NEHEMÍAS

Heb. 5166 Nejemeyah, נְחֶמְיָה = «Yahvé ha consolado»; Sept. Neemías, Νεεμίας v. Neemía, Νεεμία; Josefo Neemías, Νεεμίας (Ant. 11:5, 6). Nombre de tres perso-najes del AT.
1. Uno de los príncipes apresados por Nabucodonosor, que vivió lo suficiente para regresar de Babilonia con Zorobabel (Esd. 2:2; Neh. 7:7).
2. Hijo de Azbuc y gobernador de medio distrito de Bet-sur. Colaboró en la restauración de las murallas de Jerusalén (Neh. 3:16).
3. Judío de la cautividad, hijo de Hacalías y protagonsita del libro que lleva su nombre (Neh. 1:1). Algunos piensan que era de ascendencia sacerdotal, pero es evidente que se presenta como «príncipe del pueblo» y no como sacerdote (Neh. 9:38). Otros piensan que debido al alto cargo que ocupó en la corte persa y la importante comisión que recibió, debía ser, como > Zorobabel, del linaje de David. Como copero de > Artajerjes II Longímano (465–424 a.C.) en la corte de Susa, era el encargado de las bebidas que se le ofrecían al monarca. Aprovechándose del interés del soberano por su estado de ánimo, confesó su tristeza por la situación ruinosa de la ciudad de sus padres y pidió permiso para ir a reconstruir las murallas de la vieja Jeusalén. El rey se lo permitió y le concedió una escolta de jinetes y cartas de recomendación para los gobernadores de los diferentes distritos que debía cruzar, nombrándolo además > gobernador —pejah, פֶּחָה— de Judea, como lo había sido Zorobabel (Neh. 1:1–2:9; 5:14).
Nehemías anunció al pueblo de Jerusalén su intención de reconstruir las murallas de la ciudad, y los principales del pueblo asintieron comprometiéndose a reconstruir el sector de la muralla que les tocase (Neh. 3). Sus vecinos samaritanos se molestaron y se opusieron a este esfuerzo, quizá porque tenían en perspectiva anexionarse el territorio de Judá. Tres de sus jefes, > Sanbalat horonita, > Tobías amonita y > Gesem el árabe, se esforzaron en detener las obras de reconstrucción. Pero no lograron ni detener ni intimidar a Nehemías. Para impedir cualquier ataque, los constructores se dedicaron a trabajar con una sola mano, empuñando de continuo un arma en la otra (Neh. 2:10; 4–6), es decir, los obreros se conviertieron también guerreros. Se tardaron cincuenta y dos días en reconstruir las fortificaciones (Neh. 6:15). En el año 444 a.C., unos 70 años después de la reconstrucción del Templo, las murrallas estaban terminadas. «La muralla de Nehemías fue esencial para la protección de Israel de los pueblos vecinos agresivos y un paso esencial en el camino hacia la eventual liberación de Judá de los imperios» (Jcf. Eclo. 49:13). La solemne consagración de aquellos muros, y por tanto de la ciudad, completa la sacralidad del espacio del Israel postexílico (Neh 12:27–43).
Nehemías se dedicó después a enseñar la Ley al pueblo (Neh. 8). Todos los jefes religiosos y civiles pusieron sus sellos, junto con Nehemías, a la renovación de la alianza, por la cual se comprometían a ser fieles a Yahvé y su Ley (Neh. 8:9; 10).
Después de la lectura le la Ley hecha por Esdras al pueblo a lo largo de siete días, desde la mañana hasta el mediodía durante la fiesta de los Tabernáculos, los israelitas se pusieron vestidos penitenciales y eliminaron todos los signos de alegría. Luego, puestos de pie, escucharon las lecturas de la Ley «durante una cuarta parte del día», y durante otra «cuarta parte» confesaron sus pecados (9:1–5).
Durante la ausencia del reformador, vuelto a la corte de Persia el 433 a.C., sin que sepamos el tiempo que allí permaneció, se producen nuevos abusos: no se dan a los levitas las porciones a las que tienen derecho (Neh. 13:10); se han hecho componendas, en lugar de observar los sábados de una manera estricta (Neh. 13:15); no se ha renunciado totalmente a los matrimonios mixtos (Neh. 13:23). Al volver, Nehemías se esforzó en llevar a todos aquellos que habían firmado el compromiso a que observaran estrictamente la Ley de Moisés. Aunque ya se habían tomado fuertes medidas contra los matrimonios mixtos, siguieron algunos casándose con mujeres extranjeras. Recordándoles los castigos que Dios había enviado por esta causa al pueblo de Israel, disolvió tales matrimonios, tomándoles juramento de que en adelante no volverían a hacerlo (Neh. 13:8–31). Para subsanar de una vez para siempre todas estas deficiencias, convocó a todo el pueblo, que se obligó bajo juramento a guardar la Ley (Neh. 10:1–35). Nada más sabemos de él. 2 Mac. 2:13 lo considera el compilador de los Libros Santos; Eclesiástico 49:13 alaba su actuación por la restauración de Jerusalén; 2 Mac. 1:18–36 le atribuye la restauración del Templo y de los sacrificios. Josefo afirma que llegó a una edad avanzada (Ant. 11, 5, 6–8). Nehemías parece haber tenido hasta su muerte el cargo de gobernador de Jerusalén. Bagohi, uno de sus sucesores, era gobernador de Jerusalén en el año 411 a.C. (Papiro de Elefantina). «Nehemías es, sin duda, una gran figura israelita del tiempo posexílico, lleno de una fidelidad inquebrantable a Dios y de un amor generoso hasta el extremo hacia su pueblo. Conmovido por la situación verdaderamente lamentable de los repatriados, captó con ingenio la benevolencia del rey persa y, sin reparar en sacrificios, cargó sobre sus hombros una empresa que habría de proporcionarle muchos disgustos, preocupaciones y trabajos» (R. Massó Ortega). Véase ESDRAS.