Pascua

Heb. 6453 Pésaj, פֶּסַח, de la raíz 6452 pasaj, פסח = «pasar, saltar»; aram. pasejá, פַּסְחָא; Sept. phasek, φασέκ; NT con art. to paskha, τὸ πάσχα = «la Pascua»
1. Origen e institución.
2. Manera de comer la Pascua.
3. La Pascua de Jesús.
I. ORIGEN E INSTITUTICIÓN. Primera de las tres solemnidades anuales en las que todo varón israelita no impedido se debía presentar en el Templo (Ex. 12:43; Dt. 16:1). Estaba determinada por dos ritos fundamentales: el sacrificio del cordero, y los panes ácimos o sin levadura, llamado por ello «fiesta de los panes sin levadura», heb. jag hammatsoth, חַג הַמּצֹּות, gr. he heorté ton azymon, ἡ ἑορτὴ τῶν ἀζύμων, o hemerai ton azymon, ἡμέραι τῶν ἀζύμων (Ex. 23:15; Lv. 23:6: 2 Cro. 8:13; Esd. 6:22; Lc. 22:1, 7; Hch. 12:3; 20:6; Josefo, Guerra, 2, 1, 3); o simplemente «los ázimos», heb. hammatsoth, הַמַּצֹּות, gr. ta ázyma, τὰ ἄζυμα (Ex. 12:17; Mc. 14:1).
Esta fiesta es el resultado de la fusión en una sola de dos celebraciones: la del cordero pascual y la de los panes sin fermentar o ázimos. El sacrificio del cordero pascual corresponde al período de vida nómada de Israel; los pastores, antes de partir con sus rebaños para los pastos primaverales, inmolaban de noche el cordero joven para obtener la fecundidad y prosperidad del ganado. La víctima era asada a fuego, no se le podía romper ningún hueso. Rociaban con su sangre los postes de la tienda, para así alejar amenazas, desgracias, enfermedades y espíritus malignos. Posteriormente, se le dio un nuevo significado en recuerdo y conmemoración de la salida de Egipto, acontecimiento fundamental de la historia israelita (Ex. 12:1, 14, 42; 23:15; Dt. 16:1, 2). Con ello se celebraba solemnemente el hecho de que Dios, que había hecho morir a todos los primogénitos de la tierra de Egipto, había sin embargo pasado por alto las moradas de los israelitas, marcadas con la sangre del cordero. Originalmente se celebraba fuera de todo santuario, y sin sacerdotes ni altares; se comía con hierbas del desierto, revestidos los participantes de los atuendos propios de pastores en pleno nomadeo, y siempre en noches de luna llena, la más luminosa para poder moverse en el campo. Era una fiesta anual y de primavera, momento decisivo y peligroso en que se salía con el rebaño a la búsqueda de pastos.
Los panes sin levadura, por el contrario, eran un rito agrícola de primavera asumido por los hebreos al sedentarizarse en Canaán (Lv. 23:10), conforme se habían ido convirtiendo en agricultores. Los ázimos aluden a la nueva cosecha. Esta fiesta indicaba el comienzo de la siega de la cebada, que se hace en primavera, cuya primera gavilla cortada era presenta a la divinidad, y culminaba en la fiesta de las semanas, fin de la cosecha, cincuenta días después (de ahí el nombre de > Pentecostés). Para impedir que los espíritus nefastos del año anterior penetrasen en el año entrante, se descartaba toda la harina vieja y fermentada. Mezclar levadura del año anterior, hecha entonces de harina fermentada, era, según la mentalidad de la época, mezclar los «espíritus» o fuerzas de los dos años. Había que esperar a que la harina nueva fermentase sola para utilizar la nueva levadura. La espera duraba unos siete días, «los días de los ázimos», es decir, días en que se comían los panes sin levadura, por no haber levadura disponible de la nueva cosecha. Todavía las costumbres actuales judías exigen que, en la semana anterior a la Pascua, se limpie rigurosamente cada casa de todo producto de trigo y hasta de cada grano de trigo del año anterior. También los platos, cubiertos, tazas, ollas, etc., usados durante todo el año se consideran «leudados» (jametz) por el contacto que tuvieron con alimentos de ese tipo, y se los reemplaza por otros, especiales para Pascua, o bien puede convertírselos en aptos mediante un proceso especial de limpieza que se les aplica unos días antes de la fiesta.
Después de la conquista de Canaán, la Pascua de los nómadas se unificó seguramente con la fiesta agrícola de la primavera o Ázimos y ambas celebraciones cambiaron su significado originario, pasaron a ser una sola, aplicándoles el sentido histórico de la urgencia de Israel para salir de la esclavitud de Egipto en el momento del éxodo.
