POSTRARSE

Verbo 7812 shajah, שׁחה = «postrarse, rendir homenaje»; gr. 4352 proskyneo, προσκυνέω = «adorar», comporta un sentimiento de profunda autohumillación; lat. prosternare = «prosternar, derribar». Inclinarse o postrarse ante algo o alguien es el modo más antiguo de mostrar respeto, un signo indudable de humillación. De Abraham se dice que se inclinó ante los hijos de > Het en señal de respeto (Gn. 23:7). Otro tanto hizo Jacob al encontrar a Esaú: «Se postró en tierra siete veces, hasta que se acercó a su hermano» (Gn. 33:3), igual que hicieron los hermanos de José (Gn. 43:28).
La inclinación como señal de respeto está abundantemente representada en las tumbas de Egipto, en particular la de los cautivos llevados ante el faraón triunfante. En presencia de un rey o príncipe, la postración podía implicar echarse totalmente a tierra. En general, los hebreos tenían la constumbre de hincarse de rodillas e inclinar la frente hasta tocar el suelo (Ex. 4:31; 1 R. 1:53; 2:19; 1 Sam. 24:8).
A los judíos les estaba totalmente prohibido postrarse delante de ídolos, pues era equivalente a adorarles: «No hagáis mención del nombre de sus dioses ni juréis por ellos. No les rindáis culto, ni os postréis ante ellos» (Jos. 23:7; 2 R. 5:18; Jue. 2:19; Is. 44:15, 17, 19; 46:6). Solo Yahvé es digno de semejante señal de adoración en todo el mundo: «Delante de ti se postrarán todas las familias de las naciones. Porque de Yahvé es el reino, y él se enseñoreará de las naciones. Ciertamente ante él se postrarán todos los ricos de la tierra» (Sal. 22:28–29; cf. Jos. 5:14; Sal. 72:9; Miq. 6:6; Sal. 95:6; Ef. 3:14). Véase ADORACIÓN.