MARCOS, Evangelio

Segundo de los cuatro Evangelios canónicos.
1. Originalidad.
2. Autor, lugar y fecha.
3. Estilo.
4. La comunidad de Marcos.
5. Temas principales.
6. Estructura.
7. Identidad de Jesús en Marcos.
8. El final del Evangelio.
I. ORIGINALIDAD. Su puesto segundo en el orden establecido de los Evangelios no indica nada necesariamente acerca del orden de su redacción. Su brevedad —es el más corto de los cuatro— no proviene por lo general de su concisión, porque es abundante en detalles. Se desarrollan rápidamente una serie de escenas poderosamente evocadoras. El orden cronológico es más ajustado que en Mateo y Lucas. Marcos nos transmite más los gestos y actos de Cristo que sus discursos. No cita más que cuatro parábolas, pero relata dieciocho milagros, y solamente ofrece íntegro uno de los más largos discursos de Jesús (Mc. 13). Insiste en el poder de Cristo, el Hijo de Dios (Mc. 1:11; 5:7; 9:7; 14:61; también Mc. 8:38; 12:1–11; 13:32; 14:36), el Salvador triunfante. Los dos temas esenciales de este Evangelio son el ministerio en Galilea (Mc. 1:14–9:50) y la última semana en Jerusalén (Mc. 11:1–16:8). Estas dos secciones están conectadas con un breve relato acerca del período intermedio (Mc. 10:1–52).
La mayoría de los expertos mantienen la prioridad de Marcos sobre los demás Evangelios. Mateo y Lucas habrían conocido el Evangelio de Marcos (en su presente edición o en otra anterior) y se habrían servido de él. Son muy pocos los que, como Farmer, mantienen la antigua hipótesis de Griesbach, según la cual Marcos habría realizado una síntesis y un compendio de Mateo y de Lucas. Marcos fue el primero en presentar los recuerdos sobre los dichos y hechos de Jesús en una secuencia espacio-temporal, dándole el carácter de «historia de Jesús». En realidad, no escribió una biografía en el sentido moderno de la palabra. Inventó un plan dinámico para ir insertando dentro de esa secuencia los distintos materiales tradicionales que conocía. Mateo y Lucas entraron en su obra para ampliarla y mejorarla, de tal modo que Marcos pasó a un segundo plano, ya que parecía un Evangelio menos completo. De hecho, ha sido el Evangelio menos utilizado en la historia de la Iglesia. Los Padres le dedicaron poca atención. Papías dijo de él que era un escrito «desordenado», y Agustín definió a su autor como un «imitador de Mateo, que resumió su evangelio». De ahí que sea el que menos haya influido en la expresión dogmática de la Iglesia, y el más alejado de su vivencia popular. Presenta un Jesús sin mucho que decir. Habla a menudo del hecho de que Jesús enseñaba, pero es muy escueto a la hora de reproducir el contenido de esta enseñanza. Agustín lo vio como un simple resumen de Mateo. En un mundo que se fue haciendo más sensible a los valores literarios, las deficiencias estilísticas de Marcos creaban malestar. La presunta baja calidad de su griego contribuyó a su poca estima en los momentos en que la Iglesia griega de los Santos Padres desarrollaba un estilo altamente ilustrado. A medida que se desarrolló el dogma cristológico con una cristología cada vez más alta, dejó de encajar el excesivo realismo con el que Marcos nos habla de Jesús. Tiene poco material discursivo. En Mt y Lc las palabras representan la mitad del Evangelio; en Mc solo una tercera parte. Tiende a abreviar las discusiones como la de Beelzebul (3:23–30), o las diatribas con los fariseos; ofrece solo algunos modelos de catequesis a discípulos, la misión, el cargar con la cruz, el ser como niños. Solo presenta dos discursos de Jesús, el de las parábolas y el escatológico. Muestra un Jesús demasiado humano y narra con viveza y colorido detalles insignificantes que crean una impresión de realidad. Por esta razón, este Evangelio es en la actualidad el más estudiado, y se ha convertido en la fuente histórica principal para reconstruir la vida de Jesús. Su presentación se adapta a la sensibilidad del hombre actual. Otra de las causas del interés hodierno por Marcos reside en el hecho de ser el Evangelio más antiguo, y por tanto el más cercano al tiempo de Jesús histórico.
II. AUTOR, LUGAR Y FECHA. Hay un acuerdo casi unánime en atribuir la autoría de este Evangelio a > Marcos, al que se refieren los Hechos como Juan Marcos (12:12, 25; 15:37), Juan (13:5, 13) o Marcos (15:39), idéntico al Marcos mencionado por Pablo (Col. 4:10; 2 Ti., 4:11: Flm. 24) y Pedro (1 P. 5:13). A nivel externo, toda la tradición cristiana sigue el testimonio de Papías, recogido por Eusebio (Hist. Eccl. 3, 39, 14–15), que adscribe este Evangelio a Marcos, hijo de María (Hch. 12:12) e «intérprete de Pedro» (Papías, seguido por Justino Mártir, Dial. con Trifón, 106; Canon Muratoriano, c. 160–180; Ireneo, Adv. haer. III, 1, 1; Antiguo Prólogo latino, s. II–III; Tertuliano, Adv. Marc. IV, 5; Orígenes, Jerónimo, etc.).
