León

Animal designado en heb. con seis términos diferentes, que se corresponden con diferentes estados o con diferentes períodos de su crecimiento, lo que indica su presencia abundante en la Palestina bíblica:
1. 738 gor, גּוֹר, o gur, גּוּר = «cachorro», en estado de lactancia (Gn. 49:9; Dt. 33:20; Jer. 51:38; Ez. 19:2, 3, 5; Nah. 2:11, 12).
2. 3833 kephir, כְּפִיר = «león joven», que comienza a cazar independiente de sus padres (Ez. 19:2, 3, 5, 6; 41:19; Sal. 91:13; Prov. 19:12; 20:2; 28:1; Is. 31:4; Jer. 41:18; Os. 5:14; Nah. 2:11; Zac. 11:3), lo suficientemente mayor para rugir (Jue. 14:5; Sal. 104:21; Prov. 19:12; Jer. 2:15; Am. 3:4), que va en busca de presas por sí mismo (Job 4:10; 38:39; Is. 5:29; Jer. 25:38; Ez. 19:3; Miq. 5:8), feroz y sediento de sangre, en la plenitud de su fuerza (Sal. 17:12; 91:13; Is. 11:6). Este es el término utilizado figurativamente para indicar la crueldad sanguinaria de los enemigos (Sal. 34:10; 35:17; 58:6; Jer. 2:15). Se dice que el faraón, rey de Egipto, es «semejante a un león [joven] de las naciones» (Ez. 32:2; cf. 38:13; Nah. 2:13).
3. 738 ari, אֲרִי, «despedazador», o 3833 areyeh, אַרְיֵה, probable préstamo tomado del arameo antiguo, que denota el león adulto y vigoroso (Nah. 2:12; 2 Sam. 17:10; Nm. 23:24, etc.); Sept. y NT 3023 leon, λέων. El término se emplea como nombre común del animal en ambos Testamentos.
4. shájal, שַׁחַל = «rugidos», león maduro y fuerte (Job 4:10; 10:16; 28:8; Sal. 91:13; Prov. 26:13; Os. 5:14; 13:7).
5. láyish, לַיִשׁ = «el fuerte», león fiero; fig. león que ha alcanzado su máximo grado de crecimiento y eficacia (Job 4:11; Prov. 30:30; Is. 30:6).
6. lebiyá, לְבִיַא, o lebí, לְבִי = «rugidor», león o leona (Nm. 24:9, Os. 13:8; Jl. 1:6; Dt. 33:20; Sal. 57:4; Is. 5:29).
Mamífero carnívoro de la familia de los félidos, corpulento, de cabeza grande y pelo rojizo, esparcido por África y algunas partes del Asia Meridional, hasta la provincia india de Gujarat. Existía en la Grecia arcaica, pero ya no se encuentra por allí ni en el resto de Europa. En épocas bíblicas, el león abundaba en Palestina, especialmente en la espesura de las riberas del Jordán (Jer. 49:19). Los leones son polígamos y son las hembras las que efectúan siempre la caza, excepto cuando hay cachorros que cuidar. Muy tiernos con sus crías, son especialmente peligrosos cuando buscan comida para ellas, pero los adultos pueden soportar largos períodos de abstinencia o alimentarse de carroña. Viven más de cincuenta años y se multiplican con rapidez. Los zoólogos creen que África es la cuna del león.
En el AT se alude con frecuencia a su carácter de rey de la selva, el más «fuerte entre todos los animales, que no vuelve atrás por nada» (Prov. 30:30; 2 Sam. 17:10;); se reconoce su valor (2 Sam. 17:10; Prov. 28:1); se describen sus dientes y muelas (Jl. 1:6), su hábito de agazaparse antes de atacar (Gn. 49:9) y las víctimas que provoca entre los corderos, los terneros y otros animales (1 Sam. 17:34; Is. 11:6, 7), o entre los seres humanos (1 R. 13:24; 20:36; 2 R. 17:25; Ez. 19:3, 6); también su rugido (Job 4:10; Prov. 20:2; 1 P. 5:8). Se le representa al acecho: en la espesura (Jer. 4:7), en las selvas (Jer. 5:6) o en otros parajes (Jer. 25:38).
Era posible atraparlo con el > lazo y la trampa y retenerlo en jaulas, como solían hacer los reyes cazadores de Mesopotamia y Egipto (cf. Ez. 19; Dan. 6:7; 32). La belleza majestusosa de su figura servía de motivo frecuente en la decoración de tronos y palacios. En el trono de Salomón «había doce leones de pie, uno a cada lado de las seis gradas. Jamás se hizo algo semejante para ningún reino» (1 R. 10:20).
Los seres vivientes de la visión de Ezequiel tenían todos rostro de león a la derecha (Ez. 1:10; cf. Ez. 10:14). El primero de los seres vivientes que vio Juan se parecía a un león (Ap. 4:7). Nuestro Señor Jesús recibe el nombre de «León de la tribu de Judá», al que está unido el símbolo de la realeza, por cuanto el cetro fue asignado a Judá (Gn. 49:9, 10; Ap. 5:5).
La imagen tiene también en ocasiones un sentido peyorativo, p. ej., Satanás es comparado con el «león» que busca a quien pueda devorar, rampante y rugiente (1 P. 5:8). Pablo dice que fue «librado de la boca del león» (2 Ti. 4:17), prob. figura verbal que denota un peligro de muerte inminente, aunque hay quien supone que la referencia es a los leones del anfiteatro romano; los comentaristas griegos decían que el león designaba a Nerón; otros consideran que se trata de Satanás. Esta forma de expresión está probablemente tomada de Sal. 22:21 y Dn. 6:20.