ACAB

ACAB (padre es hermano). Nombre de dos hombres en el Antiguo Testamento.
1. Séptimo rey de Israel, hijo y sucesor de Omri. Reinó en Samaria durante veintidós años (ca. 870–850 a.C.). Fue contemporáneo de Asa y Josafat, reyes de Judá, e hizo lo malo «más que todos los que reinaron antes de él», según juzga el libro de Reyes su gobierno (1 R 16:29–33).
Se alió con los fenicios al tomar por esposa a la hija de Et-baal (rey de los sidonios), la impía → JEZABEL, quien lo indujo a la idolatría (1 R 16:29–33). Acab edificó en Samaria un altar a → BAAL (1 R 16:32).
La esposa de Acab, Jezabel, es símbolo de idolatría, aunque muchos con cierta razón pretendan justificarla. El biblista alemán, Herrmann, dice: «Acab construyó en Samaria un templo de Baal como santuario oficial, no solo para la familia real, sino para una parte de su verdadera liga de estados. Esto fue el reconocimiento oficial de la religión de Baal en Israel. No podía dejar de producirse el contramovimiento de los círculos fieles a Jehová» (Historia de Israel, Ediciones Sígueme, Salamanca, 1979, p. 272). Y Siegfried Herrmann señala que la estabilización de la monarquía dependía de la tolerancia religiosa. «No la erradicación, sino la tolerancia de la religión de Baal en el territorio israelítico era lo que prometía a la larga el éxito de la política exterior» (Ibid., p. 270).
Se debe destacar la capacidad de liderazgo de la esposa de Acab. Jezabel parece vencer a Acab en cuanto al modelo político religioso dominante que rigió a los israelitas en su época. Esto es lo que encontramos en el episodio de la viña de Nabot (1 R 21). El rey renuncia a su tradición que, fundamentada en la Ley de Jehová, facilita cierto tipo de democracia, garantiza el derecho y la justicia para los pobres y condiciona el poder del rey.
Las Escrituras mencionan también la alianza de Acab con Ben-adad rey de Siria (1 R 20:1–21), la cual tampoco agradó a Jehová (1 R 20:22–34). La inscripción monolítica de Salmanasar III, rey de Asiria, revela que Acab se unió a Ben-adad contra los asirios en la batalla de Karkar, al norte de Hamat, en 853 a.C.
Acab hizo además una alianza familiar y militar con Josafat. Joram, hijo de Josafat, tomó por esposa a Atalía, hija de Acab (2 R 8:18, 26; 2 Cr 18:1; 21:6; 22:2). A pesar de que Micaías había profetizado la derrota de Israel y Judá (1 R 22:13–28), Acab y Josafat persistieron en su plan de pelear contra los sirios para recuperar a Ramot de Galaad. Acab se disfrazó antes de entrar en la batalla, pero una flecha lo hirió mortalmente (1 R 22:29–40).
Como gobernante, gozó de buen éxito económico y político. A través de sus alianzas logró que Israel fuese en aquel tiempo una nación próspera y respetable. Pero la experiencia del reinado de Acab debe llevarnos a reflexionar sobre el significado amplio y profundo de la idolatría. Además de rendir culto a otros dioses, la idolatría se ensaña muchas veces contra la única imagen de Dios en el mundo: el hombre (Gn 1:26; Stg 3:9). Y no solo esto, sino que se ensaña sobre todo contra los más débiles, pues son los pobres, los que no tienen acceso al poder, quienes padecen de especial manera.
2. Falso profeta en el tiempo de Jeremías (Jer 29:21).