flexible que impiden que se hunda en la arena y le permiten pisar con firmeza en toda clase de terreno.
Hay dos clases de camellos: 1) el dromedario, de Arabia, al que más comúnmente se hace referencia en las Escrituras y que no tiene más que una giba en la espalda; 2) el bactriano o común, que se halla en el Asia central, tiene dos gibas y tal vez los escritores bíblicos no lo conocieron. Cuando los camellos están bien alimentados, las gibas crecen por la grasa que se acumula allí, pero esta se va absorbiendo poco a poco cuando comen mal y trabajan mucho. De ese modo suplen la falta de alimento. El dromedario (Is 60:6; Jer 2:23) es de una familia más veloz y liviana que lo distingue del camello común. El camello cargado camina de 13 a 15 km por hora y puede mantener ese paso 18 horas al día.

Además de servir como bestia de carga, el camello proporcionaba leche y cuero para el antiguo pueblo hebreo.

El camello se arrodilla para recibir la carga que puede variar entre 240 y 500 kilos. Su alimento son hojas ásperas, retoños de árboles y cardos silvestres. Es un rumiante como la oveja o la vaca. Su estómago posee tres compartimentos. Los primeros dos poseen bolsas membranosas para contener una provisión suplementaria de líquido, por lo que puede pasar mucho tiempo sin beber. Ningún otro animal puede soportar los severos y continuos trabajos del camello, el mal trato que se le da y el alimento tan escaso y ordinario. Desde los comienzos de la historia, grandes caravanas de camellos han atravesado año tras año los largos desiertos ardientes (Gn 37:25).
La leche de camella siempre fue un alimento importante para los árabes y en la actualidad muy apreciada como bebida fresca y saludable. Ningún animal es más útil a los árabes, no solo vivo, sino aun después de muerto. Su carne es comestible, aunque no buena. De su pelo se fabrican alfombras, telas para tiendas, sacos para el grano y paño para vestimentas sencillas. Su estiércol, secado al sol, sirve de combustible.
La riqueza material del hombre se medía por el número de camellos que poseía. Job tenía 3.000. Los de los madianitas eran como la arena del mar (Jue 7:12; 1 Cr 5:21; Job 1:3). Rebeca viajó a la casa de Isaac en camello (Gn 24:61); la reina de Sabá trajo a Salomón camellos cargados de regalos espléndidos (1 R 10:2), como lo hizo Hazael a Eliseo (2 R 8:9). Los cusitas etíopes tenían camellos en abundancia (2 Cr 14:15) y los utilizaban incluso en la guerra (1 S 30:17). Los israelitas usaron muy poco los camellos después del tiempo de los patriarcas.
Hay tres referencias al camello en el Nuevo Testamento: (1) el vestido de Juan el Bautista (Mt 3:4; Mc 1:6); (2) las palabras de Jesús: «Es más fácil pasar un camello por el ojo de una aguja, que entrar un rico en el reino de Dios» (Mt 19:24; Mc 10:25; Lc 18:25); (3) el proverbio aplicado a los fariseos: «¡Guías ciegos, que coláis el mosquito, y tragáis el camello!» (Mt 23:24).