Mene, Tekel, Uparsin

Aram. 4484 mené, mené, teqel, upharsín, מְנֵא מְנֵא תְּקֵל וּפַרְסִין, «numerado, contado, pesado y dividido»; Sept. mané thekel phares, μανή θεκέλ φάρες; Vulg. mane, thecel, pharess.
Inscripción sobrenatural escrita por una mano misteriosa sobre la pared del palacio real caldeo mientras > Belsasar daba una gran fiesta (Dan. 5:5–25). Había mandado a buscar los vasos de oro y de plata que Nabucodonosor había traído del Templo de Jerusalén, para beber en ellos. Estando borracho con sus grandes y sus mujeres, alabando a sus dioses, tuvo lugar el fenómeno de la inscripción. No sabemos la forma en que aparecieron las palabras en la pared; quizá en escritura cuneiforme o en caracteres arameos. Los sabios de la corte no pudieron interpretarla, aunque sí leerla. Daniel fue llamado por el soberano, que reconoció así sus cualidades excepcionales de adivino, para descifrar el significado de la escritura.
Las palabras misteriosas: Mené, mené, teqel, upharsín, según la transcripción aramea del TM, han sido diversamente interpretadas. Lo más habitual es entenderlas como participios pasivos: mené: «contado» (de manah: «contar»); teqel: «pesado» (de taqal: «pesar»), y upharsín: «dividido, roto». Es la interpretación que da el mismo Daniel (v. 26–28). Juega con el valor consonantico de las palabras, y ve en ellas la suerte del Imperio babilónico: ha sido contado por Dios, pesado y dividido, para ser entregado a los «persas», jugando con la última palabra, pharás, פרס, que puede significar tanto «dividir», como «persas».
Parsín es la forma plural de Perés, פְּרֵס, «dividido», precedida de la conjunción aramea u, equivalente a la y castellana, y es transliterada upharsín, cuando debería más bien traducirse «y Parsin». Daniel interpetó esta palabra como el anuncio de la división del reino, que «será dado a los medos y a los persas» (v. 28). Los hechos confirmaron el triste vaticinio, pues aquella misma noche Belsasar fue muerto de modo violento, dejando su reino en manos de los invasores medo-persas.
En el libro de Daniel no se dice expresamente que Belsasar muriese a manos de los invasores; por otra parte, se sabe por los escritores griegos que en Babilonia hubo banquetes y fiestas entre la alta sociedad mientras los persas penetraban en la ciudad (Heródoto, Hist. 1,191; Jenofonte, Ciroped. 7, 5, 155). Durante una de ellas, bien pudo haber una mano desesperada que diera muerte al que hacía las veces de rey en ausencia de Nabonido, que estaba en Sippar después de su retiro de Teima. Véase BELSASAR.