CONFESIÓN

CONFESIÓN Término usado en la Biblia principalmente en dos sentidos: (1) reconocimiento de Dios como el Ser Supremo, digno de gratitud y alabanza, y contra quien al faltar el hombre peca; y (2) reconocimiento delante de Dios de la culpa por una infracción cometida con miras a obtener el perdón.
A los israelitas se les insta a la confesión de su iniquidad y la de sus padres (Lv 26:40), a fin de que Dios se acuerde de su pacto con los antepasados de ellos (v. 42). El individuo que cometía un pecado debía confesarlo (Nm 5:7). El rey David, al arrepentirse, confesó su falta a Dios (Sal 32:5; 38:18; 51:1–5). En tiempos de Esdras los israelitas «confesaron sus pecados, y las iniquidades de sus padres» (Neh 9:2).
En Proverbios 28:13, al que confiesa sus pecados y se aparta de ellos, se le promete que «alcanzará misericordia». El reconocimiento de Jehová Dios en tiempos de calamidad y peligro, era una confesión que contribuía a preparar el camino para el → PERDÓN (1 R 8:33, 34; 2 Cr 6:24–27).
En el Nuevo Testamento la confesión guarda una relación muy estrecha con la actitud pública hacia Cristo y viene a ser el → TESTIMONIO espontáneo, gozoso y valiente respecto a la fe del cristiano. Es un acto de lealtad y amor al nombre y causa de Cristo. Él espera de sus seguidores esta confesión pública, la cual será recompensada (Mt 10:32). Confesar es declarar con la boca el señorío de Cristo y su resurrección (Ro 10:9). Uno de los triunfos de la muerte del Salvador es que toda lengua le confesará como el Señor (Flp 2:11). La confesión de los pecados está ligada al → ARREPENTIMIENTO y al → BAUTISMO (Mt 3:2, 6). Confesar nuestros pecados, como cristianos, es una práctica necesaria y obligatoria (Stg 5:16; 1 Jn 1:9), que debe hacerse únicamente a la persona o las personas ofendidas.