Palestina

Heb. 6429 Pelésheth, פְּלֶשֶׁת = «migratorio», nombre de Filistea = «tierra de los filisteos», vocablo que aparece en Jl. 3:4; Ex. 15:14; Is. 14:29, 31; Sal. 60:8; 83:7; 87:4; 108:9; Sept. Phylistieím, Φυλιστιείμ (Ex.), allóphyloi, ἀλλόφυλοι (Is., Jl.); Vulg. Philisthiim (Ex.); Philisthaea (Is.); Palaesthini (Jl.).
1. Nombre.
2. Sus límites y extensión.
3. Población.
4. Geología estructural.
5. Geografía física.
6. Caminos principales.
7. Climatología.
8. Flora.
9. Fauna.
10. Etnología.
11. Toponimia y topografía.
I. NOMBRE. Palestina, gr. Palaistine, Παλαιστίνη, es el nombre que griegos y romanos aplicaron a todo el país en que se desarrolla la historia bíblica, y que desde entonces le ha sido aplicado de manera general. Se deriva de Filistea, nombre de la estrecha franja dominada por los filisteos, tal como lo entienden los escritores bíblicos, en especial Joel 3:4: «las costas de Filistea», heb. geliloth Pelésheth, גְּלִילֹות פְּלֶשֶׁת; Sept. Galilaía allophylon, Γαλιλαία ἀλλοφύλων; Vulg. terminus Palaesthinorum (cf. Ex. 15:14; Is. 14:29, 31). El nombre más antiguo y común que aparece en los primeros libros bíblicos es > Canaán, heb. Kenaán, כְּנַעַן; Sept. Khanaán, Χαναάν, que comprendía el territorio situado al oeste del Jordán, distinguiéndola del país de Galaad, al oriente del río. Después de la conquista, toda la región recibió el nombre de Israel (1 Sam. 13:19; 1 Cro. 22:2; Mt. 2:20). El nombre de Canaán aparece por primera vez en las cartas de > Amarna (1450–1370 a.C.) y en las inscripciones egipcias de la XIX dinastía (1315–1200) en la forma Kinachi o Knaían; los egipcios llamaban a esta tierra Retenu (superior), término usado en textos del Imperio Medio, pero sobre todo en los del Imperio Nuevo. Estaba dividida en Alto y Bajo Retenu, aunque hoy es imposible identificar estas partes. El primer documento babilónico que hace mención del país lo designa con los nombres de Mat Akharri o Mat Amurri = «país de Occidente» o «país de los amorreos», del nombre de uno de los pueblos que habitaron Palestina antes de la penetración hebrea.
Después del cisma nacional, el nombre de Israel designó el reino del Norte. En He. 11:9 el país recibe el nombre de «Tierra Prometida» o de la promesa, he gê tes epangelías, ἡ γῆ τῆς ἐπαγγελίας (cf. Gn. 13:15; Nm. 22:11). Poco después del inicio de la Era cristiana, los escritores griegos y latinos designaron el país como «Palestina», derivado del vocabulario administrativo de los imperios romano y seléucida. Después de la revolución de > Bar Cochba el año 135 d.C., la provincia romana de Judea fue llamada provincia de Siria Palestina, nombre tomado del griego Heródoto, que designaba así, o simplemente Palestina, a la región meridional de Siria, desde Fenicia hasta Egipto, entre el mar y las tierras de los árabes. En la Edad Media, se empleaba en general el nombre de «Tierra Santa», expresión que se encuentra en los libros tardíos: «Yahvé poseerá a Judá como su heredad en la tierra santa», heb. ademath haqqodesh, אֲדְמַת הַקֹּדֶשׁ; Sept. he gê he hagia, ἡ γῆ ἡ ἅγια (Zac. 2:12; cf. Sab. 12:3; 2 Mac. 1:7). También «Tierra de Promisión», es decir, «Tierra Prometida», término que de forma convencional adquiere una especial relación con la historia del pueblo de Israel, indicando su escenario. La administración inglesa, al hacerse cargo de estos territorios, tomados a los turcos en la Primera Guerra Mundial, empleó el nombre de «Palestina». La designación de «país de Israel», érets yisrael, difundida por la literatura rabínica, fue oficialmente consagrada con la fundación del Estado sionista. La expresión análoga, «tierra de Israel», ademath Yisrael, אֲדְמַת יִשְׂרָאֵל, es propia de Ezequiel (NT gê Israel, γῆ Ἰσραήλ), donde se encuentra diecisiete veces, pero como sinónimo de la anterior; más que de geografía política, como érets seguida del nombre de un pueblo, ademah es un término descriptivo.
