MOAB, País

El Moab bíblico fue una nación situada al este del Jordán, que limitaba con la parte centro-sur de Canaán, habitada, según parece, por descendientes semitas que se asentaron en el territorio desde 1400–600 a.C., conocidos genéricamente como > moabitas.
1. Geografía.
2. Historia.
3. Religión.
I. GEOGRAFÍA. Los límites de Moab pueden establecerse con bastante precisión, ya que los delimitan elementos que constituyen en sí mismos barreras geográficas muy precisas. Por el oeste estaba el mar Muerto y la parte baja del Jordán. Hacia el oriente, la meseta de las tierras fértiles del territorio terminaba en el desierto, en donde se alzaban algunas fortalezas de protección que delimitaban la extensión del reino. Por el norte, el profundo cañón del río Arnón establecía la frontera con los reinos limítrofes. Al sur, el cañón del arroyo Zered servía de frontera con el territorio de > Edom. La necesidad de buscar tierras de pasto fuera de sus fronteras naturales, llevó a Moab a emprender acciones de conquista, haciendo fluctuar en ocasiones los límites del norte hasta alcanzar el wadi Minrín a la altura de Jericó. Sin embargo, en el momento de mayor extensión territorial del reino moabita, sus límites no superaron los 100 km. de largo por 50 km. de ancho.
La mayor parte del territorio lo forma un altiplano con algunas ondulaciones suaves y con una altitud media de 900 m. que se eleva tanto hacia el norte como hacia el sur. Por la parte oeste, el altiplano desciende bruscamente hacia el mar Muerto. Por el contrario, hacia el este apenas se nota el descenso que termina en el desierto. Varios valles de límites muy escarpados aparecen en distintos puntos del altiplano en dirección hacia el mar Muerto. De todos ellos, el más importante y espectacular es la garganta del > Arnón, que alcanza alturas de 200 m. y llega, en algunos lugares, a una anchura de 4 km. medidos entre los bordes superiores de la garganta. El suelo del altiplano es fértil, especialmente en la parte norte, donde recibe lluvias anuales de 40 a 50 cms. La tierra es de color rojizo y su fertilidad disminuye a medida que el altiplano se aproxima al desierto. Aunque la lluvia en la región es limitada, permite obtener cosechas de trigo y cebada. Sin embargo, en veranos secos y calurosos, el territorio solo es apto para el pastoreo de rebaños de cabras y ovejas, que han estado ligados a la historia de Moab como una de sus principales riquezas.
Una llanura totalmente diferente del altiplano está situada en la península de Lisán, en la parte suroriental del mar Muerto, con muy poca elevación sobre el nivel de sus aguas y a unos 400 m. bajo el nivel de Mediterráneo. Debido a la depresión en que se encuentra, es una región extremadamente calurosa y prácticamente sin precipitación alguna. Otra llanura de características semejantes es la conocida como la «llanura de Moab», que va desde el norte del mar Muerto hasta el wadi Minrín, y desde el Jordán hasta la frontera oriental. Sin embargo, ambas llanuras son atravesadas por pequeños regatos de agua que permiten algunos cultivos de regadío. En los llanos de Moab fue el lugar donde Israel estuvo acampado antes de iniciar el cruce del Jordán para entrar en Canaán.
Debido a su situación geográfica, la principal vía de comunicaciones fue la que seguía de norte a sur a través del altiplano. Esta arteria aparece ya en la Edad del Bronce, persiste en la del Hierro y se consolida durante la dominación romana, conocida como el «camino de Trajano». En la actualidad, una vía moderna sigue la misma orientación y sustituye a las antiguas rutas. Las principales ciudades se situaron a ambos lados de este camino. La capital de Moab, > Kir Haroseth, (actualmente Kerak), así como sus defensas principales, estaban situadas dominando las alturas entre el Arnón y el Zered. Otras ciudades importantes en la historia moabita, como > Medeba, Dibón y > Hesbón, que constituían las mayores concentraciones humanas, estaban situadas en el altiplano.
