LUCAS, Teología de

La teología de Lucas proviene tanto de los cambios que ha efectuado sobre las narraciones del Evangelio de Marcos, como del material compartido con Mateo y, por supuesto, de sus propias fuentes originales. Hablaremos, pues, de todos los temas importantes de su pensamiento, independientemente de si son o no compartidos por los demás evangelistas.
1. Soberanía de Dios en la Historia.
2. Continuidad del plan salvífico divino.
3. Espacios geográficos y religiosos.
4. Escatología.
5. Jesucristo, agente de la salvación.
6. Cristología.
7. Soteriología.
8. Neumatología.
9. Los discípulos y Jesús.
10. Convertirse en discípulo.
11. Influencia de la teología de Lucas en su Evangelio.
I. SOBERANÍA DE DIOS EN LA HISTORIA. Lucas relata los eventos como historias específicas, no porque él sea un historiador, sino porque quiere reflejar la actuación soberana de Dios en la Historia. Tiene claro que no solamente la acción del plan de salvación está en las manos de Dios, sino también la del mundo en general (Hch. 17:26, 31, etc).
II. CONTINUIDAD DEL PLAN SALVÍFICO DIVINO. Es asunto primordial mostrar que el plan de Dios no ha cambiado con el tiempo, con la venida de Jesús ni con la Iglesia. No hay dos dioses, uno del AT y otro del NT. Tampoco hay dos planes, uno para Israel y otro para la Iglesia. Lucas muestra la continuidad de dos maneras: 1) el ministerio de Jesús y de la Iglesia cumplen las profecías del Antiguo Testamento, y 2) la salvación de los gentiles estaba predestinada.
1. Profecías Cumplidas. No hay duda de que para Lucas el ministerio de Jesús cumple las profecías del AT. Zacarías, el padre de Juan el Bautista, profetizó: «Bendito sea el Señor, Dios de Israel, porque nos ha visitado y ha alcanzado la redención de su pueblo, y nos ha levantado un cuerno de salvación en la casa de David su siervo, tal como lo anunció por boca de sus santos profetas desde los tiempos antiguos» (1:68–70). Lucas empieza el ministerio de Jesús con el resumen del cap. 4:16–21, lo que deja claro que Jesús entendía que había venido para cumplir el plan de Dios: «Hoy se ha cumplido esta Escritura que habéis oído» (4:21). Incluso la muerte de Jesús fue decretada antes, «Jesús el Nazareno,…, a este, entregado por el plan predeterminado y el previo conocimiento de Dios, clavasteis en una cruz por manos de impíos y le matasteis» (Hechos 2:22–23). Lucas no reseña tantas profecías cumplidas como Mateo, pero, aun así, es un tema importante para él.
2. Misión a los Gentiles. La misión a los gentiles también formaba parte del plan de Dios desde el principio. La genealogía de Jesús del Tercer Evangelio (3:23–38) insinúa que la oferta de salvación se dirige a todos, dado que empieza no con Abraham, como en el Evangelio de Mateo, sino con «Adán, de Dios». Es decir, Lucas tiene in mente no solo a Israel, a través de Abraham, sino a todos los pueblos del mundo a través del primer hombre, el padre de todo el género humano, Adán. Este hilo universal se aprecia en las palabras de Simeón, en 2:32, cuando cita un texto del Antiguo Testamento: «luz de revelación a los gentiles», y se repite en 3:6: «y toda carne verá la salvación de Dios».
Esta misión a los gentiles se aprecia con más claridad después de la muerte de Jesús (Lc. 24:46–47). Los discípulos tienen que ser «testigos en Jerusalén, en toda Judea y Samaria, y hasta los confines de la tierra» (Hch. 1:8). En Hechos vemos, una y otra vez, cómo los sermones de evangelización a los gentiles realizados por Pedro, Pablo y otros se basan en las profecías del AT, p.ej. Hch. 13:47 cita Is. 49:6: «Te he puesto como luz a los gentiles, a fin de que lleves la salvación hasta los confines de la tierra». El llamamiento de Saulo (Pablo), el Apóstol de los Gentiles, confirma la aceptación de los no judíos (Hch. 9:15). De hecho, el principio del plan de salvación a los gentiles fue iniciado directamente por Dios: las conversiones del eunuco etíope (Hch. 8:26–40) y el centurión Cornelio (Hch. 10) empezaron por la voz de un ángel del Señor. La aceptación de los gentiles por Dios fue manifestada por la llegada del Espíritu Santo en casa de Cornelio (10:34–35, 44), a lo que Pedro reaccionó diciendo: «Han recibido el Espíritu Santo lo mismo que nosotros» (10:47). O sea, la misión ahora consiste en ir a los gentiles con las Buenas Nuevas y no solamente en ser luz entre ellos.