A nivel interno, Pedro ocupa un lugar prominente: es el primer llamado (1:16); el primer milagro es la curación de su suegra (1:29–31); es el único nombrado en 1:39; es el primero entre los apóstoles (3:16), entre los testigos de la resurrección de la hija de Jairo (5:37), de la > Trasfiguración (9:2), de la > agonía de Jesús (14:33–37); Pedro es el que proclama la mesianidad de Jesucristo, aunque pretende apartarle de la > Pasión (8:29–32), y el que siempre le interpela (8:32; 9:5; 10; 11:21; 13:3).
Roma es señalada por la mayoría de los comentaristas como lugar de composición. Fue la opinión general de los escritores cristianos antiguos: Ireneo, Clemente de Alejandría, Orígenes, Eusebio y Efrén. Se basan para ello en que al no tener por autor a ninguno de los apóstoles, este Evangelio solo pudo tener difusión si recibió el respaldo de una iglesia importante, como era la romana.
Autores modernos, como Lohmeyer, Marxen, Kelber y Gonzalez Ruiz, entre otros, se inclinan por Galilea o el sur de Siria como lugares de composición, ya que la primera es prácticamente, y salvo al final, el único escenario de este Evangelio, además de los rasgos de colorido local y de conocimiento de las características del medio galileo que muestra. Jesús proclama con éxito su mensaje en Galilea, mientras que fracasa en Jerusalén.
Otra opinión bien argumentada (R.Pesch, G. Thiessen) defiende > Antioquía de Siria, lo que explicaría la utilización de frases y palabras arameas que, aunque traduce, indica una parte de sus lectores familiarizados con este idioma. Dicho origen explicaría también la utilización de latinismos, pues Antioquía era un importante centro romano. El uso de Marcos como fuente de Mateo y Lucas se explicaría mejor en Antioquía que en Roma. Las citas de lugares de Galilea y de Judea sin explicación complementaria evidencian que los lectores de Marcos conocían la geografía de Palestina y que podían pertenecer a un medio cercano a esta. Antioquía fue el lugar en el que se produjo la ruptura de los seguidores de Jesús con el judaísmo y la integración de los paganos, situaciones estas que están presentes a en todo el Evangelio marcano. Para Thiessen es obvio pensar que el Evangelio más antiguo surgiera del país originario del cristianismo primitivo helenístico. El mismo autor observa que el vocablo utilizado en este Evangelio para designar al lago de Galilea, es el término > «mar» (thálassa, θάλασσα), difícil de comprender para cualquiera que tuviera conocimiento de un mar abierto, lo que apuntaría a un origen muy próximo a Galilea, no a Roma.
En cuanto a la fecha de su redacción, la antigua tradición de Papías afirma que fue escrito después de la muerte de Pedro (Ireneo, Adv. haer. III, 1, 1), acaecida en los años 64–65. Quizá Marcos comenzó su redacción antes del inicio de la guerra de los judíos contra Roma en el año 66, pero muchos consideran que fue escrito cuando esta había ya comenzado, aunque todavía no se había destruido el Templo, por lo tanto entre el 66 y el 70, que sería la fecha más aceptada. Algunos autores entienden que Marcos es posterior a dicha destrucción, con lo que su redacción se retrasaría a los primeros años de la década de los setenta (entre el 70–75). Una minoría significativa propone una fecha anterior: año 40 o 50 (J.A.T. Robinson, G. Zuntz, C. Tresmontant, J. O’Callaghan, J. Mateos y F. Camacho). Argumentan que, dada la estrecha relación entre Pedro y Marcos, si esta hubiera existido antes de la composición del Evangelio, resultaría extrañísimo que fuera precisamente Marcos el único evangelista que, tras sus críticas al apóstol, no acabara rehabilitándolo. Los demás Evangelios son también muy críticos con Pedro, pero al final, de una forma u otra, lo rehabilitan: Mateo lo hace implícitamente en el encuentro final en el monte de Galilea; Lucas, en una aparición especial del Jesús resucitado; y Juan en la triple confesión de amor a Jesús por parte de Pedro, tras las negaciones. Si Marcos, antes de escribir su obra, hubiera estado estrechamente relacionado con Pedro, podría comprenderse que lo criticara duramente, pero el hecho de que no rehabilitara su figura al final no tendría explicación posible. No solo no lo rehabilita, sino que termina el Evangelio sugiriendo que ni Pedro ni los demás discípulos recibieron el encargo que el joven vestido de blanco que aparece en el sepulcro confió a las mujeres. De modo que, si existió una relación estrecha entre Marcos y Pedro, esta tuvo que producirse después de la composición del Evangelio y no antes.
Marcos sugiere que Pedro y los discípulos no comprendieron la universalidad de la misión cristiana, por estar todavía apegados a las tradiciones judías. De ello se deduciría que, cuando se escribió este Evangelio, aún no se había producido el cambio de mentalidad que, según los Hechos de los Apóstoles, se produciría en Pedro con ocasión de la conversión de Cornelio. Con posterioridad a lo ocurrido con Cornelio, la decidida intervención de Pedro en la Asamblea de Jerusalén, celebrada entre los años 49–50 muestra que esa transformación se había producido ya en él de modo completo. Por ello, la situación que se refleja en el Evangelio de Marcos es anterior a la celebración de esta asamblea y, por tanto, su redacción se situaría en la década de los años 40. Marcos se muestra claramente a favor de la integración en la comunidad cristiana de los gentiles; no solo no comparte las tesis judaizantes mantenidas por la comunidad de Jerusalén, sino que es muy crítico con los seguidores de Jesús procedentes del judaísmo, de los que señala que no habían comprendido su misterio ni su mensaje universal. Esto querría decir que, en el momento en que se escribía el Evangelio de Marcos, se encontraba en su zénit la polémica entre juedocristianos y cristianos procedentes del paganismo. Así, el Evangelio recogería una problemática propia del cristianismo primitivo de los años 40. Marcos es el único Evangelio en el que se menciona tres veces a los > herodianos, y siempre junto a los fariseos (3:6; 8:15; 12:13). Sin embargo, en la época de Jesús había una profunda enemistad entre fariseos y partidarios de Herodes Antipas. El Evangelio de Marcos parece reflejar la situación histórica que se vivió en el breve reinado de Herodes Agripa I (41–44), único período histórico en el que la casa de Herodes contó con el apoyo y las simpatías de los fariseos. Lo lógico es deducir que el Evangelio se escribiera durante ese período.
