Agricultura

Agricultura A través de la historia bíblica la ocupación principal del pueblo de Israel fue la agricultura. Isaías dice que el Señor la estableció (28:23–29). Cuando Abraham y su familia llegaron a Palestina, imitaron los métodos del agricultor cananeo. Los campesinos vivían en aldeas cerca de sus campos y caminaban todos los días al trabajo. Respetaban las piedras limítrofes entre los terrenos.

Los territorios más fértiles en Israel eran las llanuras marítimas de Esdraelón y del Jordán. A Samaria se le conocía por sus plantaciones de olivos y las áreas más elevadas del valle del Jordán por su trigo.

La agricultura influyó grandemente en la religión de Canaán y también en la formación de las leyes de Israel. La industria y el comercio nunca dieron grandes ingresos a los habitantes de Israel. Más bien la agricultura era la fuente principal de sus ganancias. Por eso figura mucho en la literatura.

La agricultura nunca fue fácil en Palestina. La tierra era rocosa y montañosa. Había pocos valles fértiles, apenas los suficientes para producir alimentos para los habitantes. Pero los que había eran muy fértiles. Amós dice que podían producir dos cosechas de trigo al año (7:1).

El clima era otro serio problema para el agricultor hebreo. Había cinco meses de verano, desde mayo a octubre, en que no llovía. A veces, aun durante la época de lluvia no caía suficiente para producir la cosecha. Entonces había hambre en la tierra. El pueblo tomaba medidas para evitar esto. Se han descubierto muchas cisternas en Palestina (2 Cr 26:10; Neh 9:25) y algunas evidencias de riego artificial. (→ Estanque.)

Además del clima, el agricultor hebreo tenía que enfrentar plagas de insectos y enfermedades de plantas. La amenaza más grave era la invasión de langostas que en pocos días consumían campos enteros de grano (Dt 28:42; 1 R 8:37; Jl 1:4). El pasto también sufría de una especie de tizoncillo que atacaba las hojas de las plantas.

Había tres cultivos principales: la viña, el olivo y el grano. De las muchas clases de uvas la mayor era el shorek, una uva roja, grande y deliciosa. La mayor parte de la cosecha se convertía en vino.

La oliva se usaba para extraerle aceite, elemento importante en la comida hebrea. El grano principal era el trigo, aunque también se cultivaba la cebada.

Toda la familia colaboraba en la agricultura y durante el día las aldeas se quedaban solas cuando todos se dirigían a sus respectivos terrenos.

La agricultura estaba íntimamente relacionada con la fe hebrea. Desde el comienzo Dios la estableció como un oficio digno (Gn 2:5): la tierra era regalo de Dios (Dt 11:9ss). Por eso las fiestas principales del Antiguo Testamento se relacionaban con las cosechas. El futuro glorioso de Israel se expresaba como un tiempo de viñas y huertos florecientes. El Antiguo Testamento contiene muchas figuras tomadas de la agricultura (Sal 65:9–13; 80:8–13; 12-18; Pr 10:5; 20:26; 24:30–34; Is 5:1–7). Jesús las empleaba muchas veces en sus parábolas (Mt 20:1–16; Mc 4:1–20; Lc 6:43, 44) por ser lenguaje que los judíos entendían.