II. LÍMITES Y EXTENSIÓN. El territorio ocupado por los hebreos se extendía de sur a norte desde Cades-barnea, y desde el wadi de el-Arish hasta el Hermón. De oeste a este iba desde el Mediterráneo hasta el desierto oriental, con excepción de la llanura filistea y el país de Moab. Los más grandes reyes de Israel dominaron Hamat y Damasco, llegando hasta el Éufrates, y sometieron también Amón, Moab y Edom.
Los hebreos expresaban los límites de su país con la expresión «desde Dan a Beerseba» (más de 240 km.). El wadi el-Fikrah y el Arnón constituían entonces su frontera meridional. La densidad de la población residente dentro de estos límites era grande. Omitiendo la mayor parte del territorio de Simeón y una fracción de Neftalí, se constata que sus límites describen un paralelogramo aproximado cuya altura (medida en las latitudes de Dan y del extremo meridional del mar Muerto) es de alrededor de 233 Km., y su base de 113. Su superficie es de alrededor de 26.288 km2. Este paralelogramo incluye la región de los filisteos, que en su época de máxima extensión iba desde el Carmelo hasta Beerseba. Restando la superficie correspondiente a esta franja, los hebreos ocupaban alrededor de 21.716 km2. La Palestina Oriental tenía entonces algo más de 9.842 km2., desde el Hermón hasta el Arnón. La Palestina Occidental, hasta Beerseba al sur, y junto con Filistea, tenía aprox. 15.642 km2.
III. POBLACIÓN. El país estaba habitado por gentes dedicadas al pastoreo, como atestiguan tanto los textos bíblicos como las excavaciones arqueológicas, y contaba con > ciudades fuertes o amuralladas, situadas en las elevaciones del terreno. En Gen. 23 se habla de los > heteos o hititas de Hebrón; en Gen. 20 y 26 de los habitantes > Guerar; en Gen. 34 de > Siquem, poblado por los hijos de > Jamor. Las excavaciones de > Meguido, > Jericó, Siquem, etc., permiten descubrir el ambiente en que se desarrolla la historia de los > patriarcas.
Según los datos bíblicos, en la época de la conquista había 600.000 varones hebreos, lo que da una población total de alrededor de dos millones de personas para un territorio de alrededor de 21.716 km2. El rey David hizo llevar a cabo un censo sobre un territorio mucho mayor. En 1978, el Estado de Israel contaba con 3.737.600 habitantes. La Biblia y el historiador Flavio Josefo declaran que la densidad de la población era considerable. Algo similar atestiguan los vestigios de numerosas ciudades. Las innumerables colinas existentes aparecen casi siempre coronadas por una ciudad o un pueblo, habitado o en ruinas.
Los > filisteos ocuparon la costa del sudoeste, extendiendo su dominio sobre territorios inicialmente israelitas, gracias a su organización política; los cinco distritos en que se dividía Filistea estaban gobernados por jefes, los seren, y consejos en los que se definía la marcha de la confederación (Jue. 16:4–31; 1 Sam. 5; 6 y 29). Los filisteos conocían la técnica del > hierro y todas los medios que se necesitaban para su obtención y manipulación. En aquel tiempo, los hebreos aprendieron a cultivar la tierra, y por influencia del remanente cananeo, maestros en las prácticas del cultivo y consagración de cosechas con festivales religioso-agrícolas, se contagiaron de idolatría (cf. Dt. 6:10–13; 8:10–18; 11:10–17, etc.).
