LILIT

Heb. 3917 Lilith, לִילִית, «espectro nocturno», derivado de láyil, לַיִל = «noche», que algunos han traducido por «lechuza» y otros se han limitado a transcribir, sin más; Sept. onokéntauroi, ὀνοκένταυροι = «asno-centauro»; Vulg. lamia.
1. Tradición judía.
2. Genealogía babilónica.
3. La primera amante de Adán.
I. TRADICIÓN JUDÍA. El nombre de Lilit aparece solamente una vez en el texto masorético del libro del profeta Isaías, en un pasaje donde el profeta describe la desolación que sobrevendrá a Edom (Is. 34:14). El autor sagrado menciona toda una serie de seres que en la mentalidad popular viven en la soledad. Allí aparecen los sátiros (LXX) y los gatos salvajes, y también Lilit, equiparado al «demonio femenino de las noches».
La numinosidad de Lilit se remonta a una tradición mesopotámica que la une con las diosas babilónicas Ishtar, Inanna y Anath, entre otras. En el judaísmo, por el contrario, no se la ha deificado, sino que ha sido vehículo para introducir el concepto del mal ligado a lo femenino, generando no solo una leyenda a su alrededor, sino también rituales religiosos. Según el Yalqut Reubeni, Lilit viene a ser la primera mujer, creada antes que Eva, al mismo tiempo que Adán, y no de su costilla, sino de la propia tierra, concretamente de inmundicia y sedimento en lugar de «polvo puro». De la unión de Adán con Lilit, degradada a demonio-hembra, nacieron > Asmodeo y «los innumerables demonios que todavía atormentan a la humanidad». Los escritos de Qumrán identifican a Lilit con la diosa asirobabilónica de la lujuria.
Las especulaciones sobre el tiempo de su creación dicen que fue originada antes que Adán, en el quinto día, para indicar su carácter de inacabada, o simultáneamente con él. Según el Zohar, fue creada como parte de él. Otra versión explica que comparte la creación con Samael, que había emergido de un andrógino que provenía por detrás del Trono, o sea, el producto siniestro-opuesto, del Adam Kadmón, hombre prototípico y primordial, y finalmente, surgida de un > abismo primordial.
II. GENEALOGÍA BABILÓNICA. Los orígenes de la presencia de Lilit se remontan a raíces sumerias o acadias. Se ha hecho una distinción entre diferentes clases de espíritus malignos, ya sean diablos, demonios o fantasmas. Los diablos tienen la misma naturaleza que los dioses, producen vientos, tormentas y enfermedades; los fantasmas son almas desencarnadas de humanos que no pueden encontrar descanso y deambulan por la tierra; los demonios son mitad humanos, mitad seres sobrenaturales.
A su vez, la imaginería dividía a los demonios en dos grupos: el de Lamashtu y el de Lilitu. Lilitu, según los estudiosos, era «un demonio maligno que el hombre ha creado sobre una cama en una noche de sueño», gestándose de esta forma una idea que estaría ligada a Lilit en todo su simbolismo: la seducción como arma, la noche como hábitat y el erotismo —cualidad devenida quizás de Ardat Lili— que, en la tergiversación que se da con el paso del tiempo, transforma a Lilit en «súcuba».
Lamashtu e Ishtar delinearían mejor el perfil de Lilit. Lilitu fue perdiendo ciertas características a través de la tradición hebrea. Desaparece principalmente su carácter divino original y se convierte en una imagen descolorida y errante.
En la demonología hebrea aparecen, entonces, los espíritus o Rujoth, las pestes o Masqim y los destructores Jabalim. A todos ellos se los puede englobar dentro de los shedim, plural de shed, שֵׁד, término derivado del arameo shidá, que significa «demonios». Los shedim tienen doble naturaleza: pueden ser benevolentes e incluso solidarios con la actividad humana, pero ha preponderado su principio generador de problemas. Casi todos son de género masculino.