III. ESTILO. El vocabulario de Marcos es pobre. Tiene solo 1330 palabras, de las que 60 son nombres propios y 80 son > hápax en el NT. La sintaxis es muy simple y tiene un sabor arameizante: uso del presente histórico, multiplicación de participios, parataxis (oraciones coordinadas enlazadas por la conjunción kaí, καί = y), plural impersonal, construcciones kaí egéneto, καὶ ἐγένετο, paralelismo, infinitivos hebreos usados como adverbios, preposición en, ἐν con infinitivo como expresión de tiempo; futuro de indicativo con valor de imperativo, anacolutos (pronombre redundante después de un pronombre relativo).
Hay una serie de palabras muy usadas por Marcos, que son como la firma que nos deja de su actividad redaccional. Una de ellas es euthýs, εὐθύς = «inmediatamente». Aparece once veces solo en el primer capítulo (1:10, 12, 18, 20, 21, 23, 28, 29, 30, 42, 43). La acción no se para, los acontecimientos se precipitan. La repetición de esta palabra deja la impresión de cuán intensa es la actividad acelerada de Jesús. De 51 veces en que aparece en el NT, solo Marcos la emplea 40, y Lucas una sola.
Otra palabra favorita de Marcos es palin, πάλιν = «de nuevo». Jesús entra de nuevo en Cafarnaúm (2:1), sale de nuevo a la orilla del mar (2:13), entra de nuevo en una sinagoga (3:1). Esta palabra muestra la coherencia de la acción de Jesús y sirve para encadenar los episodios. Marcos la usa 26 veces, frente a Lucas que la emplea solo 3.
Otro foco de interés de Marcos es el Jesús docente. Es el único evangelista en usar la palabra didakhé, διδαχή = enseñanza, en los siguientes pasajes: 2:13; 4:1–2; 6:30, 34; 8:31; 9:31. En cuanto al verbo enseñar = didaskein, διδάσκειν, Marcos lo usa 20 veces aplicado a Jesús, frente a las 10 de Mateo. En la mayor parte de estos pasajes podemos ver la mano de Marcos, que ha redactado sus fuentes.
1. Detalles. Como autor se interesa por los detalles: los empleados de Zebedeo; la muchedumbre reunida junto a la puerta; el paralítico llevado entre cuatro; Jesús se embarca para que no lo estrujen las gentes; la muchedumbre no dejaba a Jesús y sus discípulos tiempo ni para comer; el cabezal en la popa del barco sobre el que se reclinó Jesús; la hierba verde; la hija de Jairo resucitada tenía doce años y Jesús les dijo que le dieran de comer; al endemoniado nadie le podía dominar; gestos terapéuticos en las orejas y la lengua del sordomudo; los hombres que caminan como árboles en la primera visión del ciego; los vestidos de Jesús en la transfiguración blancos como no los puede dejar ningún batanero; convulsiones y espumarajos del niño epiléptico; Bartimeo tira el manto y da un brinco; el asno atado junto a la puerta fuera en el camino; la higuera que tenía muchas hojas; la muchedumbre escuchaba a Jesús con placer (12:37); la hemorroísa había sufrido mucho con numerosos médicos y había gastado toda su fortuna; el joven desnudo con la sábana; las palabras “¿quién nos correrá la piedra del sepulcro?”, pronunciadas por las mujeres que iban a la tumba de Jesús; la mujer que ungió a Jesús rompió el alabastro; el perfume de nardo; la prohibición de llevar utensilios por el área del Templo.
Marcos gusta de los diminutivos: migajas (7:27), cachorrillos (7:28), barquichuela (3:9), hijita (5:23), pececillos (8:7).
Maneja la técnica de las «interpolaciones», mediante la cual un pasaje queda incluido dentro de otro como en un sándwich: La curación del paralítico y la autoridad para perdonar (3:1–6); el hombre de la mano seca y discusión sobre curaciones en sábado (3:20–29); los familiares de Jesús y la controversia sobre Beelzebul (3:21–34); la hija de Jairo y la hemorroísa (6:6–30); el envío de los Doce y su regreso con la pasión del Bautista (6, 12–32); la higuera estéril y la purificación del Templo (11:12–25); las negaciones de Pedro y el juicio ante el sanedrín (14:53–72).