IV. GEOLOGÍA ESTRUCTURAL. La costa oriental del mar Muerto está bordeada por un banco de «arenisca de Nubia» (que también recibe el nombre de arenisca de Petra), así como una parte del acantilado que bordea el valle del Jordán sobre su ribera oriental. Estas mismas formaciones se vuelven a hallar sobre las vertientes occidentales del Líbano y del Antilíbano; por lo general, son de un rojo fuerte o ennegrecido. Representan una formación en la que se aprecian movimientos de vaivén de las aguas que descargan los sedimentos; en la interpretación actualista de la historia geológica, estas formaciones son clasificadas en su mayor parte como pertenecientes al Jurásico, aunque se reconocen también terrenos atribuidos a distintas clasificaciones, desde el Carbonífero hasta el Cretáceo inferior. Por encima se halla la formación geológica más importante de Palestina: la «caliza cretácea», que constituye la mayor parte de la meseta, al este y al oeste del Jordán. En Jerusalén hay dos capas de caliza, la superior, más dura, que los habitantes llaman misseh, y la capa inferior, blanda, que denominan melekeh. Las excavaciones de los depósitos y las sepulturas por debajo de la ciudad y sus alrededores, han llegado a penetrar en el melekeh. Los cimientos de los edificios descansan sobre el sólido misseh. Las canteras cercanas a la Puerta de Damasco se hallan en el melekeh. De allí provenía la piedra usada para el Templo. Se hallan bancos de caliza desde el Carmelo, que descienden hacia el sur hasta Beerseba, desde donde giran hacia el suroeste y corren paralelos al Mediterráneo. Estas calizas son atribuidas a épocas más recientes que las anteriores. Alrededor de Jerusalén y en las cercanías de Siquem se hallan también formaciones de calizas asignadas a épocas más recientes, que reciben el nombre de «numulíticas» porque presentan una gran abundancia de numulites (foraminíferos, diminutos animales recubiertos de una concha calcárea en la linde del campo microscópico). Estas calizas numulíticas son atribuidas en el esquema geológico actualista al Eoceno medio. Sin embargo, están tan asociadas con la caliza cretácea que parece que ambas constituyan una sola formación. Cuando la caliza numulítica empieza a escasear hacia el oeste, se halla una larga capa de greda calcárea que atraviesa la franja filistea y que llega hasta el norte en formaciones aisladas hasta las cercanías del Carmelo. Es una greda porosa, blanda, fácilmente disgregable, que deja al descubierto la caliza más dura de la meseta y desciende hacia las planicies de Judea y Samaria de manera abrupta. Entre esta greda de Filistea y el Mediterráneo se hallan unas playas elevadas adjudicadas al Plioceno superior. La costa mediterránea de Filistea, especialmente allí donde el terreno es bajo, presenta una serie de dunas, algunas de las cuales llegan a los setenta metros de altura. Las del suroeste han podido ser formadas, en parte al menos, por las arenas de Egipto y del Sinaí arrastradas por los vientos. Las septentrionales provienen de arenas erosionadas por los vientos de la greda calcárea de Filistea y tienden a invadir los territorios cultivados.
Aparte de esta consideración de las formaciones sedimentarias, se debe indicar que las formaciones atribuidas al Carbonífero se hallan salpicadas de «rocas volcánicas» relacionadas con la gran masa de granito, diorita y felsita que se halla más al sur, en el Arabá y en el Sinaí. Más allá de la ribera oriental del Jordán, algo más allá del Hermón hasta el sur del mar de Galilea, y hacia el este y el sudeste de Haurán, más allá de Palestina, el país se halla cubierto por una inmensa acumulación de materias volcánicas: basalto, dolerita y felsita. Se hallan bloques diseminados de estas rocas volcánicas por la Palestina Occidental, al oeste y al noroeste del mar de Galilea, y en otros parajes.
V. GEOGRAFÍA FÍSICA. El país se divide en cinco regiones: 1) la llanura marítima; 2) el país bajo llamado la Sefela; 3) la cadena montañosa central; 4) el valle del Jordán, y 5) la meseta oriental. Estas cinco zonas paralelas atraviesan todo el país de norte a sur, con excepción de ciertas desviaciones. En Samaria, la cadena montañosa central se dirige hacia la llanura marítima, llamada Sarón. El paralelismo de estas zonas queda interrumpido en el valle de Esdraelón (o de Jezreel), que detiene la cadena de montañas y une la costa mediterránea con el valle del Jordán.
1) La llanura marítima va a lo largo de toda la costa palestina, con la sola interrupción del Carmelo. Muy estrecha al norte de este monte, mide más de 9,5 Km. por el sur, y se ensancha aún más al descender. Forma un país ondulante y fértil, con una altura entre los treinta y setenta metros por encima del nivel del mar. Entre el Carmelo y el Nahr-el-Audjeh, cuya desembocadura se halla al norte de Jope, esta llanura recibe el nombre de Sarón. Al sur de Jope estaba ocupada por los filisteos.