El término heb. shed, «canción», proviene seguramente del término shedú, que definía en Babilonia a una deidad ctónica que era adorada como un toro alado con cabeza de hombre. Su par femenino era Lamassú o Lama, llamada Kal en Sumeria, venerada con cuerpo de vaca y cara de mujer; ambos eran las imágenes que custodiaban las entradas de los palacios. Ella fue retomada en el panteón sumerio y, a partir de ahí, fue adquiriendo ciertas características que había heredado la anteriormente nombrada Lamashtú, y que traspasaría a Lilit.
Estos demonios hembras observaban los nacimientos y, durante los trabajos de parto, trataban de herir o atacar directamente a la madre, con el fin de robar al recién nacido para luego matarlo, como se puede observar en un sello cilíndrico expuesto en el Museo de Oxford.
En los textos se señala que Labartú vive en las montañas o en las riberas de los ríos. Su apariencia es espantosa, con cabeza y cara de león embravecido y piel blanca como arcilla. Gruñe como un león y aúlla como un chacal. De esencia salvaje y despiadada, su sola presencia significa destrucción. Los encantamientos que se usaban para protegerse de ella hablaban de la creación como antítesis de su propia naturaleza.
Lamashtú dará origen a la Lamia griega, que puede tener origen en una princesa frigia; otras teorías señalan que podría ser la hija de los Laistrygones de Libia. Según la mitología griega, Lamia fue amante de Zeus, con quien tuvo una prolífica descendencia hasta que la celosa Hera mató a todos sus hijos, menos a Escila. Lamia perdió su belleza y, en venganza por su prole asesinada, secuestra a los recién nacidos. Tiene cuerpo de reptil y la cabeza de una mujer hermosa.
De Isthar deviene otra característica que se reconoce en Lilit: el poder de seducción de la diosa babilónica. Su veneración hizo que esta tomara siempre ciertas características enigmáticas, pero que le otorgarán el poder femenino de la seducción. Opuesta completamente a Lamashtú, puede llegar a considerarse como la Diosa Madre, la Reina del Cielo.
Ishtar fue conocida como “Astar de Siria”. Así se la llamó en Egipto durante la XVIII Dinastía. En el siglo XII a.C., se confundían sus cualidades y nombres: Anath, Astarté o Qadesh, «Damas del Cielo». Ya Qadesh introduciría la idea que aparecerá en la iconografía de Lilit: la diosa sentada sobre unos leones.
> Ashera es de origen cananeo y llega al mundo hebreo hacia el 586 a.C. En esta cosmovisión, seguramente, encarnará la idea opuesta a la que representaba Lilit. Durante la destrucción del primer Templo, en tiempos de Nabucodonosor, cananeos y hebreos compartieron altares y lugares de culto, fusionando los panteones propios con los sirios y los de otros pueblos mesopotámicos.
Esta diosa, la más importante de la imaginería cananea y con presencia desde el siglo XIV a.C., era la esposa del dios El, que también ingresará en el mundo hebreo hasta permanecer como uno de los 72 nombres de Dios. Darán la progenie divina de la que descenderán Baal, Anath y Mot. Su culto continuó durante el período de los jueces y reyes; principalmente se le encomendaban los partos y la fertilidad, lo que la hizo muy popular. La confusión entre los nombres de Asherá y > Astarté se debe a las conocidas Cartas de Amarna, documentos diplomáticos de contenido histórico durante el reinado de Amenhotep III hasta el de Ay (año 1386 hasta 1321 a.C.).
En el año 621 a.C., el rey > Josías introdujo la reforma religiosa que acabó con el culto de Asherá, convertida en consorte de Yahvé. Durante su reinado, el Templo de Jerusalén se convirtió en el santuario exclusivo de adoración del Dios único de Israel (2 R. 23:4–27).
Anath continuará en los mitos ugaríticos y no tiene ninguna aparición en los textos sagrados judeo-cristianos. Encarnará a la diosa de la guerra, considerada como la más sedienta de sangre. Ese perfil la hará protectora de los faraones en Egipto: «La diosa, la victoriosa, una mujer que actúa como hombre, con vestiduras de hombre, ceñidas como una mujer».