II. HISTORIA. En su prehistoria, Moab fue habitado por un pueblo de gran estatura, conocido en la Biblia como > Refaím (Gn. 14:5; 15:20). El rey de Moab llamado > Og, derrotado por Israel en tiempos de Moisés, pertenecía a esta raza de gigantes, y su cama era de nueve codos de largo por cuatro de ancho (Dt. 3:11). Restos de construcciones y tumbas megalíticas encontradas en la zona coinciden con el relato bíblico. Enormes dólmenes y menhires se encuentran todavía en cantidades significativas en el territorio de Moab.
Los primeros asentamientos aparecen en el altiplano y tuvieron lugar a comienzos del tercer mileno a.C. Las ciudades moabitas se caracterizan por tener fuertes defensas de muros sólidos alrededor. Los asentamientos de población se situaron en zonas estratégicas de difícil acceso y con buenas conducciones de agua. Estas poblaciones y sus fortalezas protegían la ruta que discurría de norte a sur del territorio, así como las tierras altas de Transjordania. Posiblemente, esta vía de comunicaciones permitió el acceso al territorio moabita de los reyes mesopotámicos que se detalla en Génesis 14:5. Las excavaciones ponen de manifiesto la presencia de poblaciones asentadas en Moab durante el período del Bronce Inferior (2000 a.C.), de cuyo tiempo se datan dos estelas, la de Bluôah y la de Shihán.
A final del Bronce Inferior, concluyendo el tercer milenio a.C., varias poblaciones próximas al Jordán y a ambos lados de este, sufrieron daños a causa de incursiones de pueblos seminómadas que se introdujeron en la región. A consecuencia de esto, se detectan destrucciones masivas que pusieron fin a la cultura moabita de la Edad del Bronce Inferior. A principios del segundo milenio a.C., se restauran los asentamientos de población en el área del Jordán, especialmente en el sector occidental; sin embargo, hasta bien entrado el mileno (1900–1300 a.C.) no aparecen asentamientos en el resto del territorio de Moab, siendo la población del altiplano eminentemente nómada. La procedencia de estos nómadas que se van convirtiendo en sedentarios a medida que transcurre el tiempo, debía ser amorrea semítica, como se aprecia en algunos nombres que aparecen en registros de la época. Probablemente, los nómadas procedentes del noroeste se movieron a lo largo de las primeras centurias por las llanuras de Moab. El nombre genérico de amorreos debía designar a diversos grupos étnicos semejantes y procedentes de las zonas de Siria y del norte de Mesopotamia, ascendientes de los moabitas y de los hebreos. La evidencia bíblica en este sentido aparece en la profecía de Balaam, donde se coloca a Moab en paralelo con los hijos de Set (Nm. 24:17). Todos estos pueblos pudieran ser las tribus nómadas de origen semita llamadas sutu en textos mesopotámicos y egipcios del segundo milenio a.C. El AT los menciona con el término «moabitas», indicando que son descendientes de Moab, hijo de la hija mayor de Lot, concebido incestuosamente de su padre (Gn. 19:30–38).
Generalmente, el territorio es el que da nombre al pueblo que lo habita. En el caso de los moabitas, probablemente ocurre a la inversa, es decir, se denominó Moab al territorio ocupado por ellos y que llegó a ser su patria.
Ya que procedían de Lot, sobrino de Abraham, debe considerarse a los moabitas como una rama semítica del mismo tronco que los israelitas, tanto en idioma como en costumbres. Así se manifiesta en el escrito de la llamada Piedra de Moab, en donde aparece el moabita como un idioma semítico del noroeste de Palestina y que era prácticamente idéntico al hebreo.
El territorio de Moab se pobló al hacerse sedentarias varias tribus nómadas, que se habían establecido en el sur de Transjordania, levantando lugares permanentes de habitación. Solo se puede hablar de Moab como nación asentada en un territorio a partir del s. XIII a.C., como parecen poner de manifiesto las excavaciones de Dhiban. La primera mención de Moab aparece en los escritos egipcios de Ramsés II, en el s. XIII. Moab como nación precedía a Israel en tanto que pueblo establecido y asentado. Los israelitas tenían que pasar por su territorio en su marcha hacia Canaán, en tiempos de Moisés.
