ISRAEL, HISTORIA POSBÍBLICA

ISRAEL, HISTORIA POSBÍBLICA

Bajo Roma Y Bizancio
Durante la vida de Jesús y los apóstoles, Palestina estuvo anexada a la provincia romana de Siria. Los emperadores romanos (→ ROMA, IMPERIO) pusieron a Palestina en manos de procuradores, pero la injusticia y rapacidad de estos, unida al fanatismo de los → ZELOTES sicarios y al estado de exaltación mesiánica, provocaron una franca rebelión contra Roma. Al estallar la violencia, en los años 67 y 68 d.C., el emperador Nerón encargó al general Vespasiano dominar la situación y erradicar el nacionalismo judío. Vespasiano comenzó las operaciones militares pero, una vez elegido emperador (año 69), encomendó la tarea a su hijo Tito, quien en 70 culminó la conquista del país con la toma y arrasamiento de → JERUSALÉN, la destrucción de la vida nacional de los judíos y su → DISPERSIÓN por todo el mundo entonces conocido.
El país reconquistado se convirtió en la provincia romana de Judea, gobernada por un legado senatorial residente en Siria. Las ciudades y los pueblos fueron reconstruidos lentamente y la vida comercial e intelectual recomenzó mientras en Jerusalén la Legión X Fretensis mantenía la Pax Romana. En Jamnia, localidad vecina a Gaza, desde el 68 d.C. y con permiso del emperador Vespasiano, funcionaba una academia de doctores y escribas judíos, fundada por el rabí Yojanán Ben Zakai, la cual trabajó ininterrumpidamente hasta el 425, cuando el emperador Teodosio II la suprimió. Disuelto el sanedrín desde el año 70 d.C., la academia de Jamnia constituyó durante tres siglos y medio la máxima autoridad del judaísmo; su labor fundamental fue la definición de cuáles libros se consideraban autoritativos (→ CANON DEL ANTIGUO TESTAMENTO), y la recopilación de la tradición que se fijó en la Mishnah y el → TALMUD, roca espiritual del judaísmo posterior.

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El muro de las lamentaciones, forma parte de los restos de los edificios del templo de Herodes en Jerusalén. Los judíos modernos vienen aquí para lamentar la pérdida del templo y para orar.

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A partir del año 116 d.C. hubo numerosos levantamientos contra el poder imperial en las comunidades judías mediterráneas, especialmente en Alejandría, Cirene y Chipre, y estos encontraron eco en Palestina. Un decreto del emperador Adriano prohibió la circuncisión en todo el imperio y provocó una insurrección palestina capitaneada por el héroe judío Bar-Kojba (hijo de la estrella; cf. Nm 24:17), aceptado como mesías por el rabí Aqiba, el gran doctor talmúdico. El nuevo levantamiento judío duró del 132 al 135 y fue cruelmente sofocado por Adriano, quien después de la matanza del pueblo hebreo y de arrasar nuevamente a Jerusalén, la hizo reedificar con el nombre de Aelia Capitolina y prohibió a los judíos residir en ella. En el lugar del antiguo → TEMPLO se edificó un templo a Júpiter capitolino y, sobre el sepulcro identificado como el de Jesús, otro templo a Venus. Hasta el nombre de Judea quedó proscrito. El país quedó semidesierto y durante siglos predominaron en Jerusalén y en toda Palestina las poblaciones romana, griega, árabe, siria o cualquier otra menos la judía.
Con la conversión al cristianismo del emperador Constantino, Palestina se fortaleció religiosamente. Santa Helena, madre del emperador, visitó en 326 los lugares tradicionalmente asociados con la vida de Jesucristo e hizo construir suntuosas basílicas en muchos de ellos. Por aquella época las peregrinaciones de cristianos a la Tierra Santa se multiplicaron. Tal situación se eclipsó bajo Juliano el Apóstata, anticristiano que incluso ordenó la reconstrucción del templo de Jerusalén (obra inconclusa desde sus fases iniciales) para desmentir la profecía de Cristo sobre la destrucción del templo (Lc 19:43s).
En el reparto del Imperio Romano en 395, a la muerte de Teodosio, Palestina tocó al Imperio de Oriente (Bizancio). Se intensificaron las peregrinaciones y se difundió ampliamente el monarquismo cristiano en su territorio. El emperador Justiniano embelleció y restauró las basílicas cristianas.

