Madianitas

Heb. 4084 Mideyaní, מִדְיָנִי (Nm. 10:29), designación de los nativos de Madián; Sept. Madianites, Μαδιανίτης; mideyanim, מִדְיָנִים, en Gn. 37:28, y fem. mideyanith, מִדְיָנִית en Nm. 25:15). Pueblo > nómada, «moradores del desierto» (Gn. 25:2, 6; Nm. 10:29–31; Is. 60:6; Hab. 3:7; Jdt. 2:26), descendiente de > Madián, padre de las cinco tribus madianitas (Gn. 25:4).
1. Madianitas e ismaelitas.
2. Moisés y los madianitas.
3. Gedeón y los madianitas.
I. MADIANITAS E ISMAELITAS. Aunque es poco lo que se sabe de ellos, los madianitas eran pastores nómadas que alternaban su actividad con el comercio. Recorrían la zona de la península del Sinaí, en la que se cruzaban las rutas caravaneras de Arabia con Egipto y Fenicia (cf. Gn 37:28, 36). Salteadores en tiempos de crisis y necesidad, hacían incursiones o razzias sobre pueblos vecinos sedentarios, si bien buscaban víveres y pastos para sus ganados más que la conquista de territorios.
En la historia de José se dice que este fue vendido por sus hermanos a una caravana que venía de Galaad con mercadería para Egipto. En unos textos se dice que eran > ismaelitas (Génesis 37:27), que lo llevaron a Egipto, y lo vendieron a Potifar, un ministro del Faraón y capitán de la guardia (39:1); en otros se dice que eran madianitas (Gn. 37:36), aparente contradicción que se explica por el uso intercambiable de los nombres ismaelitas y madianitas en la historia bíblica (cf. (Jue. 8:22, 24, 26). Para Keil y Delitzsch los diferentes nombres dados a los mercaderes procedentes de Galaad muestran que estas tribus eran a menudo conectadas, ya que se parecían mucho, no solamente por compartir una ascendencia común desde Abraham a través de Ismael tenido con > Agar, y de Madián, otro hijo de Abraham, nacido de su concubina > Cetura (Gn. 16:15 y 25:2), sino también por la similitud de su modo de vida seminómada, tanto que los extraños casi no podían distinguirlos, especialmente cuando aparecían, no como tribus, sino como mercaderes árabes, tal como son descritos en el Génesis.
II. MOISES Y LOS MADIANITAS. La relación de Moisés con los madianitas es ambigua y difícil de entender. Cuando huyó de Egipto a la tierra de Madián fue bien acogido por ellos, en especial por la familia de Jetro, que le ofreció casa y matrimonio. Jetro era sacerdote de un culto local (Ex. 3:1; 18:1; Nm 22:4, 7; 25:6; 31:1–20; Jos 13:21; Jue. 6–8), y su hija > Séfora, primera esposa de Moisés, también estaba relacionada con ello, como evidencia el hecho de que interpretara el malestar de Yahvé con Moisés como una transgresión del rito de la > circuncisión (Ex. 4:24–26). El cap. 18 del Éxodo pone de relieve las relaciones amistosas y familiares entre Jetro y Moisés, entre Israel y los madianitas, frente a otros pasajes donde los madianitas aparecen como enemigos del pueblo de Dios. De hecho, es en la tierra de Madián donde Moisés tiene su encuentro con Yahvé.
Después de la salida de Egipto y antes de llegar al Sinaí, Jetro le llevó a Moisés su esposa Séfora y sus dos hijos para reunirlos en el desierto. Y fue allí cuando el sacerdote alabó a Dios por lo que sus ojos veían: «Ahora sé que Yahvé es más grande que todos los dioses, porque ha liberado a su pueblo de las manos de los egipcios» (Ex. 18:11). Tiempo después, ante las dificultades de Moisés por los conflictos cotidianos con la masa del pueblo errante, le sugirió que nombrase jueces. Moisés siguió su consejo y estableció un sistema legal que acompañó la vida de los judíos en la Tierra Prometida (Ex. 18:13–36). Es muy posible que formara parte de la organización madianita desde antes.
Por otra parte, hay una serie de textos que presentan a los madianitas como enemigos irreconciliables de Israel, hasta el punto de que Moisés ordena el exterminio de todos ellos (Nm. 31). Este cambio de actitud parece que se produce a raíz de la alianza de los madianitas con los moabitas. Ambos convencieron a > Balaam a fin de que maldijera a Israel y lograron además seducir a muchos israelitas para caer en la inmoralidad y la idolatría. Mediante el culto de > Baal-peor, con ritos orgiásticos, los participantes incurrieron en la ira divina. Con objeto de salvar del juicio un gran número de gentes, los jefes israelitas culpables fueron ahorcados inmediatamente (Nm. 22:4, 6). El celoso sacerdote > Finés mató de una misma lanzada, por el bajo vientre, a un israelita y a la mujer madianita que había introducido en su tienda (Nm 25:6–9). El nombre del israelita era > Zimri, hijo de Salú, dirigente de una casa paterna de Simeón. El nombre de la mujer madianita era > Cosbi, hija de Zur, jefe de una casa paterna de Madián (Nm 15:14–15).
