MEDIA, MEDOS

Palabra heb. de origen indio, 4074 Maday, מָדַי, «Media»; gr. Madoí, Μαδοί (Gn. 10:2); Madaím, Μαδαΐμ (1 Cro. 1:5); Medoi, Μήδοι (Est. 1:3; 10:2; Is. 21:2; Dan. 8:20); 4075 maday, מָדַי, «medo»; gr. Medos, Μῆδος; ar. madayá, מָדיַא = «el medo»; Sept. ho Medos, ὁ Μῆδος: «Darío hijo de Asuero, del linaje de los medos» (Dan. 9:1).
1. Geografía e historia.
2. Religión.
3. Los medos en la historia bíblica.
I. GEOGRAFÍA E HISTORIA. Región del noroeste del Irán, al este de los montes Zagros, al sur del mar Caspio, al oeste del país de los partos, y al norte de Elam. Tenía poco más de 1.000 km. de longitud por unos 400 de anchura. Cuando el imperio estuvo en su apogeo, sobrepasó estos límites, sobre todo al noroeste.
La mayor parte de la Media propiamente dicha estaba constituida por una meseta de unos 900 m. de altura. El resto del país consistía en siete cadenas montañosas paralelas orientadas de noroeste a sureste, separadas por fértiles y bien regados valles. La región, cuyos caballos eran de gran renombre, poseía excelentes pastos. Los habitantes autóctonos fueron derrotados por un pueblo de origen indoeuropeo, los madai de Gn. 10:2.
Hacia el siglo IX a.C. se perfilan dos grupos en la meseta irania, los medos y los persas. De los dos, los medos eran el grupo más extenso y, desde el punto de vista asirio, el más importante. Gracias a fuentes mesopotámicas se sabe que se ubicaban al sur del lago Zerihor y sureste del lago Urmia, a partir de mediado el siglo IX a.C. Aparecen en la documentación contemporánea del asirio Salmanasar III hacia 836–835 y Parsua un poco antes, en torno a 843 a.C., lo que indica que el camino de los persas no fue el mismo de los medos. En cualquier caso, ya se constatan los términos Mada (parte central del Zagros) y Parsua (Kurdistán persa). Este último no debe confundirse con la Parsuash o Parsumash de los textos acadios, localizada en los límites de Elam. Se podría identificar con Persis, denominación griega de Parsa (Fars actual), donde surgiría la dinastía Aqueménida. Existen tres regiones con denominación parecida, lo que dificulta la localización de los persas: el Kurdistán persa (los textos mesopotámicos sitúan aquí Parsua entre los siglos IX y VIII a.C.); los Zagros, hacia el Elam, pero no en Anshán; y Parsuash-Persis (desde el siglo VII a.C., momento en que los reyes elamitas ya no emplean el título de reyes de Anshán). Esto puede sugerir que la llegada de los persas a Irán occidental se produjo en grupos fragmentados, penetrando desde diversos lugares: el Cáucaso y el Turquestán. Se asentarían en grupos subdivididos en regiones distintas, aunque los establecidos en Anshán, rebautizado como Parsuash, serían los que llevarían el peso de la historia del país. Otro grupo de iranios occidentales se asienta en torno a las puertas Caspias, los partos, que serán los partícipes del resurgimiento de la cultura irania tras el fin aqueménida y el paréntesis seléucida.