_______________________________________________________________________________________________________El arco de Tito en la ciudad de Roma, recordando la victoria de los emperadores romanos Vespasiano y Tito sobre la rebelión judía en el 70 d.C.

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Período Persa
En el año 614 el rey persa Cosroes II, en lucha contra los bizantinos, se apoderó de Palestina ayudado por los judíos locales, adversos al cristianismo. Los persas devastaron el país y destruyeron o dañaron las edificaciones cristianas. Pero su poder fue fugaz: el emperador bizantino Heraclio, en sus campañas de 628 y 629, liberó el Imperio de Oriente de los invasores y reconquistó Palestina. Tal situación fue también efímera, pues un nuevo poder nacía en Oriente.

Bajo Los árabes
En el año 635 Palestina sucumbió ante la avasalladora política imperialista de los árabes mahometanos, que un siglo más tarde gobernarían desde Córdoba hasta el río Indo. En 637 el califa Omar tomó a Jerusalén con la aquiescencia de los naturales, tanto judíos como cristianos, que hartos del yugo bizantino esperaban un mejor trato de los nuevos amos. La toma de Jerusalén, cuyo asedio duró dos años, solo pudo realizarse luego de un acuerdo entre Omar y el patriarca Sofronio, en el que se garantizaban las vidas y los bienes de los palestinos así como su libertad de culto.
Jerusalén, ciudad santa para los musulmanes debido al fantástico viaje nocturno de Mahoma (Corán, XVII,1), dependía directamente del califa. En el área del antiguo templo se edificaron dos mezquitas sacratísimas para los creyentes mahometanos, la llamada «de Omar» (la Cúpula de la Roca) y la del al-Aksa, cuya ubicación impide, aun en nuestros días, la reedificación del templo.
El dominio árabe en Palestina fue pacífico durante unos tres siglos; la libertad religiosa se respetó tanto para cristianos como para judíos, continuaron las peregrinaciones cristianas y los lugares santos se reconstruyeron. Con la irrupción de los fatimitas de Egipto (929), el país se sumió en guerras y persecuciones que se prolongarían tres siglos. A Palestina la ocuparon y dominaron los califas del Cairo (969), quienes alternaban entre períodos de tolerancia y épocas destructivas de persecución.


Detalle del arco de Tito, mostrando a los romanos cargando objetos del templo en Jerusalén después que el ejército romano destruyera la ciudad en el 70 d.C.

Bajo Los Selyúcidas
La situación se agravó con la ocupación del país (1071–1076) por parte de la dinastía turcomana o selyúcida, fanáticos recién convertidos al islamismo. Sus violencias y crueldades motivaron la reacción de la cristiandad medieval y condujeron a las Cruzadas.

Un Paréntesis: El Reino Latino de Jerusalén (1099–1187)
Enormes ejércitos de cristianos se reunieron ante el llamado de los papas y desorganizadamente se lanzaron a la empresa de reconquistar la Tierra Santa. Tras un intento abortivo en la primera cruzada, Jerusalén fue sitiada y tomada por el ejército cruzado en 1099. Durante cuatro días los cristianos realizaron una horrible matanza de árabes y judíos, al punto de dejar la ciudad santa sin un solo habitante judío por mucho tiempo. Los franceses, fundamentalmente, constituyeron una monarquía feudal de corte europeo enclavada en pleno mundo musulmán. Se sucedieron tres monarcas principales, pero el reino cayó en 1187, en la batalla de Hattin, frente al sultán Saladino de El Cairo.

De Nuevo Bajo Los árabes
Saladino, en efecto, se había proclamado sultán independiente de Egipto desde 1174. Predicó la guerra santa contra los infieles cristianos y reconquistó poco a poco el país, hasta tomar Jerusalén (1187). Las guerras entre los caballeros cruzados y los árabes, unidos a los turcos, culminaron con la victoria de los aliados musulmanes en 1291. Palestina gozó de una casi completa paz externa durante los dos siglos y medio que la gobernaron los musulmanes mamelucos de Egipto, pero esta paz se vio turbada en 1400 con la caída de Damasco en manos de los mongoles y la subsiguiente invasión de Palestina, la más terrible que haya conocido el país. Internamente, a los cristianos se les trató con mucha dureza durante este período; no así los judíos que, a raíz de las persecuciones de que eran objeto en Europa, pudieron emigrar de Francia, Inglaterra y España y construir libremente sus sinagogas.

