Ayo

Ayo Traducción de la voz griega paidagogós, que significa «el que guía a los niños», pero que no alude a la figura del maestro (didáskalos).

En el mundo grecorromano, los primeros años del niño transcurrían en el «gineceo», bajo la vigilancia de la madre y de la «nutricia». Pero a los 7 años el niño abandonaba el control femenino para pasar a manos del ayo, cuya función era acompañar a su joven amo en las salidas diarias, cuando iba a la escuela, a la palestra o a cualquier ceremonia pública. Le llevaba su equipo escolar y por la calle cuidaba de que el niño observara una conducta decente, caminara con los ojos bajos y cediera el paso a las personas mayores.

En los dos pasajes en que Pablo utiliza esta palabra (1 Co 4:15; Gl 3:24), le da un sentido peyorativo. En el primero, establece un contraste entre su propio papel como padre espiritual y el de los muchos «ayos». En el segundo no quiere decirnos que la Ley educa a las personas para Cristo (esto sería labor del didáskalos), sino que la Ley ocasiona las transgresiones y conduce a las personas a la situación en la que la gracia de Dios quiere salirles al encuentro. Una vez confiados a tal gracia, sería ilógico volver atrás a la etapa inmadura del ayo.