LUNA NUEVA

Heb. 2320 jódesh, חֹדֶשׁ = «nuevo, mes»; Sept. y NT 3561 neomenía, νεομηνία, o numenía, νουμηνία; de neós, «nuevo», men, «un mes» (Col. 2:16). Además de todas las otras fiestas, en Israel se celebraba también el primer día la luna nueva. Siendo que los meses eran lunares, la luna nueva marcaba su comienzo y tenía que celebrarse con un sacrificio especial acompañado de un toque de trompetas: «Al principio de cada mes ofrecerás como holocausto a Yahvé dos novillos, un carnero y siete corderos de un año, sin defecto» (Lv. 23:24, 25; Nm. 10:10; 28:11–14). Del mismo modo, a semejanza del año sabático, el primer día del mes séptimo tenía lugar una asamblea sagrada; no se podía realizar ningún trabajo laboral. «Este será para vosotros día de tocar las trompetas con estrépito» (Nm. 29:1–6; Sal. 81:3); el tiempo podía ser consagrado a la enseñanza religiosa en el Templo (Is. 1:13; 66:23; Ez. 46:1, 3), o en la casa de los profetas u otros hombres de Dios (2 R. 4:23); era puesto aparte con gozo (1 Sam. 20:5); y no se permitían ayunos nacionales ni privados (Jdt. 8:6; Mishnah, Taanith, 2, 10). Los levitas cantaban el > Hallel en el Templo mientras se ofrecían los sacrificios especiales. La Mishnah dice que en los primeros tiempos se mandaban señales luminosas desde el monte de los Olivos cuando el Sanedrín había constatado la aparición de la luna nueva y había declarado: «la luna nueva está consagrada».
La Ley Mosaica no instituyó la fiesta de la luna nueva; la encontró ya presente en el pueblo y, simplemente, procedió a regularla conforme a los principios de la > Alianza. Por eso no describe su origen, sino que presupone su existencia y popularidad (Nm. 28:11–14).
Después del exilio, esta fiesta vino a ser la del Año Nuevo. El año religioso comenzaba en primavera (Abib o Nisán, marzo/abril), y su séptimo mes coincidía con el primer mes del año civil, que comenzaba en Otoño (Tishri, septiembre/octubre). La fecha de la luna nueva se computaba ya desde una época temprana (1 Sam. 20:5, 18). Los astrólogos babilonios se mantenían a la espera de la aparición del astro para determinar su aspecto. Según el Talmud, el sanedrín se reunía siete veces por año en el día 30 de un mes. Situados sobre las alturas de los alrededores de Jerusalén, unos observadores oteaban y señalaban la aparición del tenue filo de la luna nueva justo creciente. El sanedrín pronunciaba entonces la palabra mequddash, מְקוּדָּשׁ = «consagrado»; así comenzaba el día primero del nuevo mes, que seguía a los 29 días del mes anterior (Mishnah, Ros Hashshanah, 2, 5, 7). Si había nubes o nieblas aquel día contaba como 30 y el nuevo mes empezaba al día siguiente. Se anunciaba la aparición de la nueva luna mediante una fogata sobre el monte de los Olivos; a continuación, se encendían fogatas en otras cumbres, con lo que se propagaba el pronunciamiento del sanedrín con gran velocidad, Se dice que los samaritanos encendían fuegos por adelantado, a fin de inducir a los judíos a error. Por ello, se empezó a reemplazar las fogatas por mensajeros. Véase AÑO NUEVO, CALENDARIO, FIESTA, MES, NOVILUNIO.