Siete

Número de alto sentido simbólico. El siete había adquirido significación sagrada en Babilonia en la más remota antigüedad. Descuella en la Biblia por ser la suma de 3 y 4, y simboliza «lo completo» por excelencia en las esferas divinas, humanas y aun satánicas. Se observa el carácter sagrado del siete en el ritual por el número de altares que tuvo que levantar Balac (Nm 23:1, 14, etc.) y en la religión israelita por ser muy repetido en el número de víctimas, el número de veces que la sangre había de ser esparcida, etc., señalando la «expiación perfecta» en el día grande del calendario religioso (Lv 16:19; cf. 4:16; 14:7; Nm 28:11, etc.). Naamán tuvo que zambullirse siete veces para ser limpio (2 R 5:10).
El siete representa períodos significativos de «tiempo completo», como la semana, que termina con el sábado, y el año sabático (Éx 20:10; Lv 25:2–6). El jubileo caía después de cumplirse siete «semanas» de años (Lv 25:8) y el Día de Expiación se celebraba en el mes séptimo (Lv 16:29). Los períodos de abundancia y de hambre en Egipto fueron de siete años (Gn 41:26–31). En otros contextos de vida familiar, de oración, etc., sobresale el concepto de «lo completo» (Rt 4:15; Jos 6:4; 1 R 18:43; Sal 119:164).
Sobre todo, en el simbolismo del Apocalipsis se emplea el siete para representar grupos homogéneos o sucesiones completas de acontecimientos (Ap 1:4, 13, 16; 4:5; 5:1; 12:3; 13:1), y se usó mucho en la apocalíptica extracanónica.
La influencia del siete se ve también en construcciones literarias, como las siete abominaciones de Pr 26:25; las siete parábolas de Mt 13, los siete «ayes» sobre los fariseos de Mt 23, y en varias agrupaciones de temas en las epístolas (→ Números).