Antes de la acción israelita contra Moab, el territorio del norte hasta el Arnón había sido conquistado por > Sehón, rey amorreo de Hesbón, que incorporó a su reino toda aquella zona. La Biblia hace referencia a ese hecho histórico (Nm. 21:26–30). Por tal motivo, la red de fortalezas establecidas por Moab, que hubieran sido —humanamente hablando— demasiado poderosas como para ser tomadas por Israel, se hallaban muy debilitadas debido a la situación geopolítica de la región. Dios mismo se lo había advertido a Moisés (Dt. 2:9). La acción militar israelita contra Sehón permitió a Israel distribuir el territorio de Transjordania entre las tribus de Rubén y Gad (Nm. 32:2–5, 34–38), que se instalaron allí y renombraron algunas de las ciudades que habían sido antes moabitas. Israel estuvo acampado en las llanuras de Moab, al oriente del Jordán frente a Jericó, tras haberlas ocupado (Nm. 22:1 ss.). Fue en esa ocasión cuando > Balac, el rey moabita, procuró que Balaam maldijese a Israel (Nm. 22). La estancia de Israel en las llanuras de Moab propició la seducción moral de muchos hebreos por las mujeres moabitas, cayendo en los pecados de fornicación e idolatría (Nm. 25:1–9). Tales referencias a Moab confirman que la acción militar de conquista de Sehón sobre el norte del territorio no eliminó la presencia moabita de lo que había sido su antiguo hábitat.
Tendrían que pasar los años de la conquista de Josué y el asentamiento del pueblo de Israel para que se produjera una nueva situación de dominio territorial de los moabitas en los espacios ocupados por las tribus de Israel en Transjordania, que habían sido antes suyos, cruzando el Jordán para sojuzgar territorios cananeos y llegando hasta Jericó, durante el reinado de > Eglón (Jue. 3:12–14). Esta opresión moabita concluyó con la acción de > Aod, que dio muerte al rey invasor, y abrió la puerta para la expulsión del territorio de las fuerzas ocupantes (Jue. 3:12–30). Sin embargo, los asentamientos moabitas restablecidos en Transjordania trajeron como consecuencia la práctica absorción de la tribu de Rubén. Las relaciones entre Israel y Moab no fueron tan tensas como con otros pueblos, según se desprende del estudio del libro de Rut.
La monarquía hebrea, durante el reinado de David, redujo a los moabitas a la condición de vasallos de Israel (2 Sam. 8:2; 1 Cro. 18:2, 11). La situación se mantuvo durante el reinado de Salomón, figurando mujeres moabitas en el harén real y levantando un altar al dios moabita Quemos en las cercanías del Templo de Yahvé en Jerusalén (1 R. 11:1–7). Después de la división del reino, posterior a la muerte de Salomón, Moab recobró su independencia. Sin embargo, con la ascensión de Omri (876 a. C.) al trono del reino del norte, Moab fue reducido nuevamente a la condición de vasallo de Israel, pagando un fuerte tributo anual de ovejas y lana (2 R. 3:4). La Piedra o Estela de Moab complementa la historia bíblica ofreciendo un nuevo resurgir de Moab frente a Israel durante el reinado de Mesa. La acción bélica, que incluyó el sacrificio del hijo del rey y heredero al trono sobre el muro de la ciudad (2 R. 3:24–27), determinó la retirada israelita de los territorios de Moab. Este resurgir y declinar moabita se corresponde con la situación de Israel. La invasión asiria de la región norte de Israel y de Siria, en días de Tiglatpileser III (738 a.C.), puso a Moab bajo vasallaje asirio. La situación debió extenderse durante más de un siglo, ya que aparecen reyes moabitas en las referencias asirias de reyes vasallos, tanto en las relaciones de Senaquerib, como en las de EsarHaddón y Asurbanipal. Las tribus árabes del desierto, aprovechando las circunstancias de guerra civil en Asiria durante el reinado de Asurbanipal (650 a. C.), invadieron y destruyeron los asentamientos de Moab y otros muchos del territorio de Transjordania, situación que condujo a la desaparición de Moab como estado autónomo.