También maneja la técnica de las «inclusiones». Consiste en repetir una misma palabra, una misma expresión o una misma acción al principio y al final, dando así unidad a todo el texto que queda entremedio. Así p. ej., Marcos da unidad a todo el camino a Jerusalén enmarcándolo entre dos curaciones de ciegos, el de Betsaida (8:22–26) y el de Jericó (10:46–52). El título «Hijo de Dios» sirve como marco a todo el Evangelio. Se señala al principio, en el título (1:1), y se repite al final, en la confesión del centurión (15:39). El prólogo al Evangelio viene enmarcado por la inclusión de la palabra ángelos, ἄγγελος en 1:2 y 1:13.
2. Psicología. Marcos se interesa por los sentimientos de Jesús: De > compasión (1:40–41; 6:34; 8:2); de > cólera, disgustado por la dureza de corazón de los judíos (3:5); de sorpresa ante la falta de fe de sus paisanos (6:6); de fastidio ante la generación que pide un signo (8:12); de enfado con Pedro, al que llama Satanás (8:33); de vergüenza por los discípulos, que discutían quién sería el mayor (Mc. 9:34). Dos veces nos dice que abrazaba a los niños (9:36; 10:16), y se indignaba cuando los discípulos querían alejarlos (Mc. 10:14). Mira con amor al hombre rico que había guardado los preceptos de la Ley desde joven (Mc. 10:21). Lo observa todo a su alrededor (11:11). En Getsemaní Jesús siente pavor y angustia (Mc. 14:33–34). Lanza al final un grito de abandono (Mc. 15:34).
Repetidamente, Marcos presenta a Jesús lanzando una «mirada en torno» (3:5, 34; 5:32; 10:23).
El Jesús tan humano de Marcos es el que no permite que lo llamen bueno, porque solo Dios lo es (10:18); el que no conoce el día ni la hora del Día del Señor (13:32); el que experimenta angustia y pavor ante la muerte inminente (14:33–34); el que muere dando un terrible grito inarticulado (15:37).
Marcos también se refiere a las emociones de los otros personajes del Evangelio: Los fariseos se callan confundidos (3:4); el padre del niño epiléptico muestra una profunda emotividad (Mc. 9:24); los discípulos se indignan con Juan y Santiago (Mc. 10:41); el ciego gritaba más aún (Mc. 10:48); el joven rico se va triste (10:22); los discípulos se quedan confundidos en Getsemaní y no saben qué responder (14:40); José de Arimatea muestra valentía (15:43); Pilatos se queda perplejo (15:44).
Sobre todo, constata las emociones que despierta Jesús:
Asombro y entusiasmo (2:12), sorpresa (1:27), admiración (7:37), incomprensión (4:13; 6:51; 7:18), miedo (4:41; 10:32; 16:8), desconcierto (10:24), vergüenza (9:34). Todo apunta a despertar en el lector esa sensación de estremecimiento que se considera como el sentimiento religioso básico que provoca en nosotros el misterio de la trascendencia de Dios. En este sentido, podemos ver el contraste con el Evangelio de Lucas, que subraya continuamente la alegría que produce el encuentro con Jesús. Por supuesto que no se trata de escoger entre uno u otro enfoque. Ambos efectos se potencian mutuamente. Fijarse unilateralmente en uno sería empobrecer la resonancia que el Evangelio debe producir en nuestras vidas.
IV. LA COMUNIDAD DE MARCOS. Se trata de una comunidad en crisis. Se da una situación política difícil en el contexto de la guerra judaica que ha vuelto muy conflictiva la existencia de los cristianos en el ámbito del Imperio romano. Probablemente, la comunidad de Roma acaba de pasar por el trauma de la persecución de Nerón y la muerte de Pedro y Pablo. Hay amenazas interiores y exteriores.
Es una comunidad desarraigada, itinerante, que ha tenido que experimentar múltiples retiradas, un grupo pequeño que probablemente no llegaría a las 100 personas. Ese desarraigo es consecuencia del llamado de Jesús a dejarlo todo (2:14; 3:13; 10:21), familia y profesión (1:17, 20), bienes y seguridad personal (7:13; 10:17–31).
Por la misma razón, es una comunidad en búsqueda permanente. Busca su propia identidad descubriendo la de Jesús. Se experimentan dificultades en la misión y estas suscitan contradicciones e incomprensiones a las que hay que dar respuesta. La comunidad busca a Jesús en la intimidad de su cercanía (3:20–21). Los discípulos en Marcos viven en comunión con su > Maestro; son su verdadera familia (3:31–35); Jesús solo se separa de ellos cuando los envía a predicar (6:7–30). La comunidad busca a Jesús en la enseñanza (17 veces aparece la palabra enseñar y 12 Maestro). También busca al Señor en el culto de la > Eucaristía. Los relatos de las dos multiplicaciones y el de la Última Cena reflejan las liturgias de la comunidad. Quizás el mismo Evangelio fue escrito para ser leído en el contexto de una Vigilia Pascual.
Es una comunidad misionera. Está abierta a los paganos y trata de rastrear en los recuerdos históricos de un Jesús que se dedicó solo a los judíos, buscando algunas pistas que permitan una misión a los paganos. La comunidad tiene que enfrentar el desafío de la comunión de mesa entre creyentes judíos y procedentes de la gentilidad. El relato se va a centrar en Galilea, que era la parte de Palestina más abierta a los paganos, en contraste con el judaísmo replegado sobre sí mismo, simbolizado en Jerusalén. En el futuro, Dios se manifestaría en la Galilea de los gentiles (Is. 8:22–9:1). La Galilea de Marcos no tiene fronteras. Las dos riberas del lago representan la ribera judía y la ribera pagana. Jesús misiona en territorios paganos, multiplica el pan también para los paganos. El primero en creer será un centurión romano. La cita final con el resucitado tiene lugar en Galilea, al final de la historia.