III. ESPACIOS GEOGRÁFICOS Y RELIGIOSOS. Se puede ver un desplazamiento geográfico tanto en el Evangelio como en Hechos. En el primero, la mayor parte de la narración se centra en el viaje de Jesús desde su nativa Galilea —de done proceden casi todos sus discípulos— a Jerusalén, su punto de destino (9:51–19:27). En 9:51 y en 13:22; 17:11; 18:31, y 19:28, dice que Jesús «con determinación, afirmó su rostro para ir a Jerusalén». Lucas emplea la forma verba deî, δεῖ, «es necesario» (en muchas versiones se traduce como «deber»), 18 veces en el Evangelio y 22 en Hechos (cf. Mt: 8; Mc: 6) para revelar la necesidad divina de las acciones de Jesús y los demás, cumpliendo así los planes de Dios. Un ejemplo lo hallamos en Lc. 9:22: «El Hijo del Hombre debe padecer mucho, y ser rechazado por los ancianos, los principales sacerdotes y los escribas, y ser muerto, y resucitar al tercer día». Jesús tiene que ir a Jerusalén porque es en esta ciudad donde se consuma el plan de Dios.
En Hechos, el mensaje del Evangelio se desplaza de Jerusalén a Judea y a Samaria «hasta los confines de la tierra». Es decir, después de ser sacrificado Jesús, el mensaje se transmite a todo el mundo. El final de Hechos muestra que la meta se ha cumplido: Pablo está en Roma (capital de la gentilidad) predicando el Evangelio con toda libertad (28:30–31). En realidad, la última palabra de Hechos es una señal de esta situación: akolytos, ἀκωλύτως, «sin estorbo».
IV. ESCATOLOGÍA. Aunque hay elementos del Reino de Dios tanto presentes (Lc. 10:11; 21:31) como futuros (12:38, 45; 13:8), el énfasis de Lucas reside en el día de «hoy», sémeron, σήμερον: 20 veces en Lucas-Hechos (los más importantes: Lc 4:21; 5:26; 19:5, 9; 23:43; Hch. 4:9; 20:26). El debilitamiento de la tensión escatológica dio paso a una expectación menos viva y a un enfriamiento del fervor inicial. Para el tiempo en que Lucas escribió, la Parusía no había tenido lugar y existía el peligro real de la falta de fervor: la tentación era volver a la vida mundana (cf. Lc 12:45). Quizá se deba a esto el énfasis de su mensaje puesto en el «hoy». Los creyentes tienen que fijarse en el momento actual, que transcurre entre la > Ascensión y la consumación final de los tiempos. Por eso, Lucas viene a decir: «aunque Jesús vaya a volver, la demora de su llegada no significa que “hoy” no tenga un propósito en el plan de Dios; tenemos la necesidad de vivir la vida cristiana en el presente». Se discute si la Iglesia de Lucas pasaba por un período de persecuciones. No está claro si las sufría en el mismo momento en que se escribe el Evangelio, pero quizás las había sufrido en un pasado no muy distante. Más que fortalecer a sus lectores en el momento de la prueba presente, Lucas quiere hacerles caer en la cuenta de que Dios les ha ayudado en el pasado, y la Iglesia no solo ha sobrevivido a la tribulación, sino que incluso ha florecido y se ha multiplicado, a pesar de los días malos de la guerra judía o de la persecución de Nerón. Pero el peligro siempre acecha y podría desanimar a los miembros más acomodados a una vida fácil. «Es importante para ellos dar un significado a este tiempo que se alarga, mostrándoles cómo es ahora, en el presente, cuando uno puede conseguir la salvación. La parusía que se retrasa viene substituida por la experiencia del Espíritu que ya está presente en la Iglesia. Éste es el tiempo de la Iglesia, que a través de sus signos y prodigios hace ya presente el Reino que Jesús había predicho» (Martín-Moreno).
V. JESUCRISTO, AGENTE DE LA SALVACIÓN. Jesús es representado en Lucas-Hechos como el agente de la salvación: «Y en ningún otro nombre hay salvación, porque no hay otro nombre bajo el cielo dado a los hombres, en el cual podamos ser salvos» (Hch. 4:12). Las señales y los milagros apuntan a que Jesús es escogido por Dios para esta misión concreta (Lc, 4:18–20; Hch. 2:2).
