LENGUA

Heb. 3956 lashón, לָשׁוֹן = «lengua», referido a la lengua humana (Jue. 7:5; Job 27:4; Sal. 35:28; 39:1, 3; 51:14; 66:17; Prov. 15:2; Zac 14:12); 8193 saphah, שָׂפָה = «lengua, boca, labio, orilla, idioma» (Gn. 11:1; 7; Is. 19:18); gr. 1100 glossa, γλῶσσα, con el sentido literal de órgano del habla (Mc. 7:33, 35; Lc. 1:64; 16:24; Ro. 3:13; 14:11; 1 Cor. 14:9; Fil. 2:11; Stg. 1:26; 3:5, 6, 8; 1 P. 3:10; 1 Jn. 3:18; Ap. 16:10).
Órgano musculoso alojado en la boca, que por implicación designa el sistema de comunicación verbal propio de una comunidad humana. Moisés argumenta que es «pesado» o «tardo de boca y de lengua» (kebod lashón, כְּבֹד לָשׁוֹן, Ex. 4:10), para justificar su falta de poder persuasivo, de oratoria. Juntamente con los > labios, es el órgano de expresión por excelencia. Por esta razón, el Espíritu de Yahvé pone su palabra en la lengua de los profetas (2 Sam. 23:2).
La lengua expresa lo que hay en el corazón, ya que tanto ella como los labios son el instrumento externo de las impresiones internas: «Mi corazón se enardeció dentro de mí; fuego se encendió en mi suspirar, y así hablé con mi lengua» (Sal. 39:3); o en otras palabras: «De la abundancia del corazón habla la boca» (Mt. 12:34; Lc. 6:45). Por su capacidad de comunicación, con resultados tanto positivos como negativos, se dice que «la muerte y la vida están en el poder de la lengua» (Prov. 18:21).
En mano de los malvados, la lengua es semejante a una «máquina de agravios», a una «navaja o espada afilada» (Sal. 52:2; 57:4; 64:3); a un «arco» (Jer. 9:3); a una «flecha asesina» (Jer. 9:8); a un «fuego» que, aunque pequeño, puede incendiar un gran bosque (Stg. 3:5–6).
Por el contrario, la lengua del justo es semejante a «plata escogida» (Prov. 10:20); la «de los sabios embellece el conocimiento» (Prov. 15:2); la «apacible es árbol de vida» (Prov. 15:4).
En la visión de Ap., Jesús es representado con una lengua como «una espada aguda de doble filo» (Ap. 1:14), figura tomada de la profecía: «Puso mi boca como espada afilada» (Is. 11:4), imagen de la cualidad penetrante de la Palabra de Dios.
«Lenguas como de fuego» se posaron sobre las cabezas de los discípulos reunidos en Pentecostés (diamerizómenai glossai hoseí pyrós, διαμεριζόμεναι γλῶσσαι ὡσεὶ πυρός, Hch. 2:3), expresión de la presencia del Espíritu Santo que genera el nuevo dinamismo verbal de los nuevos tiempos. Por metonimia, expresa una lengua o idioma, junto con phyle, «tribu», laós, «pueblo», ethnos, «nación» (Ap. 5:9; 7:9; 10:11; 11:9; 13:7; 14:6; 17:15). Véase LENGUAJE; LENGUAS, Don.