BUEY

BUEY Macho del ganado bovino que castran cuando alcanza su desarrollo. En la Biblia la distinción entre buey y toro muchas veces depende del contexto, porque la terminología bíblica no indica claramente la diferencia. Tanto en condiciones nómadas como sedentarias, entre los judíos la posesión de muchos bueyes era signo de riqueza (Job 1:3). Se apreciaban como animales de trabajo para halar carros (2 S 6:6) y el arado (Dt 22:10; 1 R 19:19; Job 1:14; Am 6:12), para trillar (Dt 25:4; 1 Co 9:9) y llevar carga (1 Cr 12:40). El estiércol del buey servía de combustible para cocinar (Ez 4:15). El cuidado y la responsabilidad del dueño del buey estaban debidamente reglamentados (Éx 21:28–22:15).
El buey era animal limpio y se podía comer (Dt 14:4). Su carne se servía sobre todo en ocasiones especiales (1 R 4:23; Neh 5:18; cf. «novillos» en Am 6:4). También se usaba como animal de sacrificio (Lv 9:4; 22:23; Nm 7 passim).
El buey y el toro se asociaban con la adoración de los dioses en el Oriente; el buey por su fuerza y el toro por su fecundidad (→ BECERRO). El mar fundido del templo de Salomón descansaba sobre doce bueyes (1 R 7:25) y las diez basas de bronce tenían en sus tableros figuras de leones, bueyes y querubines (1 R 7:29). En la visión de Ezequiel, una de las caras de los seres vivientes es de buey (Ez 1:5–10; cf. Ap 4:7).