Libia

Heb. 3864 Put, פּוּט (Jer. 46:9; Ez. 30:5; 38:5), traducido Fut en Gn. 10:6; 1 Cro. 1:8; Is. 66:19 y Nah. 3:9; gr. Libýa, Λιβύα o Libýe, Λιβύη.
País norteafricano que aparece en los textos egipcios bajo el nombre de Rbw, el equivalente lingüístico de Libia. Los griegos llamaron Libia, durante un tiempo, a toda la región al oeste de Egipto, en el norte de África (Estrabón, Geog. 2, 131), pero luego se limitó el nombre fundamentalmente a la zona abarcada por cinco colonias griegas y sus dependencias, conocidas debido a ello por la designación de Pentápolis. Es este mismo territorio el que posteriormente pasó a constituir la provincia romana de Cirenaica, cuyo nombre deriva de su capital y ciudad principal: > Cirene.
Durante siglos, Libia formó parte del mundo egipcio. En el siglo VII a.C., colonos dorios fundaron importantes establecimientos en la fértil planicie costera, no sujeta a ninguna potencia. Las relaciones de los griegos con la población indígena fueron desde un principio amistosas, lo que facilitó la fusión de ambas etnias. Los matrimonios mixtos fueron abundantes desde un principio, pues parece que los primeros colonos no llevaron consigo mujeres. Según Píndaro (IX, 215 ss.), las mujeres libias gozaban de fama de excepcional belleza.
Los gobernantes de Cirene pasaron a convertirse en battos, título real libio, lo que implica que tenían súbditos tanto griegos como libios. El flujo de nuevos colonos tuvo como consecuencia desposeer de una parte de sus tierras a los libios de Irasa, que se rebelaron. Pero, a pesar de contar con el apoyo de una armada enviada por el faraón Apries, fueron derrotados (571–570). Las luchas civiles internas empujaron a los libios nativos a nuevas revueltas. Tras la conquista de Egipto por > Cambises II (hijo de Ciro el Grande) en el año 525 a. C., los reyes de Cirene pasaron a ser tributarios de Egipto. Cuando este se independizó de los persas, en el año 450 a. C. aproximadamente, la monarquía fue derrocada y Cirenaica se convirtió en una república. El poder pasó al pueblo dividido en tres tribus: una compuesta por los originarios de Tera, otra por los del Peloponeso y Creta, y la tercera por los restantes insulares.
En 331 a. C., la Cirenaica hizo un tratado con Alejandro Magno por el que se convertía en dependencia autónoma de Macedonia. Con la conquista de Egipto por los Lágidas, Libia pasó a depender de esta dinastía con diversas vicisitudes. En 321–320 a.C., Ptolomeo I de Egipto se apoderó de todas las ciudades tras ser solicitada su intervención por uno de los partidos surgidos con motivo de la guerra civil en la región. Ptolomeo VIII legó la Cirenaica a su hijo natural Ptolomeo Apión, el cual a su muerte en 96 a. C. dejó su reino en herencia a Roma. Cirenaica se convirtió en una provincia romana que también incluía Creta en el 74 a.C.
En la época de Diocleciano, el país se dividió en dos provincias: la septentrional, denominada Libya Superior, equivalente a Cirenaica, y la meridional, llamada Libya Inferior o Marmárica, entre Cirenaica y Egipto. Solo la primera tenía importancia política y económica, puesto que la segunda era casi en su totalidad un desierto.
Los judíos eran muy numerosos en todo el país. De su número da idea también una noticia de Estrabón, según la cual la población estaba dividida en ciudadanos, campesinos, extranjeros y judíos. Asimismo, una inscripción de comienzos del Imperio señala que los judíos constituían un cuerpo ciudadano (políteuma) a cuyo frente se encontraban nueve arcontes. Véase CIRENE, LIBIOS.