HEBREO, IDIOMA

HEBREO, IDIOMA Idioma empleado para escribir todos los libros del Antiguo Testamento, con excepción de breves porciones de Esdras, Daniel y un versículo de Jeremías. Sin embargo, los judíos no llamaban hebreo a su idioma, sino «lengua de Canaán» (Is 19:18) o «lengua de Judá» (Neh 13:24; Is 36:11). En el Nuevo Testamento el término hebreo se emplea para designar tanto el arameo como el hebreo. Más tarde los rabinos al referirse al hebreo prefirieron llamarlo la «lengua sagrada».
El hebreo es un idioma que pertenece a la rama cananea de los idiomas semíticos y es semejante al ugarítico, fenicio, moabita y edomita. Posiblemente los hebreos adoptaron el dialecto de los cananeos al entrar en Palestina, y lo modificaron con algunas características de su idioma arameo. El idioma resultante se convirtió en el hebreo del Antiguo Testamento.
El hebreo se distingue por consistir en palabras con solo tres consonantes. Se escribe de derecha a izquierda y la estructura de sus frases es sencilla. El alfabeto consta de veintidós consonantes. Antiguamente se escribía sin indicar los sonidos vocales, los cuales se sobreentendían. El sistema para indicar estos sonidos se desarrolló andando el tiempo, y el que se halla en el texto masorético se confeccionó por los masoretas de la Escuela de Tiberio ca. 800 d.C.
Los sustantivos en hebreo se derivan mayormente de los verbos e indican, como en español, la persona o cosa que actúa o existe descrita por el verbo. El hebreo es concreto y práctico; es un idioma de acción. Su base es el verbo, muy sencillo en su expresión. Aunque el tiempo se puede expresar como presente, pasado o futuro, la distinción entre ellos es flexible. El verbo aparece en dos estados: el perfecto y el imperfecto. Se puede indicar que la acción del verbo está determinada, o considerada como tal, con el perfecto. Por otra parte se indica que la acción está incompleta, o considerada como tal, por medio del imperfecto. El imperfecto se modifica para indicar el imperativo y el modo voluntativo. Además de los dos estados, la raíz del verbo se puede modificar para indicar siete clases distintas de acción. Se emplean ciertos cambios de vocales y consonantes para mostrar estos cambios. Dos de ellos se emplean para indicar el activo y pasivo de una acción sencilla. Otros dos cambios se usan para indicar una acción intensiva o de esfuerzo especial. Un cambio indica acción reflexiva sobre el sujeto del verbo. Dos cambios finales se emplean para indicar acción causativa en su forma activa y pasiva, por ejemplo: «él reinó» se cambia a forma causativa para decir «él hizo rey» (a alguien) o en pasivo «él fue hecho rey».
Naturalmente, el hecho de que los verbos no expresen claramente el tiempo da lugar a diversas interpretaciones, y por eso la traducción del Antiguo Testamento es más fluida que la del Nuevo Testamento. Muchas veces el hebreo emplea una serie de infinitivos para hacer gráfico un cuadro verbal. Aunque es un idioma concreto, el hebreo es pintoresco en sus descripciones; expresiones breves y fuertes dan la idea de energía y fuerza. Al lado del castellano el hebreo parece brusco y muy directo, pero en él se puede decir mucho con pocas palabras. Sin embargo, utiliza a la vez mucha repetición, como se ve especialmente en el paralelismo de la poesía hebrea.
Un problema con el hebreo es la ausencia de casos para los sustantivos. Por regla general se emplean las preposiciones y pronombres para indicarlos. El genitivo se indica por una combinación de sustantivos que a veces es ambigua. Por ejemplo, la expresión «un salmo de David» puede indicar un salmo dedicado a David, un salmo escrito por David o un salmo de la colección de David.
El hebreo más depurado se produjo durante la época de la monarquía y se encuentra en los libros de Reyes, Samuel, Jueces, etc. El hebreo de Amós, Isaías y Miqueas es también clásico en su pureza. Antes de la época cristiana el hebreo se sustituyó por el arameo como idioma popular, pero continuó como idioma de las Escrituras y hoy en día goza de nueva aceptación porque es el idioma oficial del actual estado de Israel.
Ciertas palabras en hebreo son tan significativas que es casi imposible traducirlas. Ejemplos son las palabras que expresan pecado, amor leal de Dios (khesed), «arrepentimiento», «ofrenda por el pecado», «justicia», «rectitud», «ley», «instrucción» (torá), etc.