NAAMÁN

Heb. 5283 Naamán, נַעֲמַן = «agradable». Nombre de dos personajes del AT.
1. Sept. Noemán, Νοεμάν; Noamá, Νοαμά y Noomá, Νοομά en 1 Crónicas Segundo hijo de Bela y nieto de Benjamín, según Crónicas (8:4); el mismo que en Génesis es presentado como hermano de Bela (Gn. 46:21). En Números aparece como nieto de Benjamín y fundador de una familia (Nm. 26:40).
2. Sept. Naimán, Ναιμάν; Josefo, Ámanos, Ἄμανος (Ant. 8, 15, 5). General del ejército de > Ben-adad II, rey de Damasco, contemporáneo de Joram, rey de Israel. Este general, por medio del cual fueron liberados los sirios, era leproso, si bien su caso no debía de ser muy grave, puesto que continuaba ejerciendo sus funciones. En la sociedad siria, la lepra no era causa de exclusión del enfermo, al revés de lo que sucedía en Israel. En una de las incursiones de los sirios en territorio israelita, los soldados de Naamán capturaron a una muchacha hebrea que fue entregada como esclava a la esposa de Naamán; la cautiva sugirió que el general visitara al profeta Eliseo en Samaria, para que fuera sanado de su lepra. El caudillo sirio decidió hacer caso a esta sugerencia. Para quebrantar el orgullo de Naamán y convencerle de que solo debería su curación a Dios, Eliseo no fue a su encuentro: envió a su criado con la indicación de que se bañara siete veces en el Jordán. Ofendido y encolerizado, Naamán volvió grupas, diciendo: «Abana y Farfar, ríos de Damasco, ¿no son mejores que todas las aguas de Israel? Si me lavare en ellos, ¿no seré también limpio?» Sus siervos lo calmaron y le suplicaron que descendiera al Jordán. Se bañó siete veces en él y fue sanado. Lleno de gratitud, quiso recompensar a Eliseo, que rehusó a fin de hacerle comprender lo gratuito de las bendiciones divinas. Pero Giezi, siervo del profeta, ardiendo en codicia, actuó arteramente para conseguir prebendas. Naamán, transformado en adorador de Yahvé, pidió permiso para llevarse dos cargas de tierra de Israel, indudablemente para elevar un altar al verdadero Dios. Viviendo en el seno del paganismo, no podría sustraerse por completo a sus costumbres. El rey de Siria rendía culto a > Rimón, divinidad por excelencia de Siria. Naamán tenía el deber de sostener a su señor cuando entrara en el santuario de aquel ídolo y se prosternara delante de él. Esta obligación preocupaba al general. Eliseo parece autorizarle a que cumpliera con sus deberes seculares aun cuando ello implicara su presencia en un templo pagano (2 R. 5). En el NT, el caso de Naamán es presentado por Jesús como ejemplo de la acción universal de Dios, libre de otorgar su gracia fuera de Israel, y de sustituir, si así conviene, al pueblo escogido, pero apóstata y rebelde, por los gentiles (Lc. 4:27). De esta forma, anticipaba la obra de gracia que iba a extenderse por todo el mundo debido al endurecimiento de Israel (cf. Ro. 11:12).