Moneda acuñada por el emperador romano Vespasiano, mostrando un soldado romano con una mujer judía, que llora por la destrucción de Jerusalén en el 70 d.C.

El Imperio Otomano
En 1517 el sultán turco otomano Selim I conquistó a Egipto y al mismo tiempo se adueñó de Palestina, Siria e Irak. La cruel Pax Turca, uno de los sistemas imperiales más deplorables que ha conocido Occidente, sumió al país en un profundo atraso durante los cuatro siglos (1517–1917) de dominio otomano.
En 1799 Napoleón, quien había conquistado a Egipto, partió de allí con ánimo de conquistar Palestina. Se apoderó de Haifa y se enfrentó al ejército turco en la batalla del monte Tabor, pero se retiró sin lograr su fin. De 1832 a 1840 la Pax Turca se interrumpió en Palestina cuando el gobernador de Egipto Mohamed Alí la ocupó, en rebeldía contra su señor el sultán otomano. La aventura terminó con la intervención de las potencias europeas (Inglaterra, Prusia, Austria, Francia y Rusia), quienes para proteger sus intereses constriñeron a Mohamed a devolver lo ocupado a Turquía. El sultán, a raíz del incidente, otorgó ciertas concesiones en suelo palestino a los países europeos y estos abrieron consulados en diversas ciudades y se declararon preceptores de las comunidades cristianas nativas, católicas, protestantes u ortodoxas.

El Sionismo
La explosión del antisemitismo en Europa, especialmente en Rusia, originó dentro del pueblo judío un fuerte movimiento de regreso a la tierra de Israel. Desde 1885 se había fundado el movimiento «Amor a Sion», y en 1897 el visionario del estado judío, Teodoro Herzl, fundó la Organización Sionista Mundial en el primer congreso sionista celebrado en Basilea. La corriente migratoria judía tomó cuerpo: en 1850 no había en toda Palestina sino unos doce mil judíos; hacia 1882 ya había treinta y cinco mil. Las aldeas agrícolas comenzaron a multiplicarse; renació la vieja lengua hebrea y se fundó en Jerusalén la Universidad Hebrea. Al estallar la primera guerra mundial en 1914, la comunidad judía de Palestina sumaba ochenta y cinco mil personas. Esta guerra modificó la situación del país, pues Turquía (la potencia ocupante), en su calidad de aliada en Prusia, hizo de Palestina su centro de operaciones contra Egipto, ocupado este por los ingleses. Las guerras árabes animadas por el coronel Lawrence (Lawrence de Arabia) desalojaron a los otomanos de amplios territorios; entre otros, de la región Siria Palestina, que quedó en manos de los ingleses a partir de 1917.

El Mandato Británico
El 2 de noviembre de 1917 el gobierno británico formuló la Declaración de Balfour, en la que expresaba sus simpatías por las aspiraciones sionistas y se comprometía a apoyar la creación en Palestina de un hogar nacional para el pueblo judío. El mandato sobre Palestina, que la Liga de Naciones confió a los ingleses (1922), incorporó la declaración de Balfour y admitió explícitamente los fundamentos para la reconstrucción de un estado judío en Palestina. Bajo la égida de la Organización Sionista (creación de Herzl) y de la remozada Agencia Judía, el regreso del pueblo y la construcción del nuevo estado adquirieron un ritmo acelerado; el pueblo judío volvió a la agricultura y a la ganadería y se multiplicaron los nuevos centros de población. Sin embargo, la administración británica, requerida por sus intereses en los territorios árabes, fue obstruyendo cada vez más estos esfuerzos y dificultó la inmigración judía. El surgimiento del nazismo en Alemania, y la consiguiente carnicería de seis millones de judíos europeos, tornaron más apremiante la restauración de la independencia judía.
En Palestina, la población hebrea organizó diversos métodos de resistencia contra el ocupante inglés. El resultado fue una mayor tensión y constantes choques entre la administración mandataria y la comunidad judía (el Ishuv). En 1947 Gran Bretaña planteó la cuestión de Palestina ante las Naciones Unidas. Una comisión especial recomendó la partición de Palestina en dos estados independientes, judíos y árabes, ligados por un acuerdo económico con Jerusalén bajo control internacional. El 29 de noviembre de ese año la Asamblea General de la ONU aprobó la recomendación por amplia mayoría y el Ishuv se lanzó entonces a la empresa de preparar la independencia de un estado que contaría con solo veinte mil kilómetros cuadrados de territorio, y que debería inaugurarse el 15 de mayo de 1948, fecha de finalización del mandato británico.