2) El país bajo, denominado > Sefela, cubierto de montecillos, se extiende entre la llanura marítima al sur del Carmelo y el macizo central. La Sefela es una terraza que domina el Mediterráneo desde unos 150 m. de altura; su nombre designa casi exclusivamente la parte del país bajo que se extiende a partir de la latitud de Jope hasta Beerseba. Una serie de valles corren al norte y al sur entre la Sefela y el medio del país.
3) La cadena (o elevación) central sigue después del Líbano. Los montes disminuyen su altura al sur del río Leontes, y forman una elevada meseta que llega a la extremidad septentrional del mar de Galilea y de Akko (Aco). Es la alta Galilea, cubierta de colinas que oscilan entre los 600 y los 900 m.; algunas cumbres, como el Jebel Jermuk, llegan a los 1.200 m. La baja Galilea tiene forma triangular: su lado oriental está conformado por el lago o mar de Galilea y el Jordán hasta llegar a Bet-seán; al suroeste se halla el valle de Esdraelón. La baja Galilea consiste en una serie de montes bajos que van de este a oeste; hay numerosas colinas que no llegan a más de 100 o 200 m. con algunas cumbres más altas al oeste del lago. Al suroeste se halla el Tabor, de 562 m. de altura; más al sur se encuentra el monte Gilboa, una de cuyas cumbres tiene 500 m. de altura y la otra algo menos. La parte meridional de la baja Galilea se inclina hacia el valle de Esdraelón, que no pasa de los 90 m. de altura. Al sur del Esdraelón hay numerosos wadis que cortan la cordillera, cuyas montañas forman sierras separadas; sus laderas son accesibles desde la llanura marítima, el Esdraelón y el valle del Jordán. El monte Carmelo se dirige hacia el noroeste; la altura media de su cordillera es de 609 m. y su cumbre más alta tiene 651 m. En Samaria, el monte Ebal tiene 938 m. y el Gerizim, 868 m. Desde Bet-el hasta Hebrón y hasta casi Beerseba, la cordillera forma a lo largo de 70 km. un macizo cuyos flancos se levantan de manera abrupta al este y al oeste; su altura media es de 670 m. Ciertas localidades son elevadas: Bet-el está a 893 m.; Jerusalén cuenta 791 m. de altura en su parte más alta; Belén llega a los 776 m.; Hebrón a los 926 m. A unos 24 Km. al sur de Hebrón, los montes descienden hacia el desierto. La estrecha meseta que ocupaban las tribus de Judá y Benjamín se halla en el punto más elevado de la cadena.
4) El valle del Jordán es una extraordinaria falla que empieza al pie del Hermón, a alrededor de 518 m. de altura. El valle, cerrado en sus dos lados por montañas, se va haciendo más y más profundo al descender hacia el sur; al llegar al mar Muerto, está a 393 m. por debajo del nivel del Mediterráneo. Aunque no constituía un obstáculo infranqueable, dificultaba las comunicaciones entre los pueblos orientales que habitaban al sur del Jaboc hasta Edom, y las tribus de Judá y Benjamín, sitas al oeste del Jordán.
5) La meseta oriental es una gran territorio fértil, a más de 900 m. Se extiende desde los acantilados del Jordán hasta el desierto de Siria. La garganta del Jaboc la corta en dos, y el Yarmuk corta a su vez la zona septentrional inmediatamente al sur del mar de Galilea.