Marcos explica algunas costumbres judías, indicando con ello que sus lectores eran gentiles no familiarizados con ellas. Podemos observarlo en 7:3 (explicación de las abluciones), 11:13 (no era tiempo de higos); 12:42 (dos lepta son un cuadrante); los ácimos (Mc. 14:12); la Parasceve (15:42). Marcos explica palabras arameas tales como Abba (Mc. 14:36), Getsemaní (Mc. 14:32), Tálita qumi (Mc. 5:41), Elí, Elí, lammá sabakhtaní (Mc. 15:34; Mt. 27:46), Gólgota (Mc. 15:22; Mt. 27:33; Jn. 19:17), Éffata (Mc. 7:34), Rabbí (Mc. 9:5; 14:45), Rabbuní (Mc. 10:51), Hosanna (Mc. 11:9, 10), Boanerges (Mc. 3:17), Bar Timeo (10:46), Qorbán (7:11).
Nos da el nombre de los hijos de Simón el Cirineo, Alejandro y Rufo, (Mc. 15:21), que son dos nombres romanos de personas conocidas por la comunidad. La misión a los gentiles está continuamente representada, si bien de forma críptica, a lo largo del relato. Se dan con frecuencia palabras latinizadas: kodrantes, κοδράντης – cuadrante (12:42), modios, μόδιος – modio (4:21), kentyríon, κεντυρίων – centurión, en vez de hekatontarkhos, ἐκατοντάρχος (15:39), legión – legión, λεγιών (5:9), flagelar – phragellûn, φραγελλοῦν (15:15), xestes, ξέστης por vasija (7:4), que viene del latín sextarius, spekulátor – σπεκουλάτωρ – guardia (6:27; ver Mt. 14:10); censo – kensos, κήνσος (12:14), pretorio – praitorion, πραιτώριον (15:16); denario – denarion, δηνάριον (12:15), iter facere o hacer camino – hodón poieîn ὁδὸν ποιεῖν (2:23), satis facere hacer lo suficiente – to hikanón poiesai, τὸ ἱκανὸν ποιῆσαι (15:15), genua ponere o hincar las rodillas – tithentes ta gónata, τιθέντες τὰ γόνατα (15:19).
Por último, es una comunidad organizada. Hay en ella un grupo de cristianos comprometidos, los discípulos, que tienen una tarea misionera. Existe el grupo de los > Doce llamados, instituidos y enviados. Existe un grupo interno de tres, y un ministerio muy especial de Pedro dentro del grupo. A estos responsables se les exhorta a comprender que la autoridad es servicio humilde.
V. TEMAS PRINCIPALES. En el primer versículo hay ya una declaración de intenciones. «Comienzo del evangelio de Jesús Mesías, Hijo de Dios». Falta en algunos manuscritos importantes, pero, en cualquier caso, el tema se repite en el bautismo de Jesús, donde una voz del cielo proclama: «Tú eres mi Hijo» (1:11). Inmediatamente después de la muerte de Jesús, el centurión proclama: «Verdaderamente este hombre era Hijo de Dios» (15:39). Encontramos así una inclusión literaria, que indica que el tema principal del Evangelio es la presentación de Jesús como el Hijo de Dios.
Pero el primer título presente ya en el primer versículo es «Mesías». Reaparece solo a la mitad del Evangelio, cuando Pedro confiesa a Jesús como tal (8:29). En Mateo aparece el título de Mesías antes de la confesión de Pedro 6 veces, y 4 en Lucas. En cambio, Marcos no lo emplea durante toda la primera parte del Evangelio, donde trata del misterio mesiánico o la identidad de Jesús como Mesías.
Inmediatamente después de la confesión de Pedro, Jesús emite la primera predicción formal de la muerte y resurrección del Hijo del Hombre, referido a sí mismo. Es una nueva inclusión que nos permite ver que el tema de la segunda parte es el misterio de Jesús como Hijo del hombre en su muerte y resurrección.
1) Primera parte: El secreto de Jesús Mesías. Se divide en tres secciones que tienen la misma estructura. a) un sumario de palabras y obras de Jesús; b) un episodio sobre los discípulos; c) la narración de la actividad de Jesús en palabras y obras; d) el rechazo de Jesús de parte de los fariseos, de sus paisanos, o de sus propios discípulos.
Las cinco controversias de la sección primera presentan la hostilidad creciente, el endurecimiento y la ceguera respecto a Jesús. Al mismo tiempo, se ve una revelación gradual de Jesús como Mesías, no el que aguardaban los judíos, sino el Mesías que será revelado en la segunda parte como Hijo del Hombre.
En la tercera sección, la de los panes, hay un paralelismo entre las dos multiplicaciones y las dos travesías en la barca. En ambos casos los discípulos no comprenden nada.
La transición a la segunda parte del Evangelio estará marcada por la curación del ciego de Betsaida, en la orilla pagana del lago. Es sanado por etapas, símbolo de la curación progresiva de la incredulidad de los discípulos. Cuando inmediatamente después Pedro confiesa a Jesús, su ceguera ha sido curada, pero solo en parte. Todavía ve a los hombres como árboles.
La confesión de Pedro en Cesarea de Filipo es el fin de la primera parte del Evangelio, el secreto de Jesús Mesías, que es revelado finalmente a Pedro.
