NOCHE

Heb. 3915 láyil, לַיִל, o láyelah, לַיְלָה = «noche, medianoche, nocturno»; gr. 3571 nyx, νύξ; Vulg. nox. Período de oscuridad que va desde la puesta del sol hasta el alba, incluyendo el anocher y el amanecer, opuesto al día o tiempo de luz. Para el autor sagrado, la noche es el nombre que Dios puso a las tinieblas, a la ausencia de luz en la tierra, indicando así que no se trata de un poder maléfico independiente del dominio soberano del Creador (Gn. 1:5). Los antiguos griegos y romanos deificaron la Noche y la llamaron hija del Caos. Orfeo la considera la más antigua de las deidades y la llama «madre de dioses y hombres». Los poetas la describen vestida de un velo negro, montada sobre un carro y servida por las estrellas. El sacrificio apropiado para ella era un gallo, el animal enemigo del silencio nocturno. La Noche tenía una prole extensa, entre la que destacaban Locura, Muerte, Sueño, Amor, Engaño, Temor, Destino, Vejez, Tinieblas, Miseria, Parcialidad, Obstinación, etc., nombres todos ellos de los poderes oscuros de la vida.
En el pensamiento hebreo, la noche forma parte del orden establecido por Dios en la creación para alternar los períodos de luz y oscuridad. Para el hombre primitivo, que prácticamente solo contaba con luz solar, la noche representaba un poder maléfico y un período de inacción en el que se vivía en estado de ceguera: «Sale el hombre a su labor, y a su labranza hasta el anochecer» (Sal. 104:23; cf.: «Me es preciso hacer las obras del que me envió, mientras dure el día. La noche viene cuando nadie puede trabajar», Jn. 9:4). Las tinieblas, propias de la noche, simbolizaban los «terrores nocturnos», cuando los animales salvajes campean a su placer: «Pones las tinieblas, y es de noche; en ella corretean todos los animales silvestres. Los leones rugen por la presa y reclaman a Dios su comida» (Sal. 104:20–21). Por el contrario, «sale el sol; se recogen y se echan en sus cuevas» (v. 22).
El binomio noche-tinieblas es imagen de sombra y muerte, adversidad y problemas, cuando los peligros acechan (Is. 21:12; Zac. 14:6, 7). Por esta razón, en el futuro escatológico de Dios no habra más noche (Ap. 21:25; 22:5). En sentido metafórico se dice que los cristianos son «hijos de luz e hijos del día. No somos hijos de la noche ni de las tinieblas» (1 Tes. 5:5) Véase ALBA, ANOCHECER, DÍA, MEDIANOCHE, TIEMPO.