VI. CAMINOS PRINCIPALES. La estructura de Palestina ha determinado sus vías de comunicación. El gran camino comercial y militar entre Egipto y los imperios orientales la atravesaba. Pasaba por el wadi de el-’Arish, en las cercanías de su desembocadura, y seguía la costa hasta Gaza, donde se unía con el camino que llegaba de Elat y de Arabia; siguiendo a través de la llanura filistea, alcanzaba Asdod. Más al norte, el camino se bifurcaba: una ramificación, que seguía la costa por Jope y Dor, rodeaba el Carmelo siguiendo la costa por la base de la montaña, con solo 180 m. de ancho y cortada por rocas. La otra, la principal, partía de Asdod, atravesaba Ecrón y Lod, franqueaba los montes y llegaba al valle de Esdraelón por uno de los siguientes tres pasos:
1) el camino occidental, que pasaba cerca de Tell Keimún, conducía a Akko (Aco), Tiro, Sidón, y más hacia el norte;
2) la ruta central llegaba a el-Lejjún (Meguido) atravesando el valle de Esdraelón y la baja Galilea hasta la llanura de Cineret, y seguía el Jordán río arriba; después, remontaba el valle del río Litani, entre el Líbano y el Antilíbano, llegando a Hamat y más hacia el norte. Otra ramificación atravesaba el Jordán entre el lago Huleh (aguas de Merom) y el mar de Galilea, y se dirigía hacia el noreste, a Damasco;
3) La ruta más frecuentada partía del camino marítimo, pasaba de Dotán a En-ganim, donde se bifurcaba: una rama se unía con la ruta de la baja Galilea, ya mencionada. La otra conducía a Bet-seán, donde se dividía a su vez, y llevaba a Galaad por una parte y a Damasco por la otra. Todos los caminos que se dirigían hacia el norte permitían ir a Carquemis, sobre el Éufrates.
Otra vía se dirigía de la llanura de Esdraelón a Egipto. Atravesando la región de las colinas, pasaba por Samaria, Siquem, Bet-el, Jerusalén, Belén, Hebrón y Beerseba. En este lugar la ruta se bifurcaba y se podían elegir varios itinerarios: yendo oblicuamente hacia el sur, se tomaba la gran vía que seguía la costa; se podían seguir también las rutas de Rehovot y de Ain Muweileh, desde donde se llegaba a Egipto a través del desierto. Una de las rutas de Bet-seán a Edom descendía por el valle del Jordán y tocaba Jericó; los viajeros que querían acudir a Jerusalén tomaban desde Jericó el empinado camino que subía a la capital. Desde Jericó el camino proseguía a lo largo de la ribera occidental del mar Muerto, pasando por En-gadi, donde se unía con el camino que venía de Jerusalén y Belén. De En-gadi se llegaba a Edom y a Elat y Áqaba, en el mar Rojo. El camino de Palestina se unía en Elat con las rutas caravaneras que iban desde Egipto y Gaza hasta el sur de Arabia.
Al este del Jordán había una ruta caravanera que provenía de Damasco y seguía la linde del desierto hacia Arabia. En este camino desembocaban varios otros: uno que salía de Bet-el y que atravesaba Galaad; otro que descendía de Siquem al wadi Fâr’ah, hasta el vado del Jordán, por debajo de la desembocadura del Jaboc, atravesando Galaad a continuación, y muriendo en Rabá de Amón; un tercer camino salía del vado cercano a Jericó y pasaba por Hesbón. Al oeste del Jordán, un camino atravesaba Galilea y se dirigía casi derecho hacia el este a partir de Akko (Aco), uniéndose a la ruta de Damasco cerca del lugar donde cruzaba el Jordán, a mitad de camino entre las aguas de Merom (lago de Huleh) y el mar de Galilea. No era fácil llegar desde la llanura marítima a las altiplanicies ocupadas por las tribus de Judá y Benjamín, Un importante camino conducía desde la llanura de Sarón y del Nahr el-Audjeh (situado cerca de Ras el-’Aîn, esto es, Antípatris) al sureste, hacia la región de las colinas; se unían con el camino que llevaba de Samaria a Jerusalén en un punto situado a 3 km. al suroeste de Bet-el. Había una ruta que unía el puerto de Jope con Jerusalén, y que pasaba por el valle de Ajalón y por Bet-horón. El camino más corto de Asdod a Jerusalén pasaba por el wadi es-Sarâr y por Bet-semes; también se podía llegar a Jerusalén y a Belén por el wadi es-Sant. Se llegaba a las colinas cercanas a Hebrón desde el wadi el-’Afranj, cerca de Beit Jibrín, y por el wadi el-Hasi, cerca de Tell el-Hasi, en las cercanías de Laquis.
VII. CLIMATOLOGÍA. Vista la configuración del país y sus contrastes, el clima es muy variable. El Hermón tiene nieves eternas, en tanto que Jericó, en el valle del Jordán, así como En-gadi, en la costa del mar Muerto, tienen un clima tropical. En enero, el mes más frío en Jerusalén, las temperaturas extremas oscilan entre los 10º y los -2º centígrados. En agosto, la temperatura media es de 26º en Jerusalén; en esta ciudad no se llega normalmente a más de 33º de máxima a la sombra (aunque en ocasiones se han alcanzado los 40º). En Jericó, en agosto se llega a 48º. Véase LLUVIA.
