Paja

Heb. 8401 teben, תֶּבֶן = «paja, rastrojo»; 7179 qash, קַשׁ = «paja, hojarasca»; 2842 jashash, חֲשַׁשׁ = «paja, hierba seca» (Is. 5:24; 33:11), variante de 7179; mots, מֹוץ = «paja»; 892 ákhyron, ἄχυρον = «paja», tallo de la planta de cereal de la que ha sido quitada la espiga mediante la trilla, y que ha quedado roto en el proceso (Mt. 3:12; Lc. 3:17). 2595 karphos, κάρφος = «paja pequeña y seca, ramita, trozo de palo seco», de karpho, «secar», denota algo menudo —«mota»— que pudiera entrar en el ojo (Mt. 7:3, 4, 5; Lc. 6:41, 42).
Caña o tallo seco de los cereales y de cualquier hierba. La paja de trigo y de cebada era utilizada como forraje para el ganado, camellos, asnos y caballos (Gn. 24:25, 32; Jue. 19:19; 1 R. 4:28; Is. 11:7). En las profecías se anuncia el amanecer de la era gloriosa del reinado de Cristo, en la que «el león comerá paja como el buey» (Is. 65:25).
Los egipcios mezclaban el barro con paja para fabricar ladrillos, a fin de hacerlos más compactos y resistentes.
Al ser la paja un elemento tan familiar en las sociedades agrícolas, bien pronto se convirtió en símbolo de la inconsistencia del hombre, de aquello que no puede resistir la prueba de la justicia de Dios, así como de aquellos que serán objeto de su indignación en el juicio de retribución (Sal. 1:4; Is. 25:10; Mt. 3:12; Lc. 3:17; cf. «heno» en 1 Cor. 3:12, referido a lo que es indigno o inútil en la vida del cristiano). La paja arrastrada por el viento es una imagen frecuente en la Escritura para indicar la destrucción de los malvados y su liviandad ante el juicio de Dios (Is. 17:13; Os. 13:3; Sof. 2:2). Véase RASTROJO, TAMO.