III. LA PRIMERA AMANTE DE ADÁN. Lilit, que mostraba una fuerte impronta cananea, se resistía a yacer por debajo de Adán: «¿Por qué he de yacer debajo de tí? Yo también fui hecha con polvo y por tanto, soy tu igual», decía, según el Midrash Alphabeta de Ben Sira. Al ser forzada por Adán, pronunció el nombre de Dios, se elevó por los aires y desapareció. Ante las quejas de Adán, Dios envió a Sansenoy, Semangelof y Senoy a buscarla. La hallaron en el mar Rojo, región que se caracterizaba por la presencia de demonios, con los cuales ella ya había engendrado a los Lilim, «a razón de más de cien por día». Le ordenaron regresar de inmediato con Adán, so pena de ahogarla en el mar. Ella se negó rotundamente. «¿Cómo puedo morir —reflexionó—, si Dios me ha ordenado que me haga cargo de todos los recién nacidos, de los niños hasta el octavo día de vida (el de la circuncisión) y de las niñas hasta el vigésimo día? No obstante, si alguna vez veo vuestros tres nombres o vuestras efigies en un amuleto sobre un recién nacido, prometo perdonarle la vida». Así llegaron a un trato, pero Dios castigó a Lilit, haciendo que cientos de sus hijos demoníacos perecieran por día y que, encolerizada por la presencia de un amuleto protector, matara a su descendencia.
La huida de Lilit al Oriente y la aparición posterior de Eva, sirven como metáfora moral del comportamiento de la consorte. Eva ya será creada a partir de la costilla de Adán, en una alegoría de la supremacía masculina, aunque el término heb. traducido por «costilla» es tselá, que significa «lado» y «sombra» tanto como «costilla».
Se supone que Lilit representaba a las mujeres cananeas, que adoraban a la anteriormente mencionada Anath y acostumbraban mantener relaciones sexuales prematrimoniales. Es una forma de censurar a algunas mujeres israelitas que tenían estas prácticas, y queda expresamente prohibido en Dt. 23:18: «Que no haya prostitución entre las israelitas ni entre los israelitas», en demostración de la pureza sexual.
En cuanto a la idea de que la mujer permanezca encima el hombre, las adoradoras de la griega Hécate, según lo que reseña Apuleyo, acostumbraban realizar de esta manera sus encuentros sexuales, al igual que lo que indican ciertos grabados de la antigua Sumeria.
Por otra parte, Patai y Graves señalan que el hecho de que Lilit haya realizado ese itinerario es un testimonio histórico de los pastores nómadas que se admitían como huéspedes de los cananeos. «Estos se apoderaban del poder y cuando la familia real huye, ocupan un segundo reino que rinde pleitesía a la diosa hitita Heba» (Los mitos hebreos), que podía incluir sacrificos humanos. Véase ADÁN, ASHERA, ASTORET, DEMONIO, ESPECTRO, EVA, REINA DEL CIELO.
Bibl. J. Bril, Lilith ou la Mère obscure (Payot, París 1981); W. Fauth, “Lilits und Astarten in aramäischen, mandäischen und syrischen Zaubertexten”, EN WO 17 (1986) 66–94; M.A. Marcos Casquero, Lilith. Evolución histórica de un arquetipo femenino (Universidad de León 2009); M.M. Martha Fernández, “La presencia de Lilith en los escritos rabínicos y su origen”, en Transoxiana (Buenos Aires, Dic. 2004); X. Pikaza, Mujeres de la Biblia judía (CLIE 2012); R. Graves y R. Patai, Los mitos hebreos (Alianza, Madrid 1986); H Rousseau, Le Dieu du Mal (Press. Univ. France, París 1963); O. Solórzano, Lilith: La Diosa de la noche, una historia negada (ENAH, México D.F. 2000); D.R. West, Some Cults of Greek Goddesses and Female Daemons of Oriental Origin especially in relation to the mythology of goddesses and daemons in the Semitic world (AOAT 233, Neukirchen-Vluyn 1995); V. Zingsem, Lilith. Adams erste Frau (Reclam, Leipzig 2000).