VIII. FLORA. La extraordinaria riqueza de la flora palestina, en la que aparecen plantas de diversas latitudes, proviene de la diversidad geográfica y climática que presenta el país. En estudios efectuados por Tristram se ha comprobado que de 3.002 plantas, fanerógamas y criptógamas, 2.563 son paleoárticas; la mayor parte de ellas pertenece a la zona mediterránea; 161 son originarias de Etiopía, 27 de la India, y 251 son peculiares de Palestina. Desde los montes del Taurus hasta la región meridional de la península del Sinaí, y entre el Mediterráneo y el desierto de Siria, se han clasificado 850 géneros y alrededor de 3.500 especies.
IX. FAUNA. La clasificación de las diversas especies de animales de Palestina se corresponde con la de las plantas. De las 113 especies conocidas de mamíferos del país, Tristram descubrió que 55 de ellas pertenecían a la región paleoártica, en la que también se engloban las especies europeas; 34 son originarias de Etiopía, 16 de la India, y 13 son autóctonas de Palestina. Hay especies que pertenecen a dos regiones. De 348 especies de aves, 271 son paleoárticas, 27 etíopes, 4 indias, y 11 autóctonas de Palestina. Sean plantas o animales, los tipos africanos e indios se hallan especialmente en la cuenca del mar Muerto y, en proporción menor, en la depresión inferior del valle del Jordán.
X. ETNOLOGÍA. Los habitantes autóctonos, vigorosos y altos, eran los anaceos (Jos. 11:21, 22), los refaítas (Gn. 14:5), los emitas, los zomzomeos y los horeos (Dt. 2:10–23). Seguían existiendo restos de estas poblaciones en la época de la monarquía (2 Sam. 21:16–22). A la llegada de Abraham, el país estaba ocupado especialmente por los amorreos y por otras tribus cananeas menos importantes. Había también filisteos y fenicios establecidos a lo largo de la costa mediterránea, e incluso heteos (hititas) en la frontera septentrional y en Hebrón. Los filisteos procedían del oeste, probablemente de > Creta. Los cananeos y los fenicios, que eran asimismo de origen cananeo, hablaban una lengua semítica. Dirigidos por Moisés y después por Josué, los hebreos vencieron a estos pueblos, pero no los destruyeron completamente. La ocasional asimilación de edomitas, amonitas y semitas en general por la conquista y la inmigración, no modificó la raza hebrea, por cuanto estos pueblos descendían de Abraham. La conquista de tribus arameas no hizo otra cosa que añadir más elementos semitas a la comunidad de Israel. Después de la caída de Samaria, los asirios deportaron las tribus israelitas asentadas en el norte y este de Palestina, y las reemplazaron con colonos de Hamat, de Babilonia y de Elam (2 R. 17:24; Esd. 4:9). Se trataba, en su mayor parte, de semitas y arios. Numerosos griegos entraron en Palestina siguiendo a Alejandro Magno, estableciéndose en Akko (Aco), que denominaron Ptolemais, y fundando las ciudades de Decápolis, con lo que introdujeron en cierta medida la lengua, las costumbres y la cultura de Grecia. Más tarde, los romanos, funcionarios y soldados, ocuparon el país, fundando colonias. Los musulmanes lucharon por el control de Palestina desde el año 633 hasta el 640 d.C. Tuvo lugar una batalla decisiva sobre el Yarmuk el año 636 y Jerusalén cayó el 638. Se implantaron colonias fundadas por soldados árabes en las ciudades y los pueblos. En 1517 los turcos se apoderaron de Palestina, pero los judíos no se mezclaron con los musulmanes. En 1917, el ejército británico ocupó el territorio. Gran Bretaña protegió entonces la creación de un hogar nacional judío y la inmigración israelita; esta actitud pronto cambió, no obstante, y el 15 de mayo de 1948 los británicos abandonaban Palestina, cediendo el control de todos los puntos clave, así como los suministros vitales, a las autoridades árabes. A pesar de la prepotencia agarena y de la amenazante legión árabe de Transjordania encuadrada por oficiales británicos, David Ben Gurión proclamó el 15 de mayo de 1948 el Estado de Israel, quedando entonces Judea y Samaria, así como la ciudad vieja de Jerusalén, en poder de Transjordania hasta 1967.