La cena pascual tenía que ser consumida apresuradamente, con el bastón en la mano, y con la actitud de personas dispuestas a partir en la liberación prometida por Dios. La fiesta comenzaba el día catorce del mes de > Abib (Nisán) —primer mes del año— al atardecer, esto es, al inicio del día quince, con la comida que seguía al sacrificio del cordero (Lv. 23:5). Se daba muerte a un cordero o a un cabrito entre las dos tardes, cerca del momento del ocaso (Ex. 12:6; Dt. 16:6), o entre las horas novena y undécima (Guerras 6:9, 3). Asado entero, se comía con panes sin levadura y con hierbas amargas (Ex. 12:8). No podía ser hervido en agua. Su sangre derramada tipificaba la expiación; las hierbas amargas simbolizaban los sufrimientos de la esclavitud en Egipto. El pan sin levadura recordaba la huida precipitada de Egipto, cuando los israelitas se llevaron consigo masa sin leudar (Ex. 12:8, 34, 39; cf. Dt. 16:3; 1 Cor. 5:8).
La fiesta duraba siete días (Ex. 12:14–20; 13:3–10). El primero se correspondía con el día quince del mes, que adquiría el carácter de sábado, lo mismo que el día séptimo de la semana: no se debía hacer ninguna obra servil, pues estaba marcado para convocación santa (Ex. 12:16; 13:6; Lv. 23:7; Nm. 28:18, 25; Dt. 16:8). El segundo día de la fiesta, el sacerdote mecía delante de Yahvé una gavilla de cebada, primicia de la siega: este gesto consagraba el inicio de las cosechas (Lv. 23:10–14; cf. Jos. 5:10–12; Lv. 23:7, 11 en la LXX; Ant. 3:10, 15), pero no se trataba de un día de reposo. El año agrícola tenía más relación con la fiesta de las semanas o de > Pentecostés y con la de los > Tabernáculos o cabañas que con la Pascua.
Además de los sacrificios habituales en el Templo, se debían ofrecer en holocausto cotidiano, durante los siete días de solemnidades pascuales, dos becerros, un carnero, siete corderos de un año y, como sacrificio de expiación, un macho cabrío (Lv. 23:8; Nm. 28:19–23). En tiempos de Jesús, el pueblo acudía a Jerusalén a celebrar la Pascua, y todas las familias se reunían a comer el cordero pascual. La participación en la cena pascual era obligatoria solo para los varones, aunque las mujeres tenían derecho a ello, así como toda la casa. Si la familia era poco numerosa, podía juntarse con sus vecinos a fin de comer todo el cordero (Ex. 12:4).
Con frecuencia, los rabinos celebraban la Pascua con sus discípulos, en cuyo caso presidían la mesa ocupando el lugar del cabeza de familia. Es lo que hizo Jesús con los Doce poco antes de ser entregado, por cuanto formaban todos un singular círculo familiar (Lc. 22:15–18).
En el AT se mencionan las siguientes celebraciones pascuales: en el Sinaí (Nm. 9:1–14); durante la entrada en Canaán (Jos. 5:11); bajo Ezequías (2 Cro. 30:1–27; los vv. 5, 26 hacen alusión a Salomón); bajo Josías (2 R. 23:21–23; 2 Cro. 35:1–19), y en la época de Esdras (Esd. 6:19–22; véase también Mt. 26:17ss; Mc. 14:12ss; Lc. 22:7ss.; Jn. 18:28; Ant. 17:9, 3; 20:5, 3; Josefo, Guerras 6, 9, 3).
II. ORDEN DE COMIDA. En la evolución posterior de la fiesta, las autoridades judías señalan que la manera de comer la pascua debe seguir el siguiente orden o Séder: Cuando todos están en su lugar, el presidente de la fiesta tiene ante sí preparada la mesa con la keará o «fuente» con los símbolos pascuales. Entre ellos destacan el maror o hierba amarga (generalmente un rábano picante que evoca la amarga vida de esclavos que los hijos de Israel vivieron en Egipto); el zeroa (un hueso con carne asada, en recuerdo del cordero que se sacrificaba en el Templo de Jerusalén); el jaróset (una mezcla de manzanas y nueces picadas y amasadas con vino, semejante a la pasta de ladrillos que elaboraba el pueblo judío en Egipto); el carpás (verduras que se mojan en agua salada antes de comerlas, símbolo de las lágrimas de los esclavos israelitas en Egipto, o bien de las aguas saladas del mar Rojo); un huevo (recuerdo de uno de los sacrificios de la fiesta) y jazeret, otra verdura más (que varía según las diversas costumbres).