VI. CRISTOLOGÍA. Lucas enfatiza la cristología con el fin de dejar claro que Jesús trasciende la mera humanidad. Desde el principio de su Evangelio, entendemos que es más que un mero hombre porque nacerá de la virgen María por el Espíritu Santo (1:32–33). Cuando María visita a Elisabet, Juan el Bautista «saltó en su vientre» (1:41). Los pastores y los ángeles anuncian la importancia de Jesús (2:8–20). Tanto Simeón como Ana entienden que el día de la redención ha llegado con aquel niño (2:22–40). Lucas nos muestra que Jesús tiene una relación muy especial con Dios el Padre (2:49; 3:22; 9:35; 10:21–22; 23:46). Sin embargo, el mayor ejemplo de la trascendencia de Cristo se ve en su resurrección de entre los muertos (24:6–7; Hch. 2:24, 32; 3:15, etc.), ascensión (24:51; Hechos 1:9) y exaltación a la diestra del Padre (Hch. 2:33; 5:31).
Lucas utiliza varios títulos cristológicos para Jesús: Mesías o Cristo, Señor, Salvador, Hijo de Dios, Hijo del Hombre, Hijo de David, Rey, Siervo, Profeta. Otros de menor importancia incluyen el Santo de Dios (Lc. 4:34), Dirigente, Maestro, y Juez (Hch. 10:42).
VII. SOTERIOLOGÍA. Como Jesús es todo esto, es el centro del > kerigma de Lucas (Hch. 4:12). Su empleo de sozo, σῴζω, «salvar», tiene un sentido más «espiritual» que en el resto de los evangelistas. Además, usa otros tres términos que no aparecen en los otros Evangelios y que refleja hasta qué punto la salvación es un tema muy importante para él: soter, σωτήρ, «Salvador» (1:47; 2:11; Hch. 5:31; 13:23), sotería, σωτηρία, «salvación» (1:69, 71, 77; 19:9; Hch. 4:12; 7:25; 13:26, 47; 16:17; 27:34), soterion, σωτήριον, «salvación» (2:30; 3:6; Hch. 28:28). Como ha dicho I.H. Marshall: «El concepto clave en la teología de Lucas es la salvación». Lucas Hechos retratan a Jesús como alguien que extiende la mano del perdón a los que están perdidos, y se alegra del arrepentimiento «porque el Hijo del Hombre ha venido a buscar y a salvar lo que se había perdido» (19:10; cf. las parábolas del capítulo 15: la oveja perdida, la moneda perdida, el hijo pródigo).
Abundan en Lucas los textos explícitos sobre la > conversión. La palabra “pecador”, hamartolós, ἁμαρτωλός, es típica de sus escritos (18 veces comparada con las 6 de Marcos, las 5 de Mateo, las 4 de Juan y 1 de Pablo). Lo mismo ocurre con el llamado al arrepentimiento o conversión, cuyo vb. metanoeo, μετανοέω, no es frecuente en Pablo, y está totalmente ausente en Juan; sin embargo, en el Evanglio de Lucas aparece 10 veces, más 5 en Hechos, frente a las dos veces de Marcos y 5 de Mateo.
Un aspecto soteriológico digno de destacar es la salvación de los marginados. La extensión de la salvación a los individuos que antes no se incluían en los «elegidos» de Dios es otro tema muy importante en Lucas. Ya hemos explicado cómo la salvación traspasó la frontera cultural de Israel para alcanzar a los gentiles. Del mismo modo, la salvación ha cruzado las fronteras sociales para incluir a los pastores (2:8–10), los samaritanos (10:33; 17:16), los recaudadores de impuestos (Leví. 5:7; Zaqueo, 19:2–10), los «pecadores» («la comunión de la mesa» [donde Jesús come con pecadores, con mucho gusto y a propósito, para mostrar que ellos también pueden beneficiarse de la aceptación y perdón de Dios]: 5:29–32; 7:36–50; el hijo pródigo: 15:11–32; Hch. 8:9–13, 18–24), las mujeres (7:36–50; 8:2–3; 10:38–42; Hch. 8:12; 9:36–43), los niños (18:15), los pobres (4:18; 6:20; 16:20; Hch. 2:44–45; 11:28–30), e incluso el malhechor de la cruz que estaba al lado de Jesús (23:43).
VIII. NEUMATOLOGÍA. Lucas dice más acerca del Espíritu Santo que cualquier otro autor del NT, salvo, quizás, Juan. Aunque todos los Evangelios se refieren al Espíritu, solo Lucas se preocupa de iniciar las distintas etapas de su narración bajo la influencia de esta Divina Persona: lo menciona 36 veces en total, 10 veces en la narración de la infancia de Jesús, 7 veces en los capítulos del inicio de su ministerio, y 7 veces al comenzar la narración del viaje hacia Jerusalén (caps. 10–12).
