Lobo

Heb. 2061 zeeb, זְאֵב, llamado así por su fiereza o por su color amarillento; gr. 3074 lykos, λύκος = «lobo». Mamífero carnicero parecido a un perro pastor, de pelaje gris oscuro. Abundó mucho en las épocas primitivas y es todavía numeroso en Asia Menor. En Siria poblaba en particular los montes y bosques del Líbano. Los egipcios creían que Osiris tomaba a veces figura de lobo, por lo que lo tenían como símbolo de valor. Se han encontrado lobos momificados en Licópolis (Egipto). El lobo palestino es un poco menor que el europeo o asiático, no puede arrastrar un carnero ni matar a una persona. Se trata de una variedad de la especie europea, el canis lupus. El lobo palestino no caza en manadas, sino en solitario, porque encuentra presas fáciles, siendo que el invierno es más suave que en los países septentrionales. Aunque pertenece a la familia de los cánidos, no ladra, sino aúlla. Ya quedan pocos ejemplares, y menos en Cisjordania que en la Transjordania. Siempre ha sido el terror de los pastores del país, porque es más feroz que el chacal. Desde Ramat Hagolán en el norte de Israel, Ramot Manashé y Gilboa hasta el desierto de Judea, Neguev y Arabá en el sur, se estima que hay un centenar de lobos.
Los textos bíblicos que lo mencionan lo hacen casi siempre en lenguaje figurado como comparación, símbolo de crueldad y de peligro para los rebaños: carnívoro, salvaje y feroz (Gn. 49:27; Is. 11:6; Ez. 22:27; Mt. 7:15). Es, junto con el león y el leopardo, el emblema de la destrucción: «Benjamín es un lobo rapaz, que a la mañana devora la presa y a la tarde reparte los despojos» (Gn. 49:27). Los príncipes son como lobos que devoran la presa (Ex. 22:27; Jer. 5:6; Ez. 22:27) y derraman sangre.
De hábitos nocturnos, el lobo duerme de día y merodea durante la noche (Jer. 5, 6; Sof. 3:3; Hab. 1:8). Busca a las ovejas para darles muerte (Eclo. 13:17; Mt. 10:16; Lc. 10:3; Jn. 10:12). Por esta razón, los perseguidores son semejantes a lobos (Mt. 10:16; Hch. 20:29). En sentido figurado, la comparación con el lobo denota habilidad y violencia, p. ej., príncipes criminales (Ex. 22:27), falsos profetas disfrazados de corderos y con instinto depredador (Mt. 7:15; Hch. 20:29), y enemigos del pueblo de Dios (Mt. 10:16).
Es imposible hermanar lobos y corderos (Eclo. 13:21). Esto solo lo realizará la paz mesiánica que describe Is. 11:6; 65:25, metáfora de la paz universal y cósmica que dominará en todos los reinos del ser.