INTERCESIÓN

INTERCESIÓN Acción de presentar súplicas o peticiones a Dios generalmente a favor de otros. Tanto el verbo hebreo paga como el griego entygjano quieren decir «encontrarse con una persona», y su significado deriva de «buscar su auxilio».
En los ejemplos veterotestamentarios la intercesión depende de:
1. Un sentido de solidaridad entre los hombres que induce a buscar el bien del otro.
2. La convicción del intercesor de que Dios puede salvar o bendecir a la persona necesitada por quien se intercede.
Se destaca la intercesión insistente de Abraham a favor de Sodoma, pensando en Lot (Gn 18:23–33); de Moisés a favor de Israel (Éx 32:11–14, 21–24; 33:12ss, etc.). Samuel muestra el mismo espíritu de abnegada súplica a favor del pueblo (1 S 7:5, 8, 9). Elías suplica primero en contra del pueblo rebelde y después a favor de él; su súplica quedó como ejemplo de la potencia de la → ORACIÓN (1 R 17:1; 18:36–46; Ro 11:2; Stg 5:17, 18). Isaías y Ezequiel se destacan como intercesores frente a la amenaza asiria (Is 37:5–38), y la oración de Josafat es un modelo de la intercesión (2 Cr 20:5–13). Daniel es el gran intercesor durante el destierro (Dn 9:1–19), como lo son Esdras y Nehemías en la restauración (Esd 9:6–15; Neh 1:5–11).
Los milagros que realizó el Señor en el Nuevo Testamento, gracias a la intercesión (explícita o implícita) de alguien, ponen de relieve el valor de este ministerio; por ejemplo, los amigos que llevan al paralítico al Señor (Mc 2:1–12), los ancianos de los judíos que interceden a favor del siervo del centurión (Lc 7:1–10), los amigos que presentan al sordomudo (Mc 7:32). En la parábola del amigo que busca pan para su visitante, Jesús subraya la intercesión como parte integrante de la enseñanza sobre la oración (Lc 11:5–8). Con razón la oración del Señor en la víspera de su pasión se llama «de intercesión», pues señala su actitud constante frente a su Padre en relación con los suyos (Jn 17; cf. Lc 22:32). Esteban se hace eco de la intercesión de su Señor a favor de sus enemigos (Hch 7:60; cf. Lc 23:34 y Mt 5:44).
Pablo suele asegurar a los destinatarios de sus cartas (sean iglesias o individuos) que hace mención de ellos en sus oraciones (por ejemplo, Ro 1:9; 2 Co 13:7; Ef 1:15–19; 3:14–21; Flp 1:3–7, etc.). Al mismo tiempo, pide la intercesión de sus hijos en la fe y de los hermanos en general (Ro 15:30–32; Ef 6:18–20). La intercesión es obligación fundamental del creyente según 1 Ti 2:1, 2, donde «peticiones» debe entenderse como intercesión y con referencia especial a toda autoridad civil. El Espíritu Santo ayuda la flaqueza del creyente que no sabe orar como conviene, intercediendo con «gemidos indecibles» (Ro 8:26, 27), y esto se ha de entender como una obra subjetiva, que vivifica los hondos anhelos en el corazón del suplicante.
La oración de Juan 17 ilustra la obra de intercesión de Cristo, ya que → «ABOGADO tenemos con el Padre, a Jesucristo el justo» (1 Jn 2:1). Hebreos atribuye a Cristo la obra intermediaria e intercesora del → SUMO SACERDOTE del Antiguo Testamento, y basa la intercesión sobre la comprensión de nuestra condición de parte de nuestro intercesor, gracias a su encarnación (2:14–18; 4:14–16; 5:1–10; 7:22–28). Esta intercesión no busca alterar las decisiones divinas, sino hacer valer la eficacia y la suficiencia de la obra de Cristo, de la cual el creyente se aprovecha.