AGORERO

Término que aparece como tal solamente en Hechos 8:9 y Hechos 19:19. Bíblicamente, incluye toda ceremonia supersticiosa de magos, hechiceros, encantadores, astrólogos, adivinos, intérpretes de sueños, decidores de la buenaventura, echadores de suertes, etc., todo lo cual es propio de sistemas politeístas. Por tanto, toda forma de magia era absolutamente prohibida por la Ley y vigorosamente condenada por los profetas y apóstoles. Los que la practicaban sufrían la pena de muerte (Éx 22:18; Lv 19:26, 31; 20:2, 27).

A Israel se le amonestaba a abstenerse tanto de la magia como de toda abominación de las naciones paganas (Dt 18:9–11; cf. 2 R 17:17; 2 Cr 33:6). Las consultas a los encantadores eran tan abominables como el sacrificio de niños, y los magos eran considerados embusteros (Is 44:25; Jer 27:9, 10; Ez 22:28; Zac 10:2). Isaías condena a los idólatras de Israel llamándoles «hijos de la hechicera, generación adúltera y fornicaria» (57:3). Malaquías los tilda de la misma manera (3:5).

Los apóstoles condenaban la magia tan fuertemente como los profetas. Pablo coloca la hechicería en la lista de las obras de la carne, junto con el adulterio, los homicidios, etc. (Gl 5:17–21; cf. Hch 13:10). La Biblia asigna a los hechiceros el mismo destino que a los idólatras fornicarios y asesinos (Ap 9:21; 18:23; 21:8; 22:15).