El Imperio babilónico estableció su autoridad sobre la porción de territorio de Siria y Palestina norte. Nínive, la capital de Asiria, cayó en manos babilónicas en 612 a.C. Siete años después, Babilonia sojuzgaba todos los territorios que habían pertenecido a Asiria en la zona siro-palestina. Los reinos del entorno, entre los que se encontraban Judá y Moab, se sometieron voluntariamente al vasallaje. La insurrección de Judá, ocurrida unos tres años más tarde, fue represaliada por los babilonios mediante la utilización de moabitas y otros pueblos que les eran leales (2 R. 24:2). La enemistad generada por años de ocupación israelita de su territorio, convirtió a Moab en uno de los enemigos más activos de Judá, lo que quedaba del reino de Israel. Los profetas hablaron contra Moab, en el nombre del Señor, anunciando su destrucción (cf. Is. 15, 16; Jer. 48; Ez. 25:8–11; Sof. 2:8–11). Moab, junto con Edom, Tiro, Sidón y Judá, procuró una coalición que sirviera de base para levantarse contra Babilonia. Jeremías el profeta habló a los embajadores que esos pueblos enviaban a Joacim, el hijo de Josías, rey de Judá, comunicándoles en nombre del Señor lo estéril de aquel intento (Jer. 27:1–11). Esta situación condujo a la rebelión de Judá contra los babilonios, que trajo como resultado la destrucción de Jerusalén y la deportación de una gran parte del pueblo a Babilonia (587 a. C.).
La destrucción de Moab se produjo años después (582 a.C.), según referencia histórica de Josefo (Ant. 5, 9, 7), a manos de > Nabuzaradán, coincidiendo con la deportación del tercer grupo de cautivos de Judá (Jer. 52:30). La arqueología confirma el relato histórico de Josefo. Moab dejó de existir como nación en el s. VI a.C. El territorio moabita dejó de ser lugar de asentamiento de la nación para volver a ser tierra de nómadas.
III. RELIGIÓN. Las excavaciones y otras bases históricas permiten considerar la religión de Moab como parte de las religiones de los pueblos de Canaán. La adoración a Baal estaba asentada, como evidencian algunos topónimos moabitas, tales como Bamot-baal (Nm. 22:41; Jos. 13:17), Bet-baal-meón (Jos. 13:17) y Bet-baal-peor (Jos. 13:20). La Biblia menciona también sacrificios rituales a los distintos baales, según las manifestaciones locales del dios (Nm. 22:40; 23:2; 25:2). Junto con ello se llevaban a cabo orgías sexuales que acompañaban a la adoración de Baal, como ocurrió en la fiesta de Baal-peor (Nm. 25:3–6; 31:16; Jos. 22:17). Las excavaciones desenterraron figurines de fertilidad moabitas que representaban a la diosa > Astarté, lo que indica la relación existente entre las prácticas religiosas de Moab y las de los pueblos cananeos. El dios nacional moabita parece haber sido > Quemos, considerado como el señor de la guerra, pero que tenía poder absoluto sobre todas las cosas. La inscripción de la Estela de Moab lo presenta con rasgos morales semejantes a los de Yahvé, trayendo el bien o el mal sobre su pueblo, según fuese obediente o desobediente a su voluntad. Como dios de la guerra, conquistaba pueblos y permitía la esclavitud de Moab en caso de desobediencia. Su autoridad estaba representada por el rey, que ejercía funciones sacerdotales. Quemos era propiciado por medio de sacrificios, incluso humanos (2 R. 3:26–27). Era adorado en los > lugares altos, y se supone que tenía un templo en Dibón. Para Israel, Quemos era una abominación (1 R. 11:7; 2 R. 23:13). Véase MESA, Estela, MOABITAS.