Después de esto, Lucas no usa mucho la palabra «Espíritu» en su Evangelio. Parece que era muy importante para él mostrar que el Espíritu Santo actuaba en cada etapa del proceso de la salvación. Podemos entenderlo si nos acordamos de la historia judía: con el último profeta, Malaquías, los judíos pensaban que el Espíritu se había ido del pueblo de Israel. Entonces, durante unos 400 años, Dios no habló a través de su Espíritu a Israel; fueron «siglos de silencio». Ahora, el Espíritu ha vuelto.
No obstante, en Hechos el Espíritu se encuentra por todas partes (70 veces), empezando por el día de Pentecostés, cuando desciende sobre los discípulos. Por algo se le da a Hechos el nombre de Evangelio del Espíritu Santo. Suponemos que este énfasis se debe a que en esta nueva etapa el Espíritu se da a todos los creyentes, sin importar la raza, género, u ocupación, como era el caso en el Antiguo Testamento (Hch. 2:17–21, de Jl. 2:28–32). En el AT solo ciertas personas recibieron el Espíritu de Dios: reyes, profetas, etc. Después de Pentecostés, sin embargo, el Espíritu está disponible para todos los creyentes: hombres y mujeres, reyes y siervos, judíos y gentiles.
En Hechos vemos que el Espíritu guía a individuos (15:28; 19:21; 20:22), llama a misioneros (13:3–4), y los llena (2:4; 4:8; 9:17; 13:9, etc.). Este libro deja claro que es a través del Espíritu como los discípulos pueden continuar el ministerio de Jesús, que también fue lleno del mismo y guiado por él (Lc. 3:22; 4:1).
IX. LOS DISCÍPULOS Y JESÚS. Los discípulos continúan la obra de Dios en el poder del Espíritu. Algunas investigaciones literarias han encontrado numerosos paralelos entre la descripción del ministerio de Jesús y el de sus discípulos. Muestran una continuidad entre ambos.
He aquí algunos ejemplos: Hch. 2:22 habla de «Jesús el Nazareno, varón confirmado por Dios entre vosotros con milagros, prodigios y señales que Dios hizo en medio de vosotros a través de Él, tal como vosotros sabéis»; y Hch. 2:43 habla de que «muchos prodigios y señales eran hechas por los apóstoles» (cf. 5:15; 19:11).
Hay muchos paralelos entre Jesús y Esteban (Hch. 6–7) y también Pedro, pero el principal se establece entre Jesús y Pablo. Muestra que «Cristo, en la persona de Pablo, lleva la salvación tanto a su pueblo como a los gentiles» (O´Toole, The Unity of Luke´s Theology, 68). De esta manera, Jesús, aunque concentró su obra entre los judíos, puede cumplir la mayor meta de su venida: ser luz a los gentiles.
X. CONVERTIRSE EN DISCÍPULO. Según Lucas, para llegar a ser discípulo, en primer lugar es imprescindible responder con fe al > kerigma, o sea, creer en Jesús (7:50; 8:48; 17:19; Hch. 13:38–39; 16:31). Es necesario responder no solo con la mente, sino también con obediencia. En segundo lugar, hay que > arrepentirse (la palabra aparece 25 veces en Lucas-Hechos). Por último, los que creen son bautizados en el nombre de Jesús.
1) Demandas del discipulado. El discipulado es más que un paso inicial hacia Jesús en fe o en bautismo; implica un estilo de vida que incluye el seguimiento y la imitación del Señor (Lc. 5:11). Para Lucas no hay dos niveles de discipulado: cada creyente es también un discípulo. Dos pasajes del Evangelio muestran la dificultad del discipulado: los que serían discípulos de Jesús (9:57–62) y el alto coste de seguirle (14:25–35, sin paralelo en los otros Evangelios; ver también Hch. 5:1–11; 8:4–25). Lucas menciona bastantes acciones específicas que deberían poder observarse en la vida de un discípulo, entre otras: (a) ser testigo o proclamar el Evangelio: «me seréis testigos… hasta los confines de la tierra» (Hechos 1:8); (b) oración: en la vida de Jesús y los demás. Lucas tiene 21 referencias a la oración en su Evangelio y otras 25 en Hechos. (c) El uso adecuado de las posesiones: «Vended vuestras posesiones y dad > limosnas» (12:33; 14:33; 18:22). En Hechos, la generosidad de ciertos individuos (Bernabé, Tabita, y Cornelio) muestra que «más bienaventurado es dar que recibir» (Hch. 20:35). Es importante, sin embargo, entender lo que quiere decir Lucas. No significa que sea un pecado tener posesiones, sino que pueden llegar a alcanzar más relevancia en el corazón que las cosas de Dios (Lc. 12:33–34; 20:25). El discípulo puede tener posesiones, pero tiene que entender el peligro, y estar dispuesto a usarlas par la extensión del Reino de Dios y el bienestar de la comunidad.