XI. TOPONIMIA Y TOPOGRAFÍA. Se ha calculado que en los libros bíblicos canónicos y apócrifos se mencionan 622 ciudades al oeste del Jordán. Los nombres geográficos citados en las listas de Tutmosis III, Seti I, Ramsés II y Sesonk I en Karnak son de gran importancia para la localización de los lugares de Palestina. Estas citas arrojan mucha luz sobre la topografía del país y sobre la toponimia del libro de Josué. Las tabletas de Tell elAmarna dan los nombres de las ciudades palestinas en la época de Amenofis III y IV. Los documentos asirios contienen también alusiones a los mismos lugares, especialmente a aquellos que tuvieron relación con sus expediciones. Eusebio escribió un tratado de los nombres de los lugares que figuran en las Sagradas Escrituras. Jerónimo, que estuvo en Belén un siglo después, lo tradujo y aumentó. Esta obra recibe el nombre de > Onomasticón. En ella se ofrecen detalles que en numerosas ocasiones son de gran valor (aunque con algún que otro absurdo) acerca de la situación de los antiguos lugares de Palestina.
Reland efectuó unas investigaciones que publicó en 1714. Los viajes de Seetzen y de Burckhardt, particularmente al este del Jordán, a inicios del siglo XIX, abrieron el camino al prof. Robinson, que llevó a cabo una sistemática exploración científica de Palestina en 1838. Al preguntar a los nativos los nombres de las ruinas o de ciertos lugares aún habitados, se dio cuenta de que la antigua toponimia hebrea permanecía bajo una forma árabe. Ayudado por un misionero llamado Smith, Robinson efectuó así importantes descubrimientos sobre la topografía palestina. En 1841 publicó en tres volúmenes el resultado de sus investigaciones; en 1856 apareció un nuevo volumen titulado Later Biblical Researches. El autor había aportado a todas estas investigaciones una gran penetración, un criterio certero y profundos conocimientos. Un gran número de sus conclusiones sigue en pie.
En 1865 se constituyó en Inglaterra la sociedad denominada The Palestine Exploration Fund, a fin de llevar a cabo con espíritu científico todo tipo de investigaciones en Tierra Santa. Dirigió las investigaciones topográficas de una gran parte de Palestina y preparó en 26 planchas un magnífico mapa del país. También dirigió diversas excavaciones. En 1900 se fundó en Palestina el centro de estudios denominado American School of Oriental Study and Research. En 1921 se abrió en Bagdad una escuela análoga. Ambos establecimientos se asociaron bajo el nombre de American Schools of Oriental Research.
Se han hallado vestigios importantes anteriores a Abraham. Las trazas de civilización identificadas como más antiguas aparecen en Teleilat Ghasul, justo al norte del mar Muerto, cerca de > Jericó. Ya en aquella época lejana, se adornaban las casas de ladrillos sin cocer con asombrosas y artísticas pinturas murales. En la Edad del > Bronce (3000–2000 a.C.) se han localizado los primeros santuarios cananeos de Meguido, Jericó y Hai. La Edad del Bronce Medio (alrededor de 2000–1500 a.C.) se correspondería con la entrada de Abraham en Palestina. Las > ciudades estaban protegidas por elevadas murallas, torres, fosos y construcciones gigantescas. Las regiones altas estaban sumamente arboladas y poco pobladas. El final de la Edad del Bronce (1500–1200 a.C.) queda marcado por la invasión y establecimiento de los israelitas. La ciudad de Jericó tomada por Josué queda identificada en las excavaciones arqueológicas. También se han llevado a cabo exploraciones en Bet-el y Laquis, que tuvieron un gran papel en la época de la conquista. Otras localidades en las que las excavaciones han arrojado mucha luz son, de manera particular, Bet-seán, Taanac, Meguido, Gezer, Bet-semes, Samaria, Jerusalén, Gabaa, Debir, Hazor y Dotán. Véase AMARNA, ARQUEOLOGÍA, CANAÁN, GALILEA, GEOGRAFÍA DE PALESTINA, ISRAEL, JUDEA, SAMARIA.