Maestro

Gr. 1320 didáskalos, διδάσκαλος = «maestro», de didasko, «enseñar». En el judaísmo antiguo al hombre instruido se le llamaba 2449 jakham, חָכָם = «hábil, sabio» (Ex. 36:4; 2 Cro. 2:7; Ecl. 12:11), de una raíz que significa «ser sabio», cuyo equivalente gr. es sophos, σόφος, «sabio». En tiempos de Cristo reciben el nombre de gr. nomodidáskaloi, νομοδιδάσκαλοι = «maestros de la Ley», o nomikoí, νομικοί, el equivalente del heb. sopher, סוֹפֵר = «escriba».
Los judíos, a imitación de los griegos, tenían un cuerpo de siete sabios, los Rabonim, al que pertenecía > Gamaliel. Se autodesignaban como «hijos de la sabiduría», expresión que corresponde casi lit. al gr. philósophos, φιλόσοφος, «filósofo» (Mt. 11:19; Lc. 7:35). Los dirigentes de las sectas eran llamados «padres» (Mt. 12:27; 23:1–9), y sus discípulos talmidim, תַּלְמִידִים, en el sentido de «hijos». Algunos maestros judíos disponían de un aula privada, aunque también enseñaban y disputaban en las sinagogas, en el Templo y, de hecho, en cualquier lugar donde encontraran audiencia. Recibían el título honorífico de rab, רָב, o rabbí, רַבִּי = «grande» o «maestro».
El método de enseñanza que empleaban era similar al de los griegos. Cualquier discípulo podía proponer una cuestión y era deber de los maestros contestarla y dar su opinión (Lc. 2:46). Los maestros ganaban su sustento de los presentes voluntarios de sus alumnos y discípulos, paga que recibía el nombre de «honor», en gr. timé, τιμή (cf. 1 Ti. 5:17). La mayoría de los maestros judíos se dedicaba a algún trabajo manual para subvenir a sus necesidades, lo cual les diferenciaba notablemente de los griegos, que consideraban un deshonor y propio de esclavos el trabajo manual.
Según los talmudistas, a los maestros judíos se les prohibía mantener conversación con las mujeres y sentarse a la mesa con personas de clase baja (Mt. 9:11; Jn. 4:27).
En los Evangelios, didáskalos se traduce siempre «maestro», excepto en Lc. 2:46, donde leemos «doctores», y se usa muy frecuentemente como título para dirigirse a Cristo (p.ej., Mt. 8:19; Mc. 4:38; Lc. 3:12; Jn. 1:38), como traducción de rabí (Jn. 20:16). Cristo lo usa de sí mismo (Mt. 23:8; Jn. 13:13, 14), y tal es la manera en que otros lo llamaban (Mt. 17:24; 26:18; Mc. 5:35; 14:14; Lc. 8:49; 22:11; Jn. 11:28). En Jn. 3:10, Jesús lo usa para dirigirse a Nicodemo, donde el artículo no especifica a un maestro en particular, sino que designa a un miembro de una clase, a saber, «los doctores». En su calidad de Maestro, Jesús se aparta y rompe con la costumbre de sus contemporáneos al no rehusar el contacto con las mujeres y el pueblo bajo, aceptando sentarse a la mesa con él y poniéndolo como objeto de la predilección amorosa de Dios.
En las primeras comunidades cristianas abundaban los maestros, tenidos como favorecidos con un don del Espíritu (Hch. 13:1; 1 Cor. 12:28, 29; Ef. 5:11; Heb. 5:14; Stg. 3:1). Pablo une su calidad de apóstol a la de maestro: «Para esto yo fui constituido predicador, apóstol y maestro de los gentiles en fe y verdad» (1 Ti. 2:7; 2 Ti. 1:11).
El maestro es exhortado a ocuparse en la enseñanza (Ro. 12:7). En Stg. 3:1 se da una palabra de advertencia: «No os hagáis muchos maestros», denunciando quizá una situación de anarquía doctrinal. Cristo prohibió a sus discípulos que permitieran se les llamase rabbí, sobre la base de que él solo era el Maestro de todos ellos (Mt. 23:8). Ver DOCTOR, ENSEÑANZA, RABÍ.