CANON DEL NUEVO TESTAMENTO

CANON DEL NUEVO TESTAMENTO
Para el exégeta bíblico, no solo es importante establecer cuál es el texto más original de la Escritura y analizar la historia interna de los diversos libros, sino también trazar los límites de la Palabra escrita, reconociendo por qué hay diferencia entre la → INSPIRACIÓN de los libros canónicos y la de los demás (→ CANON). Aunque para hacer tal estudio es necesario valerse de inferencias en ciertas épocas, cuando el conocimiento de los datos es escaso, los rasgos generales del establecimiento del canon son claramente discernibles.

El Período Apostólico
Jesús y los primeros cristianos no carecían de Escrituras; contaban con el Antiguo Testamento (Mc 12:24) y citaron de las tres divisiones reconocidas por el judaísmo (p. ej., Lc 24:44).
Convencida de la autoridad absoluta de Jesucristo y del Espíritu que Él envió, la Iglesia vio «cristianamente» las antiguas Escrituras; pues al lado del Antiguo Testamento apareció una norma superior. Para Pablo (1 Co 9:9, 13s; 11:23ss; 1 Ts 4:15), un dicho del Señor Jesús decidía tan categóricamente como una cita escritural toda cuestión de doctrina o ética. Desde luego, estas palabras del Señor no eran citas de ningún documento, puesto que los Evangelios aún no se habían escrito.
Al mismo tiempo, se desarrolló una nueva manifestación de autoridad. Pablo, al verse obligado a decidir sobre algún asunto, apeló a su calidad de comisionado por Jesucristo, poseedor del Espíritu divino (1 Co 7:25, 40; Gl 1:1, 7ss), y en esto no difirió de otros doctores apostólicos (Heb 13:18s; 3 Jn 5–10, 12; Ap 1:1–3). Esta autoridad fue viviente, actualizada en el mensaje, y no una garantía de status canónico para sus escritos. Pablo esperaba que sus cartas se leyeran en voz alta en las iglesias (p. ej., 1 Ts 5:26s), lo cual no implicaba que estos escritos (cf. Heb 11:32; 1 P 5:14) se colocaran al mismo nivel del Antiguo Testamento (aun Ap 22:18s no contradice esta regla).
Aunque la interpretación de 2 P 3:16 es discutida, el texto no parece enseñar que a las epístolas paulinas se les atribuye igual valor que a las Escrituras veterotestamentarias. En cuanto a la colección del corpus paulino, es probable que se llevara a cabo ca. 80–85 d.C. en Asia Menor, y que de una vez gozara de gran prestigio. (Misteriosamente este prestigio menguó en el siglo II.) No obstante, a fines del siglo I no existía el concepto de «canon escritural», como si la lista de los libros sagrados estuviera completa. La existencia de 1) una tradición oral y 2) apóstoles, profetas y sus discípulos hacía innecesario tal canon.

Los Padres Apostólicos
A finales del siglo I los primeros autores postapostólicos equiparaban la autoridad de «las Escrituras» (o Antiguo Testamento) y «los dichos del Señor Jesús», o «las palabras de los santos profetas» y «el mandamiento del Señor transmitido por los apóstoles» (1 Clemente 13.1s; 46.2–3, 7–8.). De igual manera, Ignacio de Antioquía nombró «los profetas [del Antiguo Testamento]» como antídoto contra la herejía, pero sobre todo «el evangelio» (Esmirna 7.2). Con todo, no hicieron referencia a ninguna forma escrita de los dichos de Cristo, y aunque en diferentes partes conocían algún Evangelio, no existía ninguna colección completa de → EVANGELIOS.
Hacia 150 d.C., sin embargo, Papías, el autor de 2 Clemente y otros escritores patentizan conocer varios Evangelios, los cuales figuraban, según parece, entre los cuatro incluidos en nuestro canon. Hacia 170, Taciano compuso una narración continua de la vida de Jesús (Diatessaron) en la que utilizó estos cuatro, sin excluir materia apócrifa. Conscientes de la distancia que los separaba de los tiempos apostólicos, los cristianos se dieron cuenta de la necesidad de definir un segundo canon. Al principio (Justino Mártir, ca. 155, propuso leer los «recuerdos de los apóstoles» en los cultos) este canon constaba solo de Evangelios, pero no tardó en formarse un segundo núcleo (escritos apostólicos).

La Influencia de Marción
El semignóstico Marción rompió con la iglesia en Roma (ca. 150); repudiaba el Antiguo Testamento con su «Dios vengador de la justicia» y quería sustituirlo por «el Dios de Jesucristo» y un nuevo canon en dos partes: un Evangelio (Lucas, mutilado) y diez cartas paulinas (se excluyeron las pastorales). Esta acción de un hereje aceleró la formación del canon eclesiástico, ya en marcha. Hacia 160–180 las iglesias corrigieron la lista, añadiéndole los otros tres Evangelios de uso popular, y Hechos y Apocalipsis; así llegaron a trece las cartas paulinas.