Moisés organizó una campaña de represalia por orden de Yahvé, con un contingente de mil hombres por cada tribu de Israel, 12.000 en total (Nm. 31:1–54), una verdadera guerra santa contra los madianitas, que ahora se supone se identifican plenamente con los moabitas de Num 25:1, como defensa de la identidad israelita, exigiendo el exterminio de todos los enemigos. En consecuencia, los poblados madianitas fueron arrasados, expoliado su patrimonio, requisado su ganado y muertos todos sus habitantes. Únicamente dejaron con vida 32.000 vírgenes, que serían repartidas entre los vencedores como el resto del botín (675.000 ovejas, 72.000 bueyes y 61.000 asnos). No se trataba de matar solo a los guerreros y a los varones, adultos o niños, sino a todas las mujeres casadas o que hubieran tenido relación con varones, quizá aludiendo en especial a las inscritas en el culto de Baal/Ashera, a las que se tomaba como prostitutas. Puesto que en principio dejaron vivas a las mujeres casadas, esto enfureció a Moisés, que ordenó darles muerte y dejar vivas solo a las niñas y las muchachas vírgenes, porque se suponía que podían ser integradas en Israel (Nm. 31:14–18). Dieron muerte además a sus cinco reyes: Evi, Requem, Zur, Hur y Reba, y al propio Balaam (Nm. 31:8). Se supone que los «cinco reyes» correspondían a las cinco líneas de los respectivos cinco hijos de Madián: Efá, Éfer, Hanoc, Abidá y Eldá (Gn. 31:4).
Que el extermino de los madianitas no fue total se sabe porque en tiempos de Josué aparecen reyes madianitas como aliados o vasallos de > Sehón, rey de los amorreos (Jos. 13:21), que también había sido derrotado por los israelitas bajo Moisés.
III. GEDÓN Y LOS MADIANITAS. En el libro de los Jueces, los madianitas son los dueños y señores del destino y la vida de los israelitas. En aquella época, ni Egipto ni Mesopotamia eran lo bastante fuertes como para dominar el Creciente Fértil. La influencia egipcia en Canaán había disminuido durante el reinado de Tutankamón (1360 a.C.). Asiria surgía poderosa (1250 a.C.), pero ya no interfería en las cuestiones cananeas. Esto permitió a los pueblos de las inmediaciones, al igual que a las ciudades-estado arremeter contra los asentamientos y poblaciones de Israel en Canaán. Moabitas, filisteos, madianitas y amonitas invadieron Palestina y tomaron ventaja de los israelitas, arrebatándoles sus propiedades y cosechas. Una coalición de madianitas, amalecitas e «hijos del Oriente», bajo cuya denominación entraban las tribus semitas del desierto al este del río Jordán (Gn. 29:1; Jue. 7:12; 8:10; Ez. 26:10; Job 1:3), invadieron Canaán como una nube de langostas, apoderándose de las cosechas de los israelitas, que quedaron reducidos a la miseria más dura. Para proteger sus bienes, los israelitas se vieron obligados a excavar cavernas en los montes y aprovechar los espacios naturales de las rocas y las alturas fortificadas. Solo de este modo podían asegurar su cosecha, sus animales y sus bienes. Así fue durante un largo período de tiempo. En consecuencia, Israel se empobreció rápidamente, y el hambre les hizo recordar que solo Yahvé podía salvarles. Al cabo de siete años surgió un libertador, > Gedeón. Al principio, Gedeón temió al ver la multitud de las fuerzas a las que tenía que enfrentarse. Casualmente, en una operación exploratoria, pudo oír cómo los soldados madianitas hablaban entre sí; uno de ellos había tenido un sueño muy significativo: «Rodaba por el campamento de Madián un pan de cebada, que llegó hasta una tienda y chocó contra ella, la derribó y la hizo rodar por tierra, y la tienda quedó por tierra» (Jue. 7:13). Para los antiguos, Dios manifestaba su voluntad o descubría el futuro por medio de > sueños (cf. Gn. 28:10–22; 1 R. 3:5ss). Gedeón captó su significado: La «tienda» era el símbolo de la vida nómada; el «pan de cebada» representaba la vida pobre de los pueblos sedentarios, como eran los israelitas, sometidos a la depredación de los salteadores nómadas. El sueño venía a decir que los israelitas, pueblo sedentario, destruirían al pueblo nómada, los madianitas. Así ocurrió. Gedeón aplastó a los invasores en la batalla de la llanura de Jezreel, dando muerte a sus dos príncipes Oreb y Zeeb, y después a los reyes Zeba y Zalmuna (Jue. 7:23; 8:1–21). El grito de guerra de los israelitas era: «¡Por Yahvé y por Gedeón!», que refleja bien el carácter religioso de la empresa y la confianza de los soldados en ganar «las batallas de Yahvé» (Nm. 21:14; 1 Sam. 18:17; 25:28). El enemigo huyó por la llanura de Betsán a Bet Hassita, en el valle del Jordán, hacia Sartán (Jos. 3:16; 1 R. 4:12). Abel Mehola se halla al sur de Betsán, en el valle del Jordán (1 R. 4:12; 19:16). A partir de entonces el país tuvo cuarenta años de paz (Jue. 6–8; 9:17; Sal. 83:9–12; Is. 9:3; 10:26).
Después de esto, los madianitas no vuelven a aparecer en la historia bíblica, excepto como reminiscencia histórica (Is. 60:6; Hab. 3:7). Es probable que, estando mezclados tempranamente con los ismaelitas, quedaran finalmente absorbidos por los nómadas del norte del desierto de Arabia, designados por el nombre general de árabes. Véase ISMAELITAS, JETRO, MOAB, MONOTEÍSMO.
Bibliografía: R. Albertz, Historia de la religión de Israel en tiempos del AT, vol. I (Trotta 1999); S. Hermann, Historia de Israel, en la época del AT (Sígueme 1979); C. F. Keil y F. Delitzsch, Comentario al texto hebreo del AT, vol. I (CLIE 2008); M. Noth, Historia de Israel (Garriga, Barcelona 1966); R. Sánchez, “Madián”, en EB IV, 1161–1165; S.J. Schultz, Habla el Antiguo Testamento (OP 1976).