XI. INFLUENCIA DE LA TEOLOGÍA DE LUCAS EN SU EVANGELIO. En Lc. 4:1–13 el orden del material sobre las tentaciones de Cristo termina sobre el pináculo del Templo de Jerusalén, mientras que en Mt. 4:1–11 esta tentación es la segunda. ¿Por qué esta diferencia? Por la importancia de Jerusalén para Lucas: quería enfatizar la ciudad de destino. ¿Dónde apareció Jesús a los discípulos? Mateo dice que en Galilea, mientras que Lucas indica Jerusalén.
Un ejemplo más se encuentra en Lc. 4:16–30. ¿Cómo empiezan los Evangelios el ministerio de Jesús? Mientras Mateo y Marcos dicen que Jesús llama a los primeros discípulos después de un tiempo en Galilea, Lucas tiene el sermón en Nazaret. ¿Dónde está el sermón de Nazaret en los otros Evangelios? (Mt 13:53–58; Mc 6:1–7). ¿Por qué Lucas lo coloca en el principio del ministerio de Jesús? Esta es la cuestión. Detectamos la teología lucana por todas partes en este pasaje. Lucas sitúa el sermón en Nazaret al iniciar el ministerio de Jesús para mostrar los temas principales de su ministerio. Este pasaje es programático del Evangelio entero. P. ej., ver la teología lucana en estos versículos: 17: cumplimiento del AT; 18: Jesús es el Mesías (del contexto de Is. 61); 18: el Espíritu al inicio del ministerio; 18–19: el Evangelio a los marginados: los pobres, los cautivos, los ciegos, los oprimidos; 21: Profecía cumplida; 21: Escatología: «hoy»: 24: Jesucristo: Títulos: Profeta.
¿Cómo fue la reacción inicial al mensaje de Jesús en 4:22? Ambivalente, buena por una parte: «hablaban bien de Él y se maravillaban [ethaúmazon, ἐθαύμαζον] de las palabras llenas de gracia» (BLA); mala por otra: «hablaban bien» es una interpretación de la palabra griega emartyrun, ἐμαρτύρουν, que quiere decir «dar testimonio de». Pero este vocablo puede ser positivo o negativo, lo mismo que ethaúmazon, ἐθαύμαζον = «se maravillaban, se asombraban». Es decir, el texto griego no lo deja tan claro. Pensamos que la reacción es negativa desde el principio porque Jesús predica algo que no concuerda con la expectativa judía: la compasión por los gentiles. Si miramos el texto citado en el v. 19, Is 61:1–2, notaremos que «y el día de venganza de nuestro Dios» no es mencionado por Jesús. Mientras que los judíos esperaban el día de la venganza, Jesús llega con palabras de Gracia hacia los gentiles. Y en los versículos 25–27 leemos dos ejemplos de una misión hacia los gentiles en el AT. La clave para interpretar el matiz correcto aquí es «palabras llenas de gracia» (v. 22). Jesús va a llevar «gracia» al mundo, a los judíos, ciertamente, pero también a los gentiles. En el primer siglo esperaban un Mesías lleno de poder para luchar contra los romanos y liberarse de su yugo. Sin embargo, Jesús habla de «gracia» hacia los gentiles, «palabras llenas de gracia». Esta reacción por parte de la gente explica por qué Jesús da dos ejemplos del ministerio a los gentiles en el AT: para enseñar que la salvación de los gentiles había formado parte del plan de Dios desde el principio.
Bibliografía: H. Conzelmann, El centro del tiempo. La teología de Lucas (FAX, Madrid 1974); G.E. Ladd, Teología del NT (CLIE 2002); E. Lohse, Teología del NT (Cristiandad 1978); Arturo Paoli, La perspectiva política de San Lucas (Siglo XXI, México 1975); E. Rasco, La teología de Lucas. Origen, desarrollo, orientaciones (ST 1982); Frank Stagg, Teología del NT (CBP 1985, 2ª ed.).