De Ireneo a Eusebio
En su Contra las herejías (ca. 185), Ireneo citó como canónicos veintidós escritos del nuestro Nuevo Testamento, más el Pastor de Hermas, pero tenía reservas respecto a Hebreos, 3 Juan, 2 Pedro, Santiago y Judas. Impugna las aparentes revelaciones esotéricas de sus opositores, subrayando la derivación apostólica de las tradiciones eclesiásticas. En África, Tertuliano confirmó casi la misma lista y se empeñó en que se consagrara el canon de los Evangelios aunque no el de las Epístolas; otro tanto hizo al respecto Hipólito de Roma, discípulo de Ireneo.
De Roma procedió también el canon del Fragmento Muratoriano (ca. 195), el cual no se limitaba a una simple enumeración de los libros; traía datos sobre el autor y los destinatarios de los libros incluidos y explicaba por qué se rechazaron otros libros (p. ej., las Epístolas de «Pablo» a los laodiceos y a los alejandrinos). Incluyó, cosa curiosa, la Sabiduría de Salomón y el Apocalipsis de Pedro; este y el Pastor, no obstante, se recomendaban más para la lectura particular que para el culto. De nuestro canon actual solo faltaban Hebreos, 1 y 2 Pedro, Santiago y 3 Juan. El Nuevo Testamento no era todavía una unidad cerrada: en la época de Eusebio (ca. 320) los Padres citaban a veces como Escritura dichos de Jesús no consignados en nuestros Evangelios, Evangelios no canónicos (p. ej., De los hebreos), la Epístola de Bernabé, 1 Clemente, la Didajé, los Hechos de Pablo, el Pastor y el Apocalipsis de Pedro.

La Fijación Del Canon
Con la creciente divulgación de los diferentes escritos, y con más tiempo para conocer a fondo su valor relativo, tanto el ala oriental como la occidental de la cristiandad fijaron el canon que conocemos hoy. En el Oriente, el documento decisivo fue la trigésimo novena Carta pascual de Atanasio (367), con una lista idéntica. Excepcionalmente, las iglesias de habla siríaca siguieron un proceso más lento para llegar al canon actual.

Conclusión
La inclusión en el canon de ciertos documentos solo representó el reconocimiento eclesiástico de una autoridad ya inherente a ellos. En este sentido, la Iglesia no «formó» el canon; lo descubrió. Existieron tres criterios de canonicidad: 1) Atribución a un apóstol. Hubo excepciones. Por ejemplo, Marcos y Lucas se aceptaron como autores íntimamente asociados con los apóstoles. 2) Uso eclesiástico, o sea, reconocido por una iglesia prominente o por una mayoría de iglesias. 3) Conformidad con las normas de la sana doctrina. Sobre esta base había incertidumbre al principio respecto al cuarto Evangelio, pero luego se aceptó; en cambio, el Evangelio de Pedro, a pesar de su atribución apostólica, Serapión de Antioquía lo rechazó como docético.
En el siglo XVI, tanto la iglesia romana como el protestantismo reafirmaron, tras largo debate, su adherencia a la norma tradicional. Hoy ciertos teólogos liberales de ambas comuniones proponen que se establezca un «canon dentro del canon» y que se vuelva a excluir 2 Pedro, Apocalipsis, etc. El evangélico, sin embargo, al mismo tiempo que da más importancia a los criterios 2) y 3) que al 1), abraza el canon antiguo como la expresión escrita del plan de Dios, autoritativa, suficiente y plenamente inspirada.

Bibliografía:
INT, pp. 37–63. IB I, pp. 69–72,77ss. Int. B. I, pp. 319-381s. W. Joest, et al, La interpretación de la Biblia, Herder, Barcelona, 1970, pp. 143–174.

Cánones judíos y cristianos de las Escrituras
Biblia hebrea (BH)
Septuaginta (LXX)
Vulgata (Vlg)
Torá:
Génesis
Éxodo
Levítico
Números
Deuteronomio
Pentateuco:
Génesis
Éxodo
Levítico
Números
Deuronomio
Pentateuco:
Génesis
Éxodo
Levítico
Números
Deuteronomio
Nebiim: Profetas
Anteriores:
Josué
Jueces
Samuel (2)
Reyes (2)
Posteriores:
Isaías
Jeremías
Ezequiel
Los doce:
(Oseas, Joel,
Amós, Abdías,
Jonás, Miqueas
Nahúm, Habacuc,
Sofonías, Hageo
Zacarías, Malaquías)
Libros históricos:
Josué
Jueces
Rut
Monarquía:
Samuel (2)
Reyes (2)
Paralipómenos (2)
Crónicas (2)
Esdras (4)
**I,\IV Esdras
II Esdras (=Esdras)
III Esdras (=Nehemías)
*Ester (con adiciones griegas)
*Judit
*Tobías
Macabeos (4)
*Macabeos (2)
III, IV Macabeos
Libros históricos:
Josué
Jueces
Rut
Samuel (2)
Reyes (2)
Crónicas (2)
Esdras
Nehemías
Tobías
Judit
Ester
Macabeos (2)
Quetubim:
Escritos:
Salmos
Job
Proverbios
Rut
Cantar de los cantares
Qohelet (Eclesiastés)
Lamentaciones
Ester
Daniel 1–12
Esdras-Nehemías
Crónicas (2)
Libros poéticos:
Salmos
**Odas
Proverbios
Eclesiastés
(=Qohelet)
Cantar de los cantares
Job
*Sabiduría de Salomón
*Sabiduría de Jesús
ben Sira (=Siracida)
**Salmos de Salomón
Libros poéticos:
Job
Salmos
Proverbios
Eclesiastés (=Qohelet)
Cantar de los cantares
Sabiduría
Eclesiástico (=Siracida)
*Deuterocanónicos
o Apócrifos
**Seudoepigráficos
Libros proféticos:
Los doce:
(=Oseas, Amós,
Miqueas…)
Isaías
Jeremías
*Baruc 1–5
Lamentaciones
Carta de Jeremías (=Baruc 6)
Ezequiel
*Susana (=Daniel 13)
Daniel 1–12
*Bel y el Dragón (=Daniel 14)
Libros proféticos:
Isaías
Jeremías
Lamentaciones
Baruc 1–6
Ezequiel
Daniel 1–14
Los doce:
(Oseas, Joel,
Amós, etc.)