La población meda más antigua es Tepe Sialk, fortaleza previamente elamita y luego ocupada por los iranios. La necrópolis del yacimiento muestra una relevante división social, lo que nos hace suponer que durante su proceso migratorio los medos ya tenían una avanzada estratificación. Toda la región meda se llenará de fortalezas (según muestran los anales asirios y los relieves). Esto supone que el hábitat sería el conformado por la fortaleza en torno a la cual se extendía una aldea. Cada unidad así conformada sería política y económicamente autónoma (fabricación de armas, objetos suntuarios, agricultura) y controladora de un espacio geográfico concreto. Ocurre un proceso de mestizaje, pero también de iranización, lo que provoca que hacia fines del siglo VI a.C. ya no haya vestigios de población pre-irania. Se sabe por las fuentes asirias (las campañas en el corazón de Irán de Tiglat-Pileser III, 744–727 a.C.), que existían principados independientes, obedientes a un jefe local, instalado en un palacio en el interior de la fortaleza. Las disputas entre príncipes medos debieron ser continuas, si bien parece que hacia fines del siglo VIII a.C. dispondrían de una suerte de capital, Zakruti, a pesar de que los asirios mencionan más de 45 príncipes medos. La primera confederación meda pudo ser creada por iniciativa de Deioces (709–656 a.C.), promocionada por pactos internacionales, aunque será Fraortes el que la culmine. En último caso, durante el siglo VII a.C. las formas políticas son absorbidas en una estructura estatal, de modo que los príncipes serán la base constitutiva de la corte de Ecbatana, una especie de aristocracia que se opondrá habitualmente a la realeza. Es muy probable que el término Imperio medo sea, desde Ciaxares, inadecuado: es más factible, e históricamente correcto, hablar de “reino” con presencia, a su vez, de reinos vasallos del poder central en Ecbatana.
La unificación bajo un caudillo (Deioces) se produce por la presión militar asiria y de reinos como Urartu y Man. Salmanasar III invadió Media hacia el año 836–835 a.C., llegando a Ecbatana (actual Hamadan). Siguieron las invasiones asirias con Shamshid-adad (825–812) y Adad Nirari III (812–782), que dirigió expediciones contra Media (801 a 787). El año 737, Tiglat-pileser III invadió y se anexionó ciertos distritos del país. Cuando Sargón se apoderó de la ciudad de Samaria, en el año 722 a.C., deportó a los israelitas y los estableció en ciudades de Media (2 R. 17:6; 18:11). Hacia el año 710, Sargón sometió totalmente a los medos. Les impuso un tributo de caballos, que dieron fama a su país. Senaquerib se vanagloriaba también de recibir tributo de Media. Esar-hadón estableció gobernadores en Media. Hasta entonces, los medos no parecen formar una nación unificada por un poder real (frente a las afirmaciones de Heródoto, Hist. 1, 96 ss).
La monarquía era, al principio, electiva, lo que encaja con un tipo de organización confederal del estado. El núcleo central de la confederación meda se ubicó en Ecbatana, lugar del palacio real. La presencia cimeria y escita, pueblos que llegaron a controlar el reino, frenó la estatalización de Media, luego recuperada por Fraortes (674–653 a.C.). Este debió ser, en realidad, el verdadero artífice del estado medo, logrando la anexión de todos los medos, incorporando a los persas y dominando Urartu. A su muerte, los escitas invaden el territorio y controlan la zona casi treinta años. Será con su hijo Ciaxares (652–612 a.C.), a fines del siglo VI a.C., cuando se reemprenda la expansión, ahora convertida en conquista sistemática, lo que incluirá la otrora poderosa Asiria: los medos invaden Asiria en 614 a.C. y, al lado del babilonio Nabopolasar, saquean Nínive dos años después. La expansión prosigue hacia Anatolia, donde Ciaxares se topa con los lidios, que conformaban un rico reino comercial, y con los que mantuvo una serie de acuerdos. El enlace matrimonial de Nabucodonosor, hijo de Nabopolasar, con Amitus (Amuhea, Amuhia), hija de Ciaxares, contribuyó a fortalecer la alianza entre Babilonia y Media, dando solidez a ambas monarquías.
A Ciaxares lo sucede su hijo Astiages (612–585 a.C.), con el que termina el reino medo independiente, que desde ese instante entra en la historia persa. Astiages, según Heródoto, fue un gobernante cruel (Hist. 1, 127, 130). En el año 550, los persas establecidos al sur y al sureste de Media se rebelaron al mando de Ciro, su nieto. Tras varias batallas, los nobles medos se cambiaron de bando uniéndose a las tropas de Ciro, quien vino a ser rey de Media y de Persia. Ambos pueblos se fundieron en una sola nación. El año 330 a.C., Media vino a formar parte del imperio de Alejandro. Después de la muerte de este soberano, quedó unida a Siria (1 Mac. 6:56), y más tarde incorporada al Imperio de los partos.