2) Segunda parte: El misterio del Hijo del Hombre. Es evidente que Pedro no ha entendido la cuestión de la identidad de Jesús, y comienza un camino catecumenal, explicando el misterio del Hijo como un arcano de muerte y resurrección. Es la primera predicción de las tres que tendrán lugar a lo largo del camino. Este misterio se propone al discípulo como un modelo de seguimiento.
El camino a Jerusalén tiene tres secciones, articuladas en torno a las tres predicciones de la Pasión. Cada una de ellas tiene la misma estructura: predicción formal; incomprensión de los discípulos; instrucción de Jesús; episodios complementarios.
El camino de Jerusalén queda enmarcado por una doble inclusión: la curación del ciego de Jericó, y la mención del camino que sigue el ciego, convertido ahora en discípulo (8:27–10:52). El > camino es el nombre que indicaba la vida cristiana (Hch. 9:1–2). Sigue la narración de la estancia de Jesús en Jerusalén, su entrada en la ciudad, sus controversias en el Templo, sus enseñanzas y la conclusión del ministerio público con la ofrenda de la viuda. El sermón escatológico queda enmarcado por los episodios de dos mujeres, la viuda y la que unge a Jesús en Betania.
Finalmente, viene el relato de la pasión y la tumba vacía. Los discípulos que no han sido capaces de seguir a Jesús a lo largo del camino porque no le han comprendido, fracasarán y abandonarán a Jesús, pero hay una promesa de que él les precederá como un pastor hacia Galilea. Son las palabras de Jesús citadas por el ángel que se aparece a las mujeres al final del Evangelio.
VI. ESTRUCTURA:
EL MISTERIO DEL MESÍAS (1:1–8, 30)
A) Prólogo (1:1–13)
1. Título: Evangelio de Jesús Mesías, Hijo de Dios (1:1)
2. Juan el Bautista (1:2–8)
3. Bautismo de Jesús: Tú eres mi Hijo (1:9–11)
4. La tentación (1:12–13)
B) Actividad de Jesús en palabras y hechos (1:14–8, 26)
1. Primera sección (1:14–3:6)
a) Sumario de la predicación de Jesús (1:14–15)
b) Llamado de los primeros discípulos (1:16–20)
c) Actividad de Jesús en palabras y hechos (1:21–3, 5)
– enseñar y curar (1:21–45)
– un demonio sale diciendo:
«Eres el Santo de Dios»
– 5 controversias y oposición creciente (2:1–12, 13–17, 18–22, 23–28; 3:1–5)
d) El rechazo de Jesús por los fariseos y el complot para matarlo (3:6)
2. Segunda sección (3:7–6:6a)
a) Sumario de las curaciones de Jesús (3:7–12) los demonios salen diciendo: Eres el Hijo de Dios
b) Constitución de los Doce (3:13–19)
c) Actividad de Jesús en palabras y hechos (3:20–5:43)
– La verdadera familia de Jesús (3:20–21 [22–30] 31–35)
– La enseñanza en parábolas (4:1–34)
– Milagros (4:35–5:43)
d) El rechazo de Jesús por parte de sus paisanos (6:1–6a)
3. Tercera sección (6:6b–8:21)
a) Sumario de la predicación de Jesús (6:6b)
b) La misión de los discípulos y la muerte del Bautista (6:7–13 [14–29] 30)
c) Actividad de Jesús en palabras y hechos
SECCIÓN DE LOS PANES (6:30–8:26)
1. Primera multiplicación (6:30–44)
1b. Segunda multiplicación (8:1–9)
2. Travesía del lago (6:45–56)
2b. Travesía del lago (8:10)
3. Disputa con los fariseos (7:1–23)
3b. Disputa con los fariseos (8:11–13)
4. Diálogo con la cananea sobre pan (7:24–30)
4b. Diálogo con discípulos sobre el pan (8:14–21)
5. Curación de un sordomudo (7:31–37)
5b. Curación de un ciego (8:2)
C) Paso a la segunda parte: la curación del ciego de Betsaida (8:22–26)
la confesión de Pedro: eres el Mesías (8:27–33)
EL MISTERIO DEL HIJO DEL HOMBRE (8:31–16:8)
A) El camino del Hijo del hombre, camino del discípulo
(8:27–10:52)
1. Primera sección: (8:31–9:29)
a) Primera predicción de la muerte y la resurrección (8:31–32a)
b) Incomprensión del discípulo (Pedro) (8:32b–33)
c) Instrucción sobre el discipulado (8:34–9:1)
d) Episodios y enseñanzas complementarios (9:2–29)
A) La transfiguración: voz del cielo que llama a Jesús «Hijo» (9:2–13)
2. Segunda sección: (9:30–10:31)
a) Segunda predicción de la muerte y la resurrección (9:30–31)
b) Incomprensión de los discípulos (9:32–33)
c) Instrucción a los discípulos (9:33–50)
d) Episodios y enseñanzas complementarios (10:1–31)
3. Tercera sección: 10:32–45)
a) Tercera predicción de la muerte y la resurrección (10:32–34)
b) Incomprensión de los discípulos: Santiago y Juan (10:35–41)
c) Instrucción a los discípulos (10:42–45)
d) La curación del ciego de Jericó – El camino del discípulo (10:46–52)
B) La actividad de Jesús en Jerusalén (11:1–12, 33)
1. Entrada en Jerusalén (11:1–11)
2. Maldición de la higuera y purificación del Templo (11:12–14 [15–19] 20–25)
3. Controversias y enseñanzas (11:27–12:40)
4. Conclusión del ministerio público: el óbolo de la viuda (12:41–44)
C) Paso a la narración de la pasión: Discurso escatológico (13:1–37)
D) La pasión y la resurrección de Jesús (14:1–16:8)
1. Unción de Betania y traición de Judas (14:1–2 [3, 9] 10–11)
2. La última cena (14:12–25)
3. Oración en Getsemaní y arresto de Jesús (14:26–53)
4. Juicio de Jesús y negación de Pedro (14:53–15:15)
5. Crucifixión de Jesús (15:16–32)
6. Muerte de Jesús; confesión del centurión:
«Era Hijo de Dios»
Sepultura de Jesús (15:42–47)
