Palacio

Heb. 759 armón, אַרְמֹון, «lugar elevado, fortaleza», donde se encontraba el palacio real; 1002 birah, בִּירָה = «castillo, palacio, residencial real», denota lo que está contenido dentro del recinto externo de la residencia real, incluyendo caballerizas y jardines (2 Cro. 36:19; cf. Sal. 48:4; 122:7; Prov. 9:3; 18:19; Is. 23:13; 25:2; Jer. 22:14; Am. 1:7, 12, 14; Nah. 2:6); 1964 hekhal, הֵיכָל, edificio público grande, como un palacio o templo (1 R. 21:1; 2 R. 20:18; Sal. 45:8, 15; 144:12; Prov. 30:28; Is. 13:22; 39:7; Dan. 1:4; Nah. 2:6); aram. hekhal, הֵיכַל (Esd. 4:14; Dan. 4:4, 29; 6:18), se refiere al conjunto de construcciones que servían de morada a reyes y dignatarios; gr. 833 aulé, αὐλή = «patio, morada, palacio» de una persona de alto rango (Mt. 26:3, 58, 69; Mc. 14:54, 64; Lc. 11:21; Jn. 18:15), en especial el palacio de Herodes; praitorion, πραιτώριον = «pretorio» (Mc. 15:16; Flp. 1:13).
Como lugar de residencia real, el palacio era defendido con muchas fortificaciones, puesto que en caso de guerra servía de refugio, no solo para el rey y su familia, sino también para consejeros, ministros y parientes cercanos.
David ocupaba una residencia real en Jerusalén (2 Sam. 5:9; 7:1, 2), pero el primer gran palacio de esta ciudad fue construido por Salomón (1 R. 7:1–12). Su edificación duró trece años, en tanto que la del Templo se llevó a cabo en siete (1 R. 6:38; 7:1). «La casa del bosque del Líbano» (1 R. 7:2–5) era una de las partes del conjunto, y recibía este nombre a causa de sus numerosas columnas de cedro. Medía cien codos de longitud (alrededor de 46 m.), cincuenta de anchura y treinta de altura; sus muros eran de piedra sólida. En el interior se levantaban cuatro hileras de columnas de cedro; es posible que cada hilera formara una pared. Había un patio interior delimitado por columnas que tenía algo más de ochenta codos de longitud y alrededor de treinta de anchura. Es posible también que las columnas hubieran estado dispuestas en dos hileras dobles en sentido longitudinal con respecto al cuerpo del edificio, dejando un patio central. Salían unas vigas de las columnas hacia las paredes, que sostenían tres pisos de estancias y miraban al patio interior. La casa del bosque del Líbano servía a la vez de arsenal y de tesorería (1 R. 10:17, 21; Is. 22:8), y puede ser que también a otros fines. El conjunto del gran palacio tenía un «pórtico de columnas» (1 R. 7:6), que servía de antesala y medía cincuenta codos por treinta. Una escalinata y un pórtico le precedían. Es posible que se tratara de la entrada principal del palacio. A continuación, venía el «pórtico del trono» (1 R. 7:7), la sala en la que el rey aplicaba justicia, abierta en su parte anterior; estaba probablemente cerrada en los otros tres lados por sólidos muros con puertas, pero no ventanas. Allí se hallaba el gran trono de marfil, recubierto de oro puro (1 R. 10:18–20).
La casa del bosque del Líbano, la sala del trono y el pórtico de columnas, se hallaban posiblemente dispuestos por encima de un patio rectangular. Detrás de la sala de justicia y del trono se hallaban las estancias privadas del rey; es posible que su entrada principal fuera por esta misma sala. El rey pronunciaba, así, los juicios y concedía sus audiencias a las puertas de palacio. Este patio real, adornado de flores y fuentes, estaba rodeado de algo similar a un claustro. Según Josefo, la casa de la hija de Faraón (1 R. 7:8) estaba muy cercana a la sala del trono (Ant. 8, 5, 2).
Estos diversos edificios constituían el palacio de Salomón, cuyo estilo recordaba el de las mansiones principescas del Asia Occidental. Las excavaciones arqueológicas han sacado a la luz las ruinas de residencias reales asirias, babilonias y persas de esta época. El libro de Ester contiene alusiones al palacio del rey de Persia en Susa (Est. 1:5, 6, 9; 2:3, 14; 5:1, 2; 7:7). Estos pasajes nos permiten concebir algo de la elegancia y belleza del palacio de Salomón. Véase TEMPLO.