Leviatán

Heb. 3882 liweyathán, לִוְיָתָן = «retorcido, enrrollado», monstruo marino que aparece mencionado en las partes poéticas del AT (Job 3:8; 41:1; Sal. 74:14; 104:26; Is. 27:1); Sept. drakon, δράκων, pero to mega ketos, τὸ μέγα κῆτος, en Job 3:8. En los textos de Ugarit, Leviatán es un monstruo mitológico marino de siete cabezas que simboliza el caos de las aguas hostiles a la vida y que es vencido por Baal, con la ayuda de sus fieles aliados, y que en la poesía hebrea se relaciona con la batalla triunfal de Yahvé (cf. Sal. 74:14; 104:26; cf. Is. 51:9). En Job 41:1 parece describir el cocodrilo, relacionado simbólicamente con Egipto (cf. Ez. 29:3–4). Algunos talmudistas refieren el término Leviatán a la ballena.
En cuanto ser mitológico, Leviatán es una gigantesca serpiente marina de siete cabezas, el dragón del mar de la mitología mesopotámica, la serpiente Tiamat del mito sumerio de la creación. En la mitología fenicia aparece como monstruo portador de desgracias, de donde pasó prob. al judaísmo, que lo presenta como una criatura de Yahvé, sometido a su poder soberano. Según los apócrifos judíos, el Leviatán fue creado por Dios el quinto día, junto con los grandes cetáceos (4 Esd. 6:39, Ap. de Baruc 29:4) y es conservado con vida para servir de alimento a los bienaventurados en el mundo futuro (Babá batra 74, 4 Esd. 6:52; Ap. Baruc 29:4).
En la literatura canónica del profeta Isaías, Leviatán es una evocación personificada del mal, de las fuerzas contrarias a Dios y a su pueblo. El profeta ofrece una descripción de Leviatán como el destinatario de la cólera divina: «Aquel día el Señor castigará con su espada dura, grande y fuerte a Leviatán, la serpiente huidiza; a Leviatán, la serpiente tortuosa, y matará al dragón del mar» (Is. 27:1). Se trata de un texto de carácter apocalíptico y escatológico que remite al final de los tiempos o a un momento de enjuiciamiento divino, el día del castigo definitivo en el que Dios intervendrá en la historia para juzgar y castigar el mal, del que Leviatán aparece como destacado representante.
En la imagen del profeta Isaías se unen dos secuencias a primera vista opuestas. Por un lado, el profeta remite a los relatos de la creación en donde está situado el origen del mal a través de la imagen de la serpiente. En el Gn. la > serpiente es el origen del mal entre el género humano (Gn. 3:1). Y ya antes, los redactores de los relatos sobre los orígenes se habían encargado de identificar el > mar con el > mal, el > caos, la destrucción previa a la ordenación por Dios anterior a la creación de los seres vivos.
Por otro lado, el profeta remite a las descripciones destructivas de la literatura apocalíptica a través de la imagen del > dragón que emerge del mar. En el Apocalipsis el dragón es la representación del mal que llega a los creyentes a través del mar: «un dragón color de fuego, con siete cabezas y diez cuernos; sobre sus cabezas, siete diademas» (Ap. 12:3–4). A continuación, el dragón se divide en las dos bestias que perseguirán a todos los creyentes, como narra Juan en su obra, una con diez cuernos y siete cabezas (Ap. 13:1), y otra terrestre, con dos cuernos (v. 11). Las dos bestias y el dragón son una misma cosa relacionada directamente con el mal contra las que ha de luchar el > arcángel Miguel. El mismo libro del Ap. ofrece una identificación de la imagen del dragón cuando afirma: «Y fue precipitado a la tierra el gran dragón, la serpiente antigua, que se llama Diablo y Satanás, el seductor del mundo entero, y sus ángeles fueron precipitados con él» (Ap. 12:9). Véase BEHEMOT, COCODRILO, DRAGÓN, UGARIT.