7. Anuncio de la resurrección: «Ha resucitado: lo veréis en Galilea» (16:1–8).
VII. IDENTIDAD DE JESÚS EN MARCOS. El tema más importante en todo el Evangelio es el de la identidad de Jesús, su ocultamiento y su revelación. Wrede fue el primero en notar que a lo largo del Evangelio se extiende un clima de misterio sobre la identidad de Jesús, que no revela abiertamente quién es. Antes de dar una respuesta, quiere suscitar una pregunta (1:22, 27; 2:7, 12; 3:21, 30; 4:41; 5:15, 20, 42; 6:1–3, 14, 51; 7:37; 8:27, 29; 9:6; 16:8).
1. Secreto mesiánico. Jesús tiene interés en que se guarde este secreto sobre su identidad celosamente, y manda que no se revele. Se lo manda a los demonios (1:25, 34; 3:12), a los enfermos curados (1:44; 5:43; 7:36) y a los discípulos (8:30; 9:9). En el relato marcano existe simultáneamente una tensión entre secreto y revelación. El mismo Jesús, que no quiere que se revele su identidad, actúa en otros casos de un modo que la pone de manifiesto. Tal actitud muestra falta de coherencia. El Jesús que intenta por todos los modos pasar desapercibido, tiene determinadas actuaciones que no pueden por menos que llamar la atención de la gente. Así, por ejemplo, cuando perdona los pecados del paralítico (2:10ss) o cuando no prohíbe a Bartimeo que le llame «Hijo de David», o cuando entra solemnemente en Jerusalén (11:1). De hecho, el Evangelio constata cómo la fama de Jesús se difunde a pesar de sus esfuerzos por ocultarse (1:28, 37, 45). Al endemoniado de Gerasa, una vez curado, le dijo: «Vete a tu casa y a los tuyos, y cuéntales; él empezó a proclamar por toda la Decápolis, y todos quedaban maravillados» (5:19–20). «Mandó que no se lo contaran a nadie, pero cuanto más se lo prohibía, más ellos lo publicaban» (7:36).
El secreto mesiánico es un recurso redaccional, bien de las fuentes utilizadas por Marcos (Wrede), o bien de Marcos mismo (Bultmann). Solo la resurrección iluminará la identidad de Jesús. Hasta entonces está velada para los discípulos, aunque sí había en realidad claves suficientes para haberlo comprendido. La inconsecuencia de que exista un secreto y que a la vez sea repetidamente violado, puede explicar simultáneamente la incomprensión de los discípulos antes de la Pascua, y por otra parte la continuidad de la fe pascual con las manifestaciones de Jesús que ya se expresaban de algún modo en las curaciones y los exorcismos. Por otra parte, la existencia de este secreto justifica la realidad de la pasión. Jesús se ocultó tras una nube de misterio para no imposibilitar su rechazo por parte de los hombres. Si no hubiera velado su gloria, la pasión habría sido imposible.
2. Hijo de Dios. A lo largo del Evangelio se nos va dando el contenido de este título programático. En el AT se llaman así los «ángeles» (Gn. 6:2; Sal. 29:1; Job 1:6), el pueblo de Israel (Ex. 4:22; Os. 11:1), el descendiente de David (2 Sam. 7:14; Sal. 2:7). Para los paganos, los grandes héroes eran llamados hijos de la divinidad. En el inicio de su Evangelio (1:2–3), Marcos funde una cita de Malaquías con otra de Isaías (Mal. 3:1; Is. 40:3) para referirse al Bautista como el enviado que viene a preparar el camino de Jesús. Cambia el texto de Malaquías «Delante de mi rostro» (el rostro de YHWH, יהוה) por «delante de tu rostro» (el de Jesús); también cambia el preparar sus caminos (de YHWH, יהוה) por tus caminos (los de Jesús). Donde Isaías decía «para preparar los caminos de nuestro Dios», Marcos dice: «para hacer rectas sus sendas», las de Jesús. Ha tomado dos textos de la Escritura referidos a YHWH, יהוה, y los aplica a Jesús. Marcos empieza a dar contenido al título «Hijo de Dios». Esta identidad no se puede entender sin comprender el AT, pero tampoco se puede entender el AT sino desde ella.
