Libación

Heb. 5262 nésekh, נֶסֶךְ, o nasikh, נָסִיךְ, asirio nasaku, del verbo 5258 nasakh, נסך = «derramar, verter, libar»; gr. sustantivo spondé, σπονδή, verbo 4689 spendo, σπένδω, «derramar», que hace referencia al vino puro, no mezclado, gr. énspondos, ἔνσπονδος, lat. merum. En tiempos primitivos se mencionan libaciones mezcladas con aceite: «Jacob erigió una piedra en el lugar donde Dios había hablado con él, una piedra memorial. Sobre ella derramó una libación, y echó sobre ella aceite» (Gn. 28:18; 35:14). Las libaciones se derramaban sobre la víctima del sacrificio una vez muerta; sus diversas partes eran colocadas sobre el altar y consumidas por el fuego (Lv. 6:20; 8:25, 26; 9:4; 16:12, 20).
Una clase de libación según el ritual levítico consistía en la libación de vino (Nm. 15:5; Os. 9:4), que tenía que ser de primera calidad según la Mishnah (Menach. 8, 6ss.). Josefo dice que era derramada alrededor del altar (Ant. 3, 9, 4). La ofrenda de vino iba gral. acompañada de comida (Nm. 6:15, 17; 2 R. 16:13; Jl. 1:9, 13; 2:14). En tiempos del > Tabernáculo, una parte de la libación se derramaba sobre el fuego (o altar de fuego, como dice Josefo (perí ton bomón, περὶ τὸν βωμόν; comp. Ex. 30:9) y con el resto se rociaba el altar en derredor; posteriormente, toda la ofrenda se derramaba al pie del altar (Eclo. 50:5). En el Templo de Herodes se derramaba en uno de los dos canales de encima del altar, y junto con la sangre de los sacrificios corria hacia el torrente de Cedrón (Mishnah, Eyadoth 6, 1).
Antes de la deportación, los israelitas solían ofrecer bebidas a las deidades extranjeras (Is. 57:6; 65:11; Jer. 7:18; 19:13; 44:17; Ez. 20:28). Libaciones de agua a Yahvé aparecen en casos individuales antes del exilio (2 Sam. 23:16; 1 Sam. 7:6). Elías derramó agua sobre al altar solo para resaltar el carácter milagroso de su sacrificio en contraste con el de sus opositores paganos (1 R. 18:34 ss.).
Las libaciones son comunes en todas las religiones. Griegos y romanos ofrecían libaciones con los sacrificios, las cuales eran derramadas sobre la cabeza de la víctima antes de morir (Virgilio, Eneida, 2, 130, 131; cf. Plinio, Hist. 14, 14; Homero, Ilíada, 1, 463; 10, 579; Odisea, 12, 362). Las libaciones siempre iban acompañadas de un sacrificio que se ofrecía para concluir un trato con una nación extranjera, pero también se ofrecían de modo independiente, sin necesidad de sacrificios previos, como en las oraciones solemnes y en muchas otras ocasiones de la vida pública y privada, p.ej., antes de beber en la comida.
El uso del verbo nasakh en el Sal. 2:6 es digno de notarse: «He derramado mi rey sobre mi santo monte de Sion». En Prov. 8:23 se utiliza la misma imagen para referirse a la sabiduría como «derramada desde la eternidad», traducido «eternamente tuve el principado» (RV).
En el NT, San Pablo recurre con frecuencia a la imaginería sacrificial de su época. P. ej., se describe a sí mismo como una víctima pronta a ser sacrificada: «Ya estoy a punto de ser ofrecido en sacrificio, y el tiempo de mi partida ha llegado» (2 Tim. 4:6). Ante los filipenses se representa como la «libación» que es derramado sobre el sacrificio de la fe de los creyentes: «Aunque haya de ser derramado como libación [spéndomai, σπένδομαι] sobre el sacrificio y servicio de vuestra fe [epí te thysía kaí leiturgía, ἐπὶ τῇ θυσίᾳ καὶ λειτουργίᾳ], me gozo y me regocijo con todos vosotros» (Flp. 2:17). Véase OFRENDA, SACRIFICIO.