Trozo de madera bastante grande, pues se llevaba al hombro, con que antiguamente se corría hacia atrás el cerrojo de una puerta. Pocas veces las puertas se aseguraban con cerraduras o cerrojos, pero cuando los hubo eran normalmente de madera, insertados en el marco de la puerta y sostenidos por algunas clavijas o nudos (Neh 3:3). Para levantar el cerrojo había también una manecilla especial (Cnt 5:5), llamada en hebreo «abridor» y en griego «cierre». El → Portero era un servidor que recibía solemnemente su dignidad. En Is 22:21s, la potestad del mayordomo-tesorero Sebna pasa a las manos de Eliaquim: «Pondré la llave de la casa de David sobre su hombro» (cf. Is 9:6 «el principado sobre su hombro»).
En el Nuevo Testamento, las llaves del → Reino se le confían a → Pedro (Mt 16:19; cf. 18:18, donde la autoridad de → Atar y desatar se otorga a todos los discípulos). La figura simboliza responsabilidad y autorización para proclamar la apertura del Reino. En Jn 20:23 una expresión análoga se aplica al anuncio del perdón de los pecados. En Mt 23:13, Jesús critica a los escribas y fariseos por su falsedad, ya que cierran el Reino y no entran ni dejan entrar. Asimismo en Lc 11:52 los critica por haber «quitado la llave [que es] el conocimiento [práctico de la voluntad de Dios]». En Jn 10:3 el oficio del portero es abrir la puerta solamente al pastor. En Ap 1:18 es uno semejante al Hijo del Hombre quien tiene el poder de las llaves para abrir la cárcel de los muertos y darles vida. Él dispone de los tesoros de Dios para la iglesia en Filadelfia, le abre la puerta del templo de Dios y le da la corona (cf. Is 22:15ss). En Ap 9:1 y 20:1 un ángel recibe las llaves del pozo del → Abismo y el poder para encerrar o bien soltar a Satanás (20:3, 7).