Complementan la mesa del Séder tres mazoth (panes ácimos) colocados una encima del otro (símbolo de los tres sectores del pueblo judío: los sacerdotes o descendientes de Aarón; los levitas, hijos de la tribu de Leví; e Israel, el resto del pueblo), una copa de vino especialmente reservada para el profeta Elías, de quien se cree que también llega simbólicamente a cada hogar judío para participar junto con los presentes de la noche del Séder, y finalmente las copas de vino para todos, de las cuales se beberá sucesivamente cuatro veces a lo largo de toda la noche, ya que celebran la liberación de los hijos de Israel de la esclavitud de Egipto, que esta definida en la Biblia con cuatro verbos diferentes, cuando Dios la promete a los israelitas: «Os sacaré de los sufrimientos de Egipto, os salvaré de su esclavitud, os redimiré con brazo extendido y os tomaré para mí como pueblo» (Ex. 6:6–7). Según el Talmud, en cada generación el israelita debe considerarse como si hubiera sido personalmente liberado de Egipto (Pesajim 10, 4).
Después de la primera copa de vino mezclada con agua, todos mojan una parte de las hierbas amargas en la salsa, y la comen. Se sacan los platos de la mesa, y los niños o prosélitos reciben instrucción acerca del significado de la fiesta. En cada casa, durante la cena pascual, debe alguien hacer las siguientes preguntas para que el sentido del rito quede claro: ¿Por qué esta noche es distinta de todas las demás noches del año? ¿Por qué esta noche solo comemos pan sin levadura? ¿Por qué esta noche solo comemos hierbas amargas? ¿Por qué esta noche solo comemos carne asada? ¿Por qué esta noche mojamos apio y hierbas amargas dos veces?
Después se vuelven a traer los platos, y el presidente dice: «Esta es la pascua que comemos porque el Señor pasó por alto las casas de nuestros padres en Egipto». Sosteniendo en alto las hierbas amargas, dice a continuación: «Estas son las hierbas amargas que comemos en memoria de que los egipcios amargaron la vida de nuestros padres en Egipto.» Después se refiere al pan sin levadura, y repite los salmos 113 y 114, finalizando con una oración. Todos beben entonces la segunda copa de vino.
El presidente parte uno de los panes sin levadura y da las gracias. Todos participan entonces del cordero pascual. Para finalizar la cena, todos toman un trozo de pan con algo de hierbas amargas, y, habiéndolo mojado en la salsa, se lo comen. Beben entonces la tercera copa de vino, llamada «copa de bendición». El presidente pronuncia entonces los Sal. 115, 116, 117 y 118, y con otra copa de vino finaliza la fiesta.
III. LA PASCUA DE JESÚS. Los Evangelios hablan de la Pascua de Cristo y presentan dos puntos de vista distintos, que se complementan. Juan dice que la Pascua de Cristo coincide con su muerte en la cruz, indicando de este modo que Jesús sustituye la inmolación del cordero con su propia inmolación en la cruz. Los Evangelios sinópticos presentan la Última Cena como la Pascua celebrada por Cristo, en la que sustituye la cena pascual por la Cena eucarística. Para Juan, la Pascua de Cristo es su «paso» de este mundo al Padre, por eso presenta a Jesús como el «Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo» (Jn. 1:29). Los otros evangelistas insisten con una descripción detallada que Cristo celebró la Pascua con la institución de la > Eucaristía (Lc. 22:8, 15; Mc. 14:12–16). Hablan de la muerte de Cristo en función de la «remisión de los pecados» (Mt. 26:28; Mc. 14:24; Lc. 22:20). La celebración de la Pascua recordaba a los israelitas que sus padres habían sido esclavizados en Egipto y que Dios les había librado constituyéndose en su Salvador. En el NT la liberación se pone en relación con el pecado y sus consecuencias (Lc. 2:38; 24:21). El pecado es una grave forma de esclavitud (Jn. 8:34; cf. Ro. 6:7, 16, 19ss), de la que Cristo ha venido a liberar a la humanidad (Jn. 8:36). Mediante su muerte, Cristo destruye el pecado y libera a sus cautivos (Lc. 4:18; Is. 61:1).
Para el apóstol Pablo, Cristo es la Pascua de los cristianos, ya sacrificado por ellos (1 Cor. 5:7), cuya celebración consiste en un vida recta, sincera, pura: «Así que celebremos la fiesta, no con la vieja levadura, ni con la levadura de malicia y de maldad, sino con panes sin levadura, de sinceridad y de verdad» (v. 8). Véase EUCARISTÍA, FIESTAS JUDÍAS, PENTECOSTÉS, REDENCIÓN, TABERNÁCULOS