II. RELIGIÓN. Pese a que existen aún muchas lagunas acerca de su origen, la religión de los medos fue, como la de los persas, el zoroastrismo, basada en las enseñanzas de Zaratustra o Zoroastro, un profeta que vivió probablemente entre finales del siglo VII y principios del VI a.C. Lo poco que sabemos de él procede de los gathas del Yasna, uno de los libros del Avesta. Zoroastro predicó un monoteísmo ético dualista, abiertamente opuesto al politeísmo previo, y una especie de parcial recuperación del politeísmo a través de procesos sincréticos, elaborados teoréticamente por el clero (los sacerdotes avésticos y los magos medos), por necesidades de política imperial. La deidad a la que adoraban era representada por el fuego, cuya identidad, a falta de pruebas pictóricas —estaba rigurosamente prohibido representar la imagen del dios—, se asocia al nombre de Ahura Mazda u Ormuz («el Señor Sabio»), acompañado de los seis espíritus de la verdad, la justicia, el orden, la docilidad, la vitalidad y la inmortalidad. Era una religión dualista, pues a este dios de la justicia y la verdad se le oponía un espíritu del mal, llamado Ahrimán. Los hombres son libres de elegir entre el bien y el mal; existe un imperativo moral para conducirse de forma justa, de modo que las fuerzas superiores de Ahura Mazda acaban por imponerse siempre. La creencia en la vida después de la muerte traduce esta confianza en el triunfo de las fuerzas del bien.
La expansión del mazdeísmo entre los persas hizo que se convirtiera en religión oficial bajo la dinastía Sasánida, después del período helenístico, en el cual había retrocedido frente a la influencia cultural griega. Ante la islamización del Irán, algunos mazdeístas se refugiaron en la isla de Ormuz (golfo Pérsico) y en la India (los parsis), donde perviven ciertas comunidades (además de las que han sobrevivido en el propio Irán).
III. LOS MEDOS EN LA HISTORIA BÍBLICA. El AT menciona a los medos entre los pueblos descendientes de Madai (Gn. 10:2), hijo de Jafet. Se predice que los conquistadores de Babilonia vendrán de Elam y de Media (Is. 21:2, 9), y así se consigna (Is. 13:17, 18; cf. Jer. 51:11, 28). De acuerdo con Dan. 5:30–31, Darío de Media tomó el reino de Babilonia siendo de sesenta y dos años, después que Belsasar fuese muerto con ocasión del juicio pronunciado por la escritura misteriosa en la pared del palacio. Ningún documento histórico tiene datos acerca de un «Darío de Media» que gobernara en torno al 539 a.C. Es evidente que este Darío no es Darío I (522–486 a.C.), que fue emperador después de la muerte de Ciro II. La historia señala que cuando los medos y persas pusieron fin al dominio de Babilonia en el año 539 a.C., el emperador babilónico Nabónido dejó su lugar al gran conquistador Ciro II. Lo que al parecer hace el libro de Daniel es referirse a los personajes que ejercían el gobierno directamente sobre la ciudad de Babilonia en representación del emperador. En el caso de Belsasar, el hijo mayor de Nabónido, hay documentos históricos que registran que el emperador se había retirado a la ciudad de Tema, en Arabia, y había dejado el gobierno de la ciudad de Babilonia en manos de su hijo Belsasar. Es posible que en el caso de Darío de Media haya ocurrido algo semejante, es decir, que al tomar Ciro el control del imperio, designase a «Darío el medo» (Dan. 11:1) en un primer momento como gobernador de Babilonia en representación suya.
El Imperio medopersa es el segundo reino de la visión de Daniel 2:39, el oso de Dn. 7:5 y el carnero de dos cuernos de Dn. 8:3–20. En esta última referencia, uno de los cuernos era más alto que el otro y el más alto creció después (Dn. 8:3); esto significa que en primer lugar se iba a manifestar el poder de los medos, seguido pronto por la potencia persa. Véase AQUEMÉNIDA, ASIRIA, BABILONIA, CIRO, DANIEL, ELAM, PERSIA.