Israel
La noche del 14 de mayo de 1948, David Ben Gurión, en su calidad de jefe del consejo provisional del estado, leyó en Tel Aviv la declaración de independencia, mediante la cual se fundaba el estado de Israel. Pocas horas después, los ejércitos de Egipto, Jordania, Siria, Líbano e Irak, acompañados por un contingente de Arabia Saudita, invadieron el país, e Israel se vio abocado a una guerra de independencia que se prolongó siete meses. El armisticio de 1949 fue efímero y la tensión armada que se produjo con los países árabes, que se negaban y aún se niegan a reconocer el derecho de existencia del estado de Israel, ha producido desde entonces innumerables actos de sabotaje, asaltos y muertes, incluyendo guerras.
Numerosos han sido los conflictos desde entonces. Los principales son:
1956: Israel invade Egipto, lo que entre otras cosas trae como consecuencia que los egipcios inutilicen el canal de Suez.
1967: Estalla la «Guerra de los Seis Días», que resulta en la derrota humillante de las fuerzas árabes. Egipto pierde Gaza y el Sinaí. Siria pierde las alturas de Golán. Jordania pierde la parte vieja de Jerusalén y la Cisjordania.
1973: Se desata la Guerra del Yom Kippur. Egipto ataca por el sur y Siria por el norte. Israel gana territorio y los árabes piden el cese al fuego a las tres semanas del primer ataque.
1977: Anuar el-Sadat, presidente de Egipto, viaja a Israel. Las negociaciones que esto da origen concluyen en 1979 con el Acuerdo de Camp David (Estados Unidos) en el cual se restablecen las relaciones de Israel con Egipto, e Israel les devuelve la península de Sinaí.
1982: Irael invade el Líbano para detener los ataques que desde allí lanza la Organización para la Liberación de Palestina (OLP).
1987: Comienzan las revueltas palestinas que se conocen como intifada.
1991: Irak invade Kuwait y se desata la Guerra del Golfo, durante la cual Israel se ve atacada con proyectiles teledirigidos. La guerra concluye con las conferencias de paz de Madrid.
Surge la esperanza de paz al reiniciarse negociaciones con la OLP en Oslo, Noruega. En 1993 se firma en Washington una Declaración de Principios (Oslo I), tras lo cual se tranfiere a la OLP el control de Jericó y Gaza. A continuación, en 1994, se firma un tratado de paz con Jordania.
1994: El 29 de agosto Israel cede el control de parte de la Ribera Occidental a la OLP.
1995: El año 1995 es trascendental, pues tras el acuerdo interino (Oslo II) que se firma con la OLP, Israel pone Belén, Hebrón y cuatrocientas otras poblaciones bajo el control de los palestinos. Pero ese mismo año se produce el asesinato del primer ministro Isaac Rabin, que da inicio a un período de inestabilidad y peligro para la paz que aún no ha terminado.
1996: En este año Benjamín Netanyahu gana la primera elección de primer ministro. Comienzan las conversaciones respecto a la situación final que decidirán el destino de Jerusalén. Sin embargo, la violencia continúa.
1997: Israel inicia construcción de hogares en el Jerusalén oriental árabe. La tensión y la violencia aumentan.
Israel es en la actualidad, pese al virtual estado de guerra en que ha vivido por casi cincuenta años, un país próspero y moderno que ofrece el espectáculo de una nación que aúna milenios de historia y de tradición con los recursos de la más avanzada tecnología. Cuenta con una población de más de tres millones de habitantes y con importantes centros de enseñanza y de investigación, incluyendo los laboratorios atómicos de Dimona. Su economía es fuerte y sus leyes garantizan la tolerancia religiosa y un amplio marco de libertades, dentro de un estado de corte socializante. Pero la situación política externa es incierta, como es de esperar de un país que solo ha podido sobrevivir a fuerza de devolver golpe por golpe.