En el momento del bautismo, Jesús es sujeto de una visión y de una audición (1:10–11). Hay un juego significativo de verbos: subir y bajar. El rasgarse de los cielos está en relación con el rasgarse del velo del Templo, y sobre todo con el rasgarse los cielos de la profecía de Is. 63:11–19. En realidad, la escena del bautismo es un midrash que comenta dicha profecía. Toda la escena de la teofanía en Marcos tiene lugar como una experiencia subjetiva de Jesús. No se nos dice que nadie más viera u oyera nada. Esta presentación de experiencia mística cuadra con el tema del secreto mesiánico del evangelista. El mensaje de la voz del cielo viene a confirmar el título del Evangelio, será nuevamente afirmado por los demonios, por el Padre en la transfiguración, por Jesús mismo en su confesión ante el sumo sacerdote, y finalmente por el centurión. El título hijo de Dios es un título mesiánico según el oráculo de Natán (2 Sam 7:14; Sal. 2:7; 89:27–28). El amado en los LXX es una alusión al hijo único, Isaac (Gn. 22:2, 12, 16), con lo cual la filiación divina se pone en relación con el sacrificio, tal como el centurión reconocerá a Jesús como hijo en la cruz.
La alusión a la complacencia divina sobre su hijo nos remite a Is. 42:1, con lo cual la figura de Jesús se funde con la del siervo. Este es el valor de paîs, παῖς en los LXX, en su ambigüedad de «hijo» y «siervo». También Juan jugará con el doble sentido de la palabra talya como siervo y como cordero, cuando el Bautista proclama a Jesús como «cordero de Dios».
Marcos narra varios incidentes que dan lugar a diversas controversias que irán arrojando luz sobre la naturaleza de Jesús. Así, la curación del paralítico a quien perdona sus pecados, lo que provoca la murmuración de los escribas diciendo que solo Dios puede perdonar los pecados. Jesús no les rebate esta tesis, pero a continuación dice que el Hijo del Hombre tiene potestad para perdonar pecados, lo cual le sitúa en un plano inusitado. En relación con el > sábado, Jesús se presenta como su Señor (2:28, Kyrios en Marcos se refiere por lo general a Dios), lo que significa que en el pensamiento marcano Jesús es igual a Dios (cf. Ex. 20:10–11; 31:13–17). Si el sábado se hizo para el hombre, de ahí se sigue que el hombre sea el señor del sábado. Quizás este es el significado del logion en la tradición primitiva, pero tanto en Marcos, como sobre todo en Lucas y Mateo, que suprimen el primer logion, está claro que el Hijo del Hombre no es «cualquier hombre», sino Jesús en exclusiva.
En el AT, una de las cosas que se atribuyen a la acción divina es el calmar la furia del mar (Sal. 107:29; 89:19; 65:8). Jesús realiza otro tanto (Mc. 4:41). Igualmente, cuando camina sobre las aguas, denota una acción divina. «Dios camina sobre las olas del mar» (Job 9:8). Las palabras que Jesús dirige a los discípulos son las mismas que Dios pronuncia en sus teofanías del AT: «No temáis», «tened ánimo» (Gn. 15:1; Is. 43:1, 5; Dn. 10:12, 19).
A veces, la expresión «Yo soy» en labios de Jesús (Mc. 6:50; 13:6; 14:62), se pierde en las traducciones, pero muchos piensan que Marcos la indica intencionalmente como nombre personal de Dios, es decir, autoidentificación y autorrevelación de Jesús. El solemne YO SOY, Eheyeh asher eheyeh (Ex. 3:13–15), viene siempre traducido en los LXX como egó eimí, ἐγώ εἰμί. En Marcos aparece tres veces, siempre en labios de Jesús, que es el único que tiene derecho a decirlo. Es la palabra que pronunciará ante el sumo sacerdote y llevará a este a rasgarse las vestiduras como si hubiese oído una blasfemia (10:52). Jesús se sitúa en el mismo plano de Dios. La aparición de Jesús andando sobre el agua es una auténtica epifanía divina. Cuando advierte de los signos que precederán el final, señala que muchos vendrán en su nombre diciendo: «YO SOY» (13:5–6). Para Marcos, hay una sola persona sobre la tierra que pueda pronunciar estas palabras.
VIII. EL FINAL DE EVANGELIO. Los doce últimos versículos del Evangelio de Marcos han sido, y son, tema de controversia textual. Un sector de los comentaristas opina que no pertenecen al final original de Marcos. Forma parte de las Escrituras inspiradas, es considerado como canónico, pero no significa necesariamente que haya sido redactado por Marcos, según la opinión ortodoxa. El «final largo» de Marcos (16:9–20), si bien se encuentra en el noventa y nueve por ciento de los manuscritos griegos, no figura en los más antiguos que se conservan, el > Códice Vaticano y el > Sinaítico. En otros manuscritos aparece un final distinto. Eusebio de Cesarea también omite los últimos versículos. Esto plantea un problema que todavía divide a los especialistas. Para unos, hubo un final del Evangelio original en el que se contaban algunas apariciones, como en Mateo y Lucas, pero se perdió. Para otros, Marcos no tuvo tiempo de concluir el Evangelio e interrumpió bruscamente la redacción en este punto. Por último, algunos piensan que Marcos quiso finalizar su Evangelio precisamente de este modo, es decir, de manera breve y abrupta.
Lo cierto es que ya desde comienzos del siglo II, se consideró poco satisfactorio un final tan brusco, por lo que para llenar la laguna se redactó el final que conocemos, tomando datos de los otros Evangelios. Este añadido debió efectuarse muy tempranamente, pues el final actual ya era conocido por Taciano y San Ireneo, y se encuentra en la inmensa mayoría de manuscritos. Véase HIJO DEL HOMBRE, SECRETO MESIÁNICO